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Unas pocas razones de las muchas para ser antitaurino
La cuestión sobre la legitimidad de la tauromaquia desde el punto de vista ético no depende de una serie de interpretaciones subjetivas de las cuales las nuestras (las de los antitaurinos) sean las más razonables, sino que todo se reduce a una cuestión de pura y dura lógica. Para empezar, todos los animales (humanos o no) somos iguales ante el hecho objetivo del dolor. No existe una tortura de los perros, otra de los toros, otra de los niños ni otra de los gatos, sino que tan solo existe la tortura en sí, y sus consecuencias son igual de indeseables para el ser que la padece, independientemente de la especie biológica a la que pertenezca. No es terrible el sufrimiento de los niños, ni el de los patos, ni el de los toros. Es terrible el sufrimiento, y su gravedad no se mide por la belleza ni por el coeficiente intelectual de quien lo padece, sino por su intensidad y por su duración. Si todos entendemos que sería una injusticia hacerle padecer a una persona (o a un perro o a un gato) lo mismo que se les hace padecer a los toros «de lidia», incluso aunque fuera una «tradición», ¿por qué hacérselo padecer a un toro no es una injusticia? ¿Qué es lo que hace que sea peor hacerle padecer determinado grando de sufrimiento a un niño, que hacérselo padecer a un toro? El interés de un animal en dejar de sufrir es un interés vital, a diferencia del interés de cualquier animal en disfrutar de un espectáculo visual, que es un interés trivial, secundario. ¿En qué consiste la tauromaquia? En sacrificar un interés vital de un animal para satisfacer un interés trivial de otro. Y esto último es lo único que tenemos que tener en cuenta a la hora de juzgar la legitimidad de la tauromaquia desde el punto de vista ético, independientemente de la estética y la tradición.
«Pues si no te gusta, no lo veas, que nadie te obliga. Pero deja de incordiar, no seas intolerante. La sociedad está harta de prohibiciones, sois unos fascistas». Veamos. La tauromaquia en sí misma consiste en una serie de prohibiciones que les imponen los taurinos a los toros, prohibiciones que entendemos que son injustas, y por eso precisamente lo que queremos es levantarle al toro esas prohibiciones. Si les concedemos a los hombres el derecho a la violación, les estamos prohibiendo entonces a las mujeres el derecho a no ser violadas. Y si les concedemos a las mujeres el derecho a no ser violadas, les estamos prohibiendo entonces a los hombres el derecho a violarlas. Es decir, siempre que le otorgamos derechos a un sujeto, le eestamos imponiendo prohibiciones a otro, y viceversa. De lo que se trata es de «repartir» derechos y prohibiciones en la justa medida, según la ética. Lo que pretendemos no es restringir los derechos humanos, sino ampliar el concepto de sujeto de derecho.
Por último, para el que no entienda por qué nos preocupamos por los animales no humanos, habiendo tantas personas que sufren, no olvide que nuestra labor no es muy diferente de la de otros colectivos como por ejemplo Amnistía Internacional, con la única diferencia de que el citado colectivo defiende a un tipo específico de animales mientras que nosotros defendemos a otro.
Carlos Martínez Trueba
Miembro del Colectivo Antitaurino de Cantabra
Kolectivo
La Haine
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