Carta abierta a Alfonso Sastre en su 93º aniversario
Querido Alfonso:
El 20 de este febrero que tan mal ha empezado -con Catalunya asediada por las hordas judiciales y políticas de un Estado represor- cumples 93 años.
En cualquier otro país, sería todo un acontecimiento; pero en la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía -esta España ninguna, pequeña y cautiva que se cree una, grande y libre-, el hecho de que el más grande dramaturgo vivo de la lengua castellana llegue a tan avanzada edad importa poco; mejor dicho, importa mucho no darle importancia, si ese gran dramaturgo ha hecho de la verdad su bandera y de la denuncia de los abusos del poder su vocación insobornable.
Recuerdo el multitudinario homenaje que se le rindió a José Luis Sampedro cuando tenía tu edad actual, en el que participé activamente. Merecido homenaje, sin duda, pero convertido en un agravio comparativo por el silencio institucional que te acompaña a ti desde hace muchos años, por no decir desde siempre.
Y no solo institucional: en el mundo de la cultura, y muy especialmente en el del teatro, son muchas las personas que, como yo, tienen una deuda impagable con tu obra y con tu ejemplo, y su silencio duele aún más que el clamoroso ninguneo de nuestras degradadas instituciones. O dolería, si no estuvieras muy por encima de tan torpes agravios y tan cobardes omisiones.
Feliz aniversario, querido maestro, camarada y amigo. Que en tu soledad solidaria siempre te acompañe la serena dicha de la rectitud y la dignidad, la única compatible con la lucidez en este mundo regido por criminales.
Y cuando te apoyes en tu añoso bastón, piensa que no te sostiene solo a ti, porque es -eres- una de las columnas más sólidas de nuestra cultura y de nuestra lucha. Por muchos años. Hasta la victoria y más allá.