Catalunya…¿la Historia se repite?
Es un debate nunca resuelto. Probablemente la Historia nunca se repite. Pero parece que dice siempre las mismas cosas.
O que nos advierte y amenaza, con ellas. Los elementos que aparecen en la Historia, vuelven una y otra vez. Aunque se mezclan de otra manera.
Tal vez para dar un resultado diferente? Ojalá así sea, en el caso catalán.
En 1923, el Capitán general de Catalunya (Primo de Rivera), compinchado con don Alfonso XIII de Borbón, dio un golpe de Estado. Dicen los de la época, y posteriores, que el golpe tenía una extraña mezcla de intenciones. Primero, para atajar el ascenso imparable del movimiento obrero. Especialmente el anarcosindicalismo catalán.
Segundo, o tal vez primero según algunos, para cerrar el paso a los “separatismos” de la época. Es decir, los consabidos vascos y catalanes.
Que acababan de reunirse en Barcelona, con los gallegos (la Triple Alianza) y sellado un pacto casi de sangre. Para sublevarse por la independencia. Y, en tercer lugar, tal vez para tapar los graves y mortales errores cometidos en la guerra de Africa, en defensa de inconfesables intereses
La eficacia militar del golpe, produjo a los cinco días (18-9-1923) un decreto de represión contra el separatismo. Al mismo tiempo, se prohibió el uso de la bandera catalana y el uso del catalán en la administración pública. La presión sobre la cultura y la lengua catalana fue contundente. Se suprimió, en las escuelas de magisterio, el catalán. Y se clausuraron las cátedras de lengua y literatura catalanas, en la universidad. Se cerró el Centro Autonomista. Un organismo civil que promocionaba el catalanismo.
Fue destituido el presidente de la Mancomunitat de Catalunya (Puig y Cadafalch). Y la misma Mancomunitat, fue suprimida dos años mas tarde (1925). Este organismo era la primera forma de un cierto autogobierno. Una suerte de Generalitat, aunque menos. Se atacaron legalmente (por supuesto) otros órganos y centros del catalanismo. Como la directiva del Colegio de Abogados, que también fue suspendida.
Esta primera dictadura, duró hasta 1930. Tiempo suficiente para que el gobierno monárquico-dictatorial de España, amedrentara. O casi. A los catalanes. La Lliga Regionalista de Cambo (el Sota catalán) que había apostado por la dictadura, ante el avance obrero, empezó a asustarse. Acció Catalá, tuvo cierto valor al denunciar abiertamente a España, ante la Sociedad de Naciones. El Estat Catalá, de Francesc Maciá fue mas allá, intentando acabar con Alfonso XIII. En un atentado con bomba, descubierto por la policía. Luego, en 1926, intentó una mini-invasión, que también fracasó, en Prat de Molló. La CNT, por su parte, perseguida y diezmada, hubo de reorganizarse en la clandestinidad. Desde donde atacó un cuartel en el puerto de Barcelona.
Dicen los analistas que las consecuencias políticas a medio plazo fueron un descenso del partido de la burguesía (la Lliga Regionalista de Cambó) y un ascenso del nacionalismo de izquierda. Que buscó la alianza y complicidad con las izquierdas y los republicanos españoles.
De todos modos, la dictadura de Primo fue sustituida, en 1929, por una dictablanca (Berenguer) y las formas políticas, intelectuales y culturales conocieron un respiro. En este momento, primavera de 1930, se registró una iniciativa no muy conocida, pero bastante importante. Fue una especie de desagravio público, en lo político y en lo cultural, de una serie de intelectuales españoles (¿castellanos?) en favor y reparación de lo que España (su dictadura) había hecho a los catalanes.
Fue a finales de marzo, cuando un número importante, en cantidad y calidad, de escritores y políticos españoles, organizaron una visita a Barcelona. Entre estos, quizá los mas conocidos eran: Menéndez Pidal, Marañón, Ortega y Gasset, Américo Castro, Azaña o Albornoz. Todos estos intelectuales habían firmado, años antes, un manifiesto de elogio y exaltación de la lengua catalana. Con ocasión de una de las prohibiciones de la dictadura, por su uso en escuelas o iglesias.
Hoy, algún fiscal habría mandado investigar quién había pagado los viajes, abonado las comidas y escrito los discursos.
Entonces, según dicen, habría sido el mismo Cambó y su equipo quien se encargó de todo. En todo caso, lo sustancial no es esto. Nunca lo es. Lo verdaderamente importante es el carácter de solidaridad “internacional”, que tuvo la iniciativa y su aceptación o participación activa por estos intelectuales españoles.
También es importante registrar algunos de los párrafos de los distintos discursos, que según la costumbre de la época, se pronunciaban después de cada comida. El primero de ellos fue de uno de los anfitriones: el doctor Pi i Suñer, que entre otras cosas, afirmó:
“Como es el caso de la lengua y la cultura, en todo lo demás Catalunya recaba el derecho a su propia determinación.
Quiere usar de sus derechos como quiere cumplir con su deberes. Coartar aquellos, oprimir una colectividad a otra, un pueblo a otro pueblo, es tiranía. Y la tiranía es siempre peligrosa, porque hiere a la postre al propio tirano.”
La visita de amistad y apoyo no inquietaba al gobierno español, que lo consideró una operación de imagen de la Lliga de Cambó. Con cuyo apoyo contaba, sobre todo para mantener el orden social en Catalunya. Aunque si había algo que preocupaba a todos. Eran las intenciones discretas de la izquierda republicana española, en el viaje. El interés en contactar directamente con los políticos izquierdistas catalanes. Y las sospechas se manifestaron al saber que el verdadero motivo del viaje era, para muchos, este contacto con calado y alcance político. Mas allá del apoyo cultural.
Uno de los elementos que puso en alerta a las derechas (españolas o catalanas) fue la presencia de Manuel Azaña, entre los viajeros solidarios. Todavía desconocido para el gran público, el futuro presidente de la República española, hizo una de sus primeras puestas de largo en un discurso en Barcelona. El 27 de marzo, el joven republicano, se dirigió a un buen número de intelectuales izquierdistas y republicanos (catalanes y castellanos), a los que expresó, en primer lugar, su reconocimiento por el recibimiento y los agasajos catalanes a los “firmantes del manifiesto a favor de vuestro idioma” y siguió: “En efecto, en días de dolor para todos, singularmente amargos para Cataluña, pensando en vuestros sentimientos maltratados (…) queríamos deciros para que os llegasen unas palabras de ánimo y el testimonio de que no estabáis solos. Pero bien miradas las cosas no debéis agradecernos nada, porque queríamos solamente cumplir el deber elemental de exigir que os guardasen el debido respeto a la inteligencia, y en ella a la personalidad de los pueblos, que se manifiesta precisamente en las obras de la inteligencia. Y esto lo queríamos hacer (…) con plena conciencia de las realidades de Cataluña, de sus creaciones culturales y del rango que ocupa entre los pueblos peninsulares (…)
El rubor nos embargaba al ver que para oprimir a los catalanes se invocaban las cosas mas nobles, profanadas por la tiranía (…) ¿No habríamos de indignarnos aún mas al ver que para oprimir a vuestra Patria se tomaba como pretexto a otra Patria? ¿Al ver que nuestro idioma servía para promulgar en Cataluña unas leyes despóticas?¿Que se cometía la indigna falsedad de lanzar contra este país la idea de una España incompatible con las mas sencillas y justas libertades de los pueblos?. Contra todo esto se elevó nuestra protesta.
(…)
La alegría que me produce contemplar vuestra catalanidad activa procede de esto: el catalanismo, o dicho de otra manera, el levantamiento espiritual de Cataluña, nos ofrece la ocasión y el instrumento para realizar una labor grandiosa (…) Gracias al catalanismo será libre Cataluña, y al trabajar nosotros, apuntalados en vosotros, trabajamos para la misma libertad nuestra, y así obtendremos la libertad de España…(…)”
El cronista que ha recogido este discurso (el periodista Eduardo de Guzmán) aseguraba que las palabras del republicano madrileño sorprendieron e impresionaron favorablemente a sus oyentes. Por su frescura y sinceridad. Pero también por la distancia entre estas ideas y el discurso oficial que predominaba en España y su gobierno. Para algunos comentaristas catalanes (Amadeú Hurtado) el discurso de Azaña era “todo un programa de acción inmediata contra la Monarquía”.
A la que en ese momento se consideraba sostén de dictadura. Y que en ese momento estaba apoyando al gobierno Berenguer, como lo había hecho antes con el de Primo de Rivera.
Qué decir desde hoy? Cuando las fuerzas enfrentadas son casi las mismas. Cuando tantos elementos de este pasado de 1930 se pueden encontrar en Catalunya, en España…Cuando la dictablanda de Rajoy, tan demócrata y legalizada, ni se acerca de lejos a la del general Berenguer. Cuando los intelectuales madrileños, con las mismas excepciones de siempre, miran a otro lado o apoyan directamente las intervenciones y represiones en Catalunya