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¿Qué ha sido de la insumisión?
Pablo Kundt
Diez años después de su aparición, el movimiento de insumisión ha entrado en franco receso. Suele achacarse al atolladero en que se encuentra a la profesionalización del Ejército, pero si bien es cierto que esta en la causa última de su crisis, no es la principal. El origen de su estancamiento debe buscarse en la falta de iniciativa y la táctica pasiva que ha venido empleando ese movimiento. Sólo esto explica el que una reforma del régimen halla acabado por desmantelar el movimiento antimilitarista sin «desmilitarizar» absolutamente nada, sino al contrario, en medio del rearme a todos los niveles del ejército y la sociedad.
Si algo define al movimiento de insumisión desde su aparición en el año 1989 es precisamente su ausencia de definición ideológica, su heterogeneidad: bajo el confuso manto del antimilitarismo prácticamente cabe todo, desde pacifistas pequeñoburgueses, reaccionarios "no violentos", humanistas... hasta antifascistas consecuentes, independentistas, comunistas, anarquistas, etc.. en definitiva todos aquellos que bajo unos mínimos comunes se encuentran dispuestos a poner en práctica su rechazo al ejército fascista a través de este movimiento de desobediencia civil.Esta heterogeneidad del movimiento es lo que explica el rápido carácter de masas que alcanzó ya en sus primeros años y a la vez a sido la causa de su debilidad, de su falta de iniciativa y de criterio claro y que halla sido presa fácil del reformismo, lo que a acabado llevándole al atolladero en que se encuentra en la actualidad.
Cuando el gobierno del PSOE y la actual cúpula militar tienen que enfrentarse a finales de 1989 a los primeros insumisos, pronto se don cuenta que este movimiento está mejor organizado que el que les obligó a ampliar la Ley de Objeción de Conciencia en 1984. El creciente rechazo de la juventud al servicio militar obligatorio y, en última instancia al ejército fascista, va a encontrar en este movimiento un medio para desarrollarse. Con gran preocupación asisten al constante aumento del numero de insumisos en cada reemplazo o llamamiento a filas y no se les escapa, ya desde estos primeros momentos, que el mayor número de insumisos se da en Euskal Herria y Catalunya, donde el sentimiento antimilitarista entronca con la cuestión nacional y con el rechazo al Ejército español, considerado como una fuerza de ocupación. En aquellos momentos el gobierno 0pta por una represión feroz, todos los insumisos son detenidos y encarcelados en instalaciones militares para acabar la mayoria de ellos recluidos en la prisión militar de Alcalá de Henares, rodeados de provocaciones fascistas y bajo unas condiciones draconianas. Pero a medida que pasan los meses y el movimiento se extiende por todo el Estado, el gobierno no cambia de táctica y pasa a la represión selectiva para dividir y desarticular el movimiento. Los militares están como locos por quitarse la patata caliente de la insumisión de encima y consiguen que los insumisos sean juzgados por los tribunales civiles y encarcelados en prisiones ordinarias, reservándose ellos el juicio y encarcelamiento de aquellos que se declaran insumisos ya dentro de los cuarteles, que son juzgados por deserción.
En los años siguientes el movimiento va cogiendo auge: se suceden una cascada de detenciones, juicios, concentraciones, manifestaciones, protestas, etc.; el numero de insumisos se dispara y el de objetores alcanza cifras nunca vistas. Los mandos militares están histéricos ante la avalancha de antimilitarismo que moviliza a la juventud y los planes para la profesionalización del ejército se aceleran. El Ejército de recluta ya no es de fiar, la oligarquía necesita formar cuadros de mando y militares profesionales a toda velocidad, eliminar cuanto antes el servicio militar obligatorio para así reducir el antimilitarismo a niveles puramente testimoniales, quitarle argumentos y restarle fuerza, no sea que tal y como esta la situación internacional, en unos cuantos años el estallido de una nueva guerra imperialista le pille sin ejército profesional y con un sentimiento antimilitarista en alza que se ligue a otras reivindicaciones populares, como sucedió en 1991 durante la agresión imperialista a Irak, momento en que las protestas contar la participación española se hicieron masivas.
Conocedor de las carencias del movimiento, el gobierno aplica desde 1990 la represión selectiva: los insumisos se encuentran con que se presentan conjuntamente para ser detenidos y los jueces rechazan detenerles, prefieren que la pasma les trinque de forma discreta, en sus casas y sin publicidad, y sólo "a unos pocos" para provocar la división del movimiento, extender la confusión y hacerle perder la iniciativa. Junto a esto, los medios de intoxicación realizan una amplia campaña privilegiando al MOC (Movimiento de Objeción de Conciencia) y presentándolo al nivel de todo el Estado como el legitimo representante de los insumisos, dándole todo tipo de facilidades para que difunda su pacifismo pequeñoburgués, su "no-violencia" y, en definitiva, para presentar al conjunto de los insumisos como miembros de una secta alucinada. (Desde el comienzo del movimiento la instrumentatización del mismo por distintos grupos oportunistas es mas que evidentes, por un lado el MOC, pero también en competencia" con él MC y los trotskistas, tratando de controlar los Mili-KK y las coordinadoras de insumisos por todas partes).
Como era previsible, la estrategia del gobierno tiene éxito y la confusión y la división hacen mella en el movimiento antimilitarista. Muchos insumisos aceptan el tercer grado penitenciario, otros ni siquiera son detenidos, una minoría rechaza el tercer grado y cumple integras sus condenas. De este "sálvese el que pueda" dan una idea algunos datos: en octubre de 1995 hay 46 insumisos encarcelados en segundo grado, otros 24 en tercer grado (acuden a dormir a prisión) y 175 se encuentran en rebeldía. Los jueces vienen a aumentar la confusión aplicando a unos detenidos el nuevo código penal y a otros el viejo. La situación es tal que los distintos grupos y coordinadoras no son capaces de ponerse de acuerdo en lanzar campañas a nivel de todo el Estado, a veces ni siquiera en las nacionalidades oprimidas (con excepción de Euskal Herria). La estrategia de "plante al tercer grado" no tendrá tampoco éxito debido a las posiciones individualistas adoptadas por la mayoría de los insumisos.
Sin embargo no todo el panorama a sido tan desolador, a partir de 1994 se desarrolla la "insumisión total", que a sido la postura más coherente dentro de este movimiento, ya que viene a romper con la dinámica pasiva de aceptar el castigo y "forzar" la propia detención. Los insumisos totales no aceptan entregarse y sé mantienen "en rebeldía", con orden de búsqueda y captura pendiente sobre ellos. Actualmente hay unos 300 jóvenes en esta situación, paro no pasan de ser una ínfima minoría dentro de un colectivo de 15.000 insumisos. Junto a esta nueva táctica, los grupos de insumisos más consecuentes y radicales organizan manifestaciones ilegales que acaban con grandes enfrentamientos con la policía en Madrid, Euskal Herria y Catalunya Los sectores más combativos del movimiento se dotan de métodos de lucha del nuevo movimiento revolucionario y se producen decenas de sabotajes contra organismos oficiales, sucursales bancarias, etc., en apoyo a los insumisos presos. En una octavilla difundida por unos de estos grupos afirman: "...detrás de la insumisión ha habido una connotación revolucionaria que se ha quedado estancada (...) El insumiso ahora nada más se preocupa de su negativa al ejercito y no poner los cimientos de la revolución (...)La insumisión verdadera es la del joven que coge las armas contra el Estado y no cae en el error de creer que sin las armas va ha haber revolución".
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La Haine
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