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A los trabajadores y los usuarios de este cybercafé
de Telefónica
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Quizá recordéis las imágenes
aunque no exactamente la fecha: hace justo un año, en Argentina,
la gente salía masivamente a la calle para protestar contra el
desastre económico y contra una clase política que quería
hacer pasar ese desastre por una fatalidad del destino, natural como
puede ser una lluvia de granizo que cae sobre los cultivos de un campesino.
Los amigos y amigas argentinos cuentan que esa noche fue inolvidable,
un pequeño milagro laico: se disolvió el hechizo de resignación
y conformismo y la gente se reencontró en la calle espontáneamente,
sin banderas, sin siglas, sólo con las famosas cacerolas en las
manos, hablando como nunca lo habían hecho, atravesando una ciudad
que ya no era tan sólo un escaparate de mercancías, reinventando
el placer de estar juntos. Por todas las esquinas comenzó a escucharse
un rumor, que pronto se convirtió en consigna unánime:
?que se vayan todos, que no quede ni uno solo?. Esa misma noche dimitió
uno de esos tristes monigotes de cartón pero antes mandó
disparar y la policía mató a 30 manifestantes. Los poderosos
no pueden tolerar que las gentes decidan alejarse siquiera un momento
del continuo martilleo mediático y comiencen a escucharse entre
sí y se animen viéndose tantos y tan fuertes y se pregunten
juntos si los desastres económicos serán como el granizo...
o no. Más bien necesitan que los unos desconfíen de los
otros, que la mayoría desconfíe de sus propias posibilidades
y que todos juntos encuentren algún chivo expiatorio a quien
linchar: los que vienen de fuera, por ejemplo.
Hoy, ocupando pacíficamente ..., queremos volver a traer a la
memoria pública aquellos acontecimientos. Pero no sólo
para solidarizarnos con los compañeros de Argentina, no sólo
para denunciar el nefasto papel que ha jugado Telefónica en esa
crisis, socializando pérdidas y privatizando beneficios, sino
también para decir bien alto y claro que *el mundo entero es
hoy en día como esa ciudad llamada Buenos Aires*, excepto quizá
en la resistencia que oponen las gentes al orden de cosas y la invención
que despliegan de otras formas de vida mediante asambleas, piquetes
o clubs de trueque. Pero también por aquí otros monigotes
de cartón intentan hacer pasar los desastres económicos
por lluvias naturales de fuel. También en la metrópoli
madrileña las seguridades se desvanecen, los contratos desaparecen,
las rentas se achican, la precariedad se agrava, la explotación
se intensifica (con sus logos y sus marcas, nos venden nuestros mismos
sueños y deseos, convierten nuestras formas de vida en modas,
desvían nuestras creatividad para producir dinero para ellos
y no mejor vida para nosotros, etc.).
Hoy hemos decidido recuperar por un rato lo que es nuestro: liberar
nuestras ganas de comunicar y aprender de sus peajes monetarios utilizando
libremente herramientas que debieran ser de todos, liberar desde sus
máquinas mensajes de complicidad a los amigos y amigas de Argentina,
liberar a las mismas máquinas del corsé propietario que
les impone Microsoft e instalar en ellas software libre, trastocar por
un rato las relaciones de consumidores-clientes y el espacio en que
se dan, interrumpir la obligación de trabajar malamente y hablar...
Reconstruir en el corazón de Madrid un pedazo pequeñito
de aquel Buenos Aires del 19 y el 20 de 2001. Estáis todos invitados.
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