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Okupación y desobediencia como herramienta
de lucha ante los problemas de la vivienda
x Rubén Ibán
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La ocupación de viviendas es una forma de
lucha que nace y se desarrolla en Europa, empezando en el que es también
el primer país industrializado, Inglaterra. En los países
subdesarrollados, se han dado y se dan tradicionalmente otros tipos
de ocupación. En los países agrícolas se ha dado
tradicionalmente, y se da, la ocupación de tierras para su puesta
en cultivo. El ejemplo más notable hoy día es el MST en
Brasil. También en Andalucía se han producido ejemplos
de este tipo de ocupación a mucha menor escala, como es el caso
de Marinaleda. En las grandes ciudades de los países subdesarrollados,
donde se dan los mayores porcentajes de crecimiento urbano de todo el
mundo en la actualidad, se desarrollan fuertes procesos de ocupación
del suelo y autoconstrucción de las viviendas. En estos países
se esta dando en la actualidad, además de unas desmesuradas tasas
de crecimiento, un fuerte proceso de emigración del campo a la
ciudad. Un ejemplo cercano de esto lo tenemos en las grandes urbes de
la costa Atlántica Marroquí, Tánger, Casa Blanca
y Rabat principalmente, donde la fuerte presencia de multinacionales
europeas (especialmente el sector textil y la industria alimentaria)
atraen grandes masas de población de el interior predominantemente
rural y tienen por consecuencia el desarrollo de anillos periféricos
de chabolas y viviendas de autoconstrucción. Este es un proceso
que se ha venido desarrollando también hasta no hace tanto en
la urbes Andaluzas, y que aún se desarrolla a menor escala en
forma de núcleos dispersos de chabolas.
El nexo común de estos tipos de ocupación es evidente.
La necesidad del recurso suelo y la concentración de este en
pocas manos. Por un lado tenemos enormes masas de trabajadores del campo
sin tierra que cultivar y por otro un reducido grupo de propietarios
que acumulan en sus manos el medio de producción suelo, muchas
veces sin explotar. La forma mas lógica de combatir esta situación
es la apropiación del suelo por los jornaleros. De igual forma
tenemos una gran masa de población sin posibilidad de acceder
a la vivienda y grandes superficies de suelo sin calificar en las grandes
urbes de las que hablábamos. Se trata, al fin y al cabo, de la
histórica lucha por la propiedad, entre los que la poseen y los
que no.
Acercamiento al problema de la vivienda
En Europa occidental nos encontramos a partir de la segunda mitad del
siglo XX con una situación particular. Por una parte tenemos
un hiperdesarrollo del sector de la construcción, con un crecimiento
desmesurado de las ciudades. Y por otra parte tenemos fuertes fenómenos
migratorios desde las zonas rurales de Europa y de las antiguas colonias
hacia los centros industriales europeos. La relación entre migraciones
y construcción, en un principio directa, se va disociando en
la actualidad al convertirse la construcción en un negocio por
si mismo, absorbiendo gran cantidad de mano de obra y expandiendo su
crecimiento a sectores relacionados (producción de ladrillos,
vigas, explotaciones de áridos,...)
Desde el momento en que el trabajador depende de un tejido empresarial
dedicado a la construcción-distribución de viviendas para
adquirir un techo, la vivienda pasa a convertirse en una mercancía
y la lógica capitalista de producción y consumo invade
su distribución por completo. Al contrario que en los países
subdesarrollados existen políticas de ordenación urbanística
y recursos para construir por encima incluso de la demanda de viviendas,
sin embargo dentro de la lógica capitalista esto no quiere decir
que todo el mundo pueda tener acceso a una vivienda digna.
En la urbe del capitalismo industrial y post-industrial se dan una
serie de procesos que obran en prejuicio de las clases mas desfavorecidas
en el orden reinante a la hora del acceso a la vivienda. Desequilibrios
entre el poder adquisitivo medio y el precio de la vivienda, procesos
de gentrificación (del ingles “gentrificatión”,
aburgesamiento, dicesé la recuperación de espacios centrales
de las ciudades por nuevos entes y clases medias surgidas debido a los
cambios económicos y ocupacionales) y procesos de concentración
de la población en las zonas mas favorecidas por el capital y
el empleo.
Emigración y ciudad
Los procesos de concentración del capital y el empleo, conllevan
inevitablemente la concentración de la población. Por
una parte un trasvase generalizado del campo a la ciudad, con cumbres
históricas dependiendo de la región o el país en
cuestión, pero que sigue en la actualidad como un goteo constante.
Por otra parte un trasvase entre regiones y países, comúnmente
de sur a norte, de las áreas predominantemente rurales a las
zonas industriales o post-industriales.
La necesidad de mano de obra en las regiones industrializadas se cubre
históricamente con mano de obra emigrada del campo. Para liberar
esta mano de obra se recurre a expropiaciones, concentración
de la propiedad, endurecimiento de las condiciones de trabajo y la eliminación
total de la agricultura de subsistencia que no encontraba sitio en la
Europa del siglo XX. Algo parecido podemos aplicar a las regiones subdesarrolladas,
mediante la eliminación de la agricultura tradicional en estas
regiones a favor de la agricultura industrial de las multinacionales,
durante la etapa colonial, se libera gran cantidad de mano de obra,
gran parte de la cual emigra a las metrópolis europeas. La generación
de esta mano de obra potencial consiguió en las diferentes fases
del capitalismo a lo largo de los siglos XIX y XX, no solo cubrir la
demanda de mano de obra industrial sino también crear un ejercito
de excedente de mano de obra que hiciera cotizar a la baja los salarios
obreros.
La reconversión o desindustrialización de grandes áreas
del mapa europeo durante los 80s, no ha hecho sino acentuar la concentración
de la población como es el caso de destrucción de puestos
de trabajo en el norte industrial de Inglaterra y Escocia que pierde
importancia a favor de la gran metrolopolis londinense.
Cada vez tienen menos importancia en los fenómenos migratorios
europeos, la existencia de regiones industrializadas y cada vez son
mayores los factores de atracción de la gran urbe, como concentradora
de empleo y capital, de empresas de servicio, construcción, telecomunicaciones,
parques tecnológicos e innovación industrial en general.
Las bolsas de obreros emigrados a la gran ciudad han creado históricamente,
crean y crearan, grandes problemas de vivienda. Al aumentar la demanda
de vivienda sobre la oferta, los precios de la misma tienden a aumentar
dando lugar a un aumento de beneficios para los propietarios. También
tienden a incentivar la construcción tanto privada como publica.
Así que la problemática, usualmente dramática,
de estas grandes migraciones que son una constante en la historia contemporánea
de Europa redundan en grandes beneficios tanto para el Estado como para
la incitativa privada. El hecho de que las condiciones de explotación
tiendan a ser mas duras para los inmigrantes es fruto de su numero,
su indefensión y sus dificultades para organizarse. Las peores
condiciones laborales unidos a los elevados precios de la vivienda tienen
por consecuencia los procesos de ocupación del suelo en forma
de chabolismo y autoconstrucción (en los sesenta setenta las
coronas de chabolas de Barcelona o Madrid eran pobladas por Andaluces
y Extremeños emigrados del campo, en la actualidad son los magrebies
y los subsaharianos los que fundan barrios de chabolas en Huelva, Almería
o Sevilla) y en algunos casos la ocupación masiva de viviendas
vacías como en la Italia industrial de los 70s o en el Londres
de hoy día.
Especulación y casas vacías
Una de las contradicciones mas notables de la lógica capitalista
respecto a la vivienda es que la dificultad de acceso a la vivienda
viene acompañada de la existencia generalizada de viviendas desocupadas.
En teoría, en un mercado libre o semi-libre, la oferta y la
demanda deben ajustar los precios de un determinado producto, en este
caso la vivienda. Siguiendo esta lógica la existencia de una
oferta superior a la demanda debería hacer bajar los precios
y la existencia de una demanda superior a la oferta debería hacerlos
subir.
La existencia de casas vacías debería por lo tanto ser
consecuencia del descenso de la demanda y por lo tanto de los precios.
En el caso del Estado español, por poner solo un ejemplo, desde
finales de los años sesenta los precios del suelo y la vivienda
no han parado de multiplicarse en tres booms sucesivos con los consecuentes
periodos de estancamiento o ligeramente recesivos al termino de los
mismos. Sin embargo en las grandes urbes del Estado español encontramos
enormes parques de viviendas vacíos, viviendas nuevas que tardan
años y años en ocuparse, viviendas antiguas que se abandonan
hasta la ruina, solares que nunca se edifican. Cuál es la causa
de esta contradicción? En primer lugar que estas casas no salen
al mercado, no se ofertan. La oferta de viviendas no coincide con la
realidad del numero de viviendas desocupadas. La existencia de estas
viviendas vacías no hace bajar los precios de las viviendas,
sino que se instrumentaliza para inflar dichos precios, al reducir la
oferta de viviendas.
Existen diversos tipos de especuladores y diferentes tipos de especulación
inmobiliaria. La principal diferencia se refiere al numero de propiedades
que acumule un propietario en sus manos. Dependiendo de la cantidad
de propiedades, el individuo o ente especulador tendrá mayor
capacidad de influir sobre los precios del suelo o detener acceso a
información privilegiada de la que beneficiarse en la compraventa
del suelo.
La especulación se define básicamente como revender con
beneficio. Sacar beneficios de las variaciones en los precios de un
producto sin producción material. El especulador activo provoca
o ayuda a la subida de los precios del suelo, el pasivo se beneficia
de dicha subida. La compra, por ejemplo, de un elevado numero de propiedades
en un área y un tiempo reducido, provocará inevitablemente
la subida de los precios en dicha zona. Este tipo de acciones actúan
sobre la escasez de suelo, reduciendo la oferta y subiendo los precios,
por otro lado crean expectación sobre la zona alterando la percepción
general sobre el valor de la vivienda y el suelo en dicha zona. Manteniendo
las viviendas vacías, sin estar en venta o en alquiler se reduce
la oferta de viviendas y permite subir los precios del suelo, un precio
que pagaran los no-propietarios y del que se beneficiaron los poseedores
del suelo y del ladrillo. Es una apuesta a medio-largo plazo que suele
funcionar bastante bien, viendo el crecimiento imparable de las inmobiliarias
del Estado español.
Mantener viviendas vacías permite construir mas, vender y alquilar
más. Otra buena razón para dejar las viviendas vacías
es la expectación sobre una posible (o segura) subida de los
precios del suelo en un área delimitada, a la espera de poder
obtener mayores beneficios en un futuro. Esta expectación puede
ser creada por la iniciativa privada o por las administraciones locales
que juegan un papel importante en los oscuros tejemanejes inmobiliarios,
recalificando terrenos como urbanizables a conveniencia de las empresas
o sacándose de la manga ambiciosos planes urbanísticos
y obras faraónicas que provocarán esa expectación
necesaria para subir los precios del suelo. Recordemos que la venta
de terrenos municipales a agentes privados es la principal fuente de
financiación de los ayuntamientos y por extensión de los
partidos políticos.
Gentrificación
Esta palabra técnica esconde la transformación-regeneración
de barriadas, barrios o áreas mayores de las grandes urbes. Se
trata principalmente barrios de clase obrera o con un fuerte componente
marginal, que son los que van a contener un alto grado de precariedad
en cuanto a vivienda, equipamiento y dotaciones. El efecto principal
de esta regeneración es la expulsión de los habitantes
tradicionales-indeseables del barrio y el desplazamiento de familias
de clase media, provocando un incremento del valor de la propiedad inmobiliaria
que a su vez tienden a provocar procesos económicos de corte
especulativo.
Este proceso se ha venido repitiendo en los barrios obreros históricos,
especialmente en las zonas intramuros o las ciudades históricas,
de la mayoría de los núcleos de tamaño medio-grande
de Andalucía.
Los cambios de la economía determinan un cambio en la localización
de los barrios de clase obrera, de los centros donde tradicionalmente
se situaban las actividades portuarias, los almacenes, talleres y pequeña
industria, hacia la prefería donde tienden a situarse ahora la
industria y las viviendas de protección social.
La población desalojada de estas áreas suele pasar a
engrosar los guetos de la periferia. Esto se consigue mediante la declaración
de ruina de viviendas antiguas o impago de los alquileres, además
de la concentración de la construcción de VPO en determinados
puntos de la periferia de las ciudades. Se consigue así liberar
el espacio, demoler las viviendas antiguas y poder construir otras de
mayores dimensiones y comodidades que unidas a su posición estratégica
en el centro o áreas cercanas al centro de las ciudades se repoblará
con ciudadanos con un mayor poder adquisitivo que pagaran a su vez mayores
alquileres o podrán comprar las viviendas completando un circuito
económico lleno de beneficios para constructoras e inmobiliarias.
Por otra parte se eliminan viviendas y rentas de las que se podían
extraer escasos beneficios a la vez que se fomenta la construcción
de nuevas viviendas que, a pesar de ser supuestamente de precios protegidos
por la administración, tendrán unos precios y unos alquileres
muy superiores a las rentas viejas de los patios y casas de vecinos.
Estos procesos toman en algunos casos el aspecto de verdaderas limpiezas
étnicas, como la expulsión de los gitanos de Triana y
la formación de guetos como el famoso Polígono Sur de
Sevilla, por mencionar uno de los casos más desastrosos.
La gentrificación se puede planificar o fomentar desde la administración
publica, mediante políticas concretas de regeneración,
grandes cantidades de capital invertidas en una zona concreta, en un
tiempo limitado. Por una parte la regeneración del equipamiento
y las dotaciones, así como la expulsión de indeseables,
crea las condiciones necesarias para hacer atrayente la zona para las
capas medias de la sociedad. Por otra crean expectativas sobre el área
que tienen la consecuencia directa de la inflación del precio
de la vivienda y el suelo lo que determinará el poder adquisitivo
de los futuros pobladores, imposibilitará la permanencia de la
población tradicional o nueva población de clases bajas
y creará procesos especulativos con la vivienda que redundarán
en grandes beneficios para los propietarios.
La ocupación ha sido utilizada como herramienta para luchar
contra estos procesos en numerosas ocasiones. En primer lugar, ocupando
las casas que dejaban vacías la especulación o desalojos
previos, y en segundo lugar rehabilitando las casas antiguas para evitar
su “ruina”, principal objetivo de los propietarios. Esto
ha sido evidente en la mayoría de las experiencias con la ocupación
militante en el Estado español, y con anterioridad ya habían
abanderado esta lucha los okupas de Berlín, con las llamadas
“ocupaciones de mantenimiento”. Sin embargo es obvio el
fracaso hasta el momento del uso de la ocupación en este sentido,
con pequeñas excepciones. La principal causa es que han sido
siempre elementos externos y no los habitantes tradicionales del barrio
los que han llevado a cabo estas acciones. Además, los ocupas
no han conseguido siempre conectar con la gente del barrio y conseguir
su participación en las luchas.
La única forma de luchar contra estos procesos es la autoorganización
y acción de los vecinos de estos barrios. Si los centros sociales
ocupados pueden ayudar a esta autoorganización o dinamizar la
vida política de los barrios obreros, habría de examinarse
mas detenidamente.
La ocupación como forma de intervención en la
vivienda
Los actuales procesos migratorios que se están dando en Andalucía
unidos al endurecimiento de las condiciones de acceso a la vivienda,
tanto de la población autóctona como de la foránea,
establecen las condiciones necesarias para futuras luchas por la vivienda.
Ante esta situación algunas de las acciones que tomará
la administración son previsibles y se están desarrollando
ya en la actualidad. Por una parte, el aumento de los alquileres sobre
la propiedad de la vivienda, para la clase trabajadora. De esta forma
se eliminaría el impedimento que supone el que cada vez un mayor
porcentaje de la población sea incapaz de meterse en una hipoteca,
dada la precariedad de las nominas si las hay. A la vez, estos alquileres,
conforme cambien los hábitos de consumo de vivienda y aumenten
en proporción a la propiedad, podrían ir subiendo y creando
las mismas condiciones de explotación que las hipotecas. Esto
es la generalidad en la mayor parte de Europa, como por ejemplo en Berlín
donde alrededor de un 90% de las viviendas son de alquiler.
Otra medida que ya esta poniéndose en practica es el aumento
de la VPO, especialmente en régimen de alquiler, que mantiene
unos precios desmesurados, pero accesibles con enormes esfuerzos. La
VPO, al igual que la vivienda libre, condena a los jóvenes a
asumir fuertes condiciones de explotación en el trabajo para
pagar su vivienda- que no es sin otra forma de explotación -,
pero con precios ligeramente menores a los del mercado, prohibitivos
para muchos, consiguiendo así integrar en el sistema de explotación
que forma el binomio trabajo=vivienda y que de otra forma quedarían
excluidos. En el Estado español, ante el cariz dramático
que esta tomando el acceso a la vivienda, la proporción de VPO
sobre el total de la vivienda a aumentado este año por primera
vez en una década. Sin embargo estas acciones no van dirigidas
a aplacar la problemática de la vivienda, sino ha convertir las
condiciones abusivas actuales en sostenibles y duraderas. La mejora
de las condiciones de vida de la clase trabajadora depende directamente,
como nos ha enseñado la historia, de la propia acción
organizada y colectiva de los afectados.
Las medidas que históricamente ha tomado la población
respecto a esta problemática van de las ocupaciones masivas de
viviendas del Estado en Inglaterra, a las huelgas de alquileres generalizadas
en el norte de Italia en los 70s. Las ultimas referencia de huelgas
de alquileres masivas y organizadas en Andalucía, data de antes
de la contienda civil (por ejemplo las huelgas de alquiler en Triana
y San Luis a principios de los 30s). Sin embargo la desobediencia en
este campo es algo endémico en Andalucía, y va desde las
ocupaciones de suelo que se prolongan hasta entrados los 70s, ha el
rechazo masivo a pagar la luz, el agua o los impuestos en las barriadas
marginales. Estas situaciones se daban de forma generalizada en los
barrios obreros de las ciudades medias de Andalucía, Cádiz,
Bahía de Algeciras, Sevilla y subsisten en la actualidad en los
modernos guetos de las áreas metropolitanas. De forma marginal,
al igual que la ocupación de viviendas, en la medida en que carecen
de dirección política y de repercusión mediatica
pero no así en cuanto al numero de familias que participan.
Por otra parte la ocupación del suelo vuelve a estar al orden
del día. Vuelven a surgir núcleos chabolisticos alrededor
de las ciudades medias, esta vez poblados por magrebies, sub-saharianos
y inmigrantes del este de Europa.
Las principales necesidades, en estas luchas legitimas, están
claras. La organización de los afectados es fundamental. Si se
consigue que se conciba la vivienda como un problema común, del
conjunto de los excluido como colectividad, puede convertirse en un
arma muy potente.
Es fundamental así mismo comprender el porque de la situación
y conocer a los actores responsables de dicha situación, los
que hacen negocio con las penurias ajenas, los que nos explotan cuando
producimos y cuando consumimos.
Por ultimo, es fundamental contar y organizarse junto a los inmigrantes,
que están llamados a ser actores principales en las futuras luchas
de la clase trabajadora. Concebir el problema como algo común
a inmigrantes y excluidos del bienestar europeo, así en la vivienda
como en el campo del trabajo.
[18/04/03]
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