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Sintel: Desobediencia
x Carlos Blanco Jiménez - Autor de "Sintel.
El Callejero de la Esperanza"
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Es casi mediodía. Los trabajadores de Sintel
se reúnen en asamblea - una menos o una más, según
se vea - en plena calle, en la parte trasera de su nueva "casa".
El local de la Asociación de Vecinos de Orcasur no es lo suficientemente
grande como para celebrar este tipo de actos. Tampoco para dormir, comer,
descansar, pensar, llorar, leer el periódico, acordarse de sus
familias.Para todo, menos para trabajar. Por eso a algunos de ellos
los están realojados en Leganés. Había otras ofertas
y habría habido muchas más si las presiones de sus enemigos
no hubieran atemorizado a más de un director de colegio. Pero
ellos, a pesar de los "sambenitos" que llevan a cuestas, a
pesar de sus métodos "gansteriles", siempre encuentran
un lugar donde reposar sus almas. Debe ser la Ley de la Omerta de la
clase obrera.
Son muchos. Muchísimos más de los que sus detractores
habían calculado para un par de semanas después del famoso
Primero de Mayo. Son tantos que, a pesar de los cientos de veces que
me los he topado, no se como se llaman ni la décima parte de
ellos. Pero sus caras son inolvidables. Las asocio con esa parte de
sus vidas que dedicaron a la lucha y que tuve la suerte de compartir.
Allí siguen, a su pesar, Manuel Lozano, "el Turuta",
Morales, el del camión, Emilio Medina el bibliotecario de "Le
pesa el rabo", José Ballesteros, el fotógrafo de
Sintel, y aquel que salía en "El efecto Iguazú"
y que renovaba contratos a los de limpieza rompiendo papelitos en las
manifestaciones, pero sin barba, ...y tantos otros. Y, por supuesto
Fernando García Pérez, el del varapalo. ¿Dónde
sino iba a estar?.
La expectación es máxima. Grabadoras, micrófonos,
cámaras, familiares de los trabajadores, representantes de asociaciones
y grupos que les siguen apoyando y gente que se adosa a este acto público
electoral tan "sui generis". Adolfo Jiménez ha preparado
una botella de medio litro de agua y, a un par de palmos, hay otra de
litro y medio casi llena. Hace calor, pero, los "sintela"
interpretan que la cosa, como es norma, va p´a rato. Se sientan
en el suelo. Se apoyan en las paredes. Se calzan las gorras. Junto a
la mesa y al megáfono, se encuentran el secretario de la Asociación,
Alfonso Porras, y representantes de las zonas como Pulido, Muñoz
Redondo, Collado, Hernández. Echo de menos las blancas melenas
de Valeriano Aragonés. Parece que le están esperando.
En esos momentos el Foro Social de Madrid está dando una rueda
de prensa explicando el porqué de su "Manifiesto a favor
de una solución de empleo para los trabajadores de Sintel".
Valeriano llega. "Algo habré estado haciendo" responde
con firmeza a los "ya era hora" de la audiencia.
En un momento dado Adolfo recuerda a sus compañeros que aquello
que ya anunció en las marchas del mes de abril no era una baladronada
. Lo de la desobediencia civil, lo de pasar por comisaría, no
era para asustar. Como queriendo desdramatizar el asunto, Adolfo explica
con detalles muy de andar por casa lo que pasa y lo que no pasa cuando
te detienen: Lo de "tocar el piano", lo de la foto de perfil,
lo de la llamada al abogado, en fin, todo eso. Los "sintela"
escuchan con atención. Algunos se ríen. Pero no da risa.
"Y cuando nos detengan, cuando os lleve esposado el policía
y os vayan a hacer la foto los periodistas, levantad las dos manos en
alto para que se os vean bien las esposas". Escenifica Adolfo.
"No tengáis vergüenza". Concluye.
Me pregunto que se le estará pasando por la cabeza a estas personas
al oír estas palabras. Cómo se "come" esto.
Cuantas vueltas le darán esa noche al asunto tumbados en la colchoneta
o fumando un cigarrillo en la plaza de enfrente. La cosa es dura. Ir
a un calabozo, salir en los periódicos esposado, convertirse
en delincuentes, .y todo, por recuperar su puesto de trabajo. Sus habichuelas.
¿Es acaso esto una pesadilla, un mal sueño?. "¿Cómo
habré llegado, hay que joderse, hasta aquí?", pensará
más de uno.
Pues, mis queridos "sintela", la "culpa" es vuestra.
Por pertenecer a la clase trabajadora. Pero no sólo por eso.
Habéis llegado a este punto de vuestras vidas por vuestra lucha
ejemplar, por vuestros aciertos, por vuestra paciencia, por vuestra
unión, por vuestro esfuerzo, porque queréis volver a trabajar,
porque tenéis razón, porque os habéis hecho merecedores
de la solidaridad y apoyo de muchas personas y organizaciones, porque
lucháis contra el Sistema, por vuestros líderes, porque
tenéis tanta fuerza como para enfrentaros al Gobierno, a Telefónica,
a Fidalgo y a Toxo a la vez, pero, sobre todo, porque habéis
desobedecido. Porque os habéis revelado. Y, aunque sólo
sea por eso, merecéis ganar. No perdáis la Esperanza.
Ojalá todos y cada uno de nosotros fuéramos capaces de
desobedecer al menos una vez en la vida.
20/05/03
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