Con él no pudieron
En el Moscú de los buenos tiempos, no todo fue “culto a la persona” de sus grandes líderes. Caminando por allí pueden verse numerosas esculturas en las que se representa a los verdaderos artífices y beneficiarios del cambio revolucionario: los obreros anónimos.
A nosotros (que aún no tenemos “comisariados del pueblo” para mandar construir estatuas), en estos tiempos de famoseo y grandes frases, nos gustaría homenajear a uno de esos simples currantes, a uno de esos héroes anónimos que se juegan sus puestos de trabajo para hacer valer la justicia. A uno de esos a los que no invitarán a ningún plató de televisión para decir frases rimbombantes (quizá porque dirían justo lo que no se puede decir en ellos). A uno de esos que, aunque no saldrá en ninguna foto ni se llevará flamantes titulares (o incluso justamente por ello), pertenece a “los imprescindibles” de Brecht; porque – ¿quién puede dudarlo?- luchará hasta el final.
Rafael Moreno, “Fali”. Delegado sindical del SAT en un hotel de Sevilla. Un hombre que, como le contestó a una jueza que lo acusó de ir encapuchado a la huelga, ya sea en verano o en invierno se viste siempre con una simple camisa (eso sí, “arremangá” o no en función de cada estación... quien lo conoce lo sabe). Un hombre al que hemos visto desmayarse en la sede del sindicato, tras días sin poder descansar y por el estrés que supone a veces ayudar a decenas y decenas de trabajadores, de andaluces valientes que intentan organizarse en una época de autoritarismo empresarial sin límites. Un hombre que, justo la noche previa a ser imputado este viernes por un piquete en la Huelga General de 2010, apenas unas horas antes, estuvo repartiendo panfletos hasta la madrugada.
¿Qué le importaba otra noche sin dormir demasiado? Quería que todos los trabajadores posibles se enteraran: tres días después habría otro juicio. Esta vez por una demanda interpuesta por Luis Ocaña en nombre del SAT contra la patronal de la Hostelería de Sevilla. ¿Motivos? Dicho en pocas palabras, la patronal había pactado con los sindicatos mayoritarios algo ilegal en contra de los trabajadores: había renegociado y suprimido en el nuevo convenio (en pleno 2013) el aumento salarial pactado... para 2012, situándolo por debajo del IPC (artículo 9.2 del nuevo convenio colectivo). ¿Y desde cuándo se puede aplicar una ley de manera retroactiva, para un periodo anterior a su promulgación?
Como consecuencia de esta ilegalidad, a 35.000 trabajadores se les deben 900 euros de media. Pero ante la demanda del SAT, los sindicatos mayoritarios no se han unido a ella. Ni siquiera han tenido la decencia de mantener un prudente silencio. Han ido recogiendo firmas con una hoja en la que figura la siguiente calumnia: “por culpa del SAT” (que “pide demasiado”), la patronal no va a querer firmar un nuevo convenio y va a rebajar los sueldos al Salario Mínimo.
Interesante argumento. Los sindicatos mayoritarios, que nos dejaron en esta situación infensa firmando un nuevo convenio sin ultraactividad (es decir, que no se renueva automáticamente si no se llega a un nuevo acuerdo), nos acusarán a nosotros si su nefasta gestión en la mesa negociadora (¡en la que el SAT ni siquiera está!) nos acaba dejando sin convenio. Hemos visto excusas mejores.
Por lo visto, la culpa será del SAT por reclamar el dinero que se le debe a los trabajadores... ¿Había acaso demanda del SAT en Jaén, Granada o Huelva, lugares donde estos sindicatos tampoco han sido capaces de que la patronal firme un nuevo convenio de Hostelería? Y, en todo caso, ¿qué hay de aquello de movilizar a los trabajadores para evitar una salvajada como la que se amenaza hacer? Quizá eso también sean cosas del pasado y “decimonónicas”. Sí. Ellos prefieren emplear sus recursos en recoger firmas contra quienes luchan por mantener los salarios (algo anticuado, sin duda). O, como dijo nuestra compañera Esther, en recoger firmas para la loable causa de que los trabajadores se bajen los salarios de manera retroactiva.
Pues bien, en estas circunstancias nuestro compañero Fali ha llegado a ser gravemente amenazado para que retire la demanda (¿acaso temen que sea justa y ganemos?). Lo hemos presenciado. Probablemente – y sería genial que se nos corrija si nos equivocamos- estos “liberados” no hayan amenazado a los de las tarjetas opacas. A los de los cursos de formación. A los de los ERE's irregulares. Pero ¿a sindicalistas del SAT que “piden demasiado”? A esos hay que “partirles las piernas” y lanzarles “cuchillás”. ¡En nombre de la unidad sindical, faltaría más!
Desde aquí, humildemente (algo que aprendimos de él), queremos dar todo nuestro apoyo al compañero Fali (al que sabemos que, enemigo de todo protagonismo, ni siquiera le gustará aparecer en estas líneas). Nos gustaría tener más apoyo para ofrecérselo al sindicalista que ya sea verano o invierno se viste con una simple camisa. Un sindicalista que no sabe lo que es cobrar un solo euro o peseta por su labor, por su lucha; pero que sí sabe lo que es madrugar por todos nosotros. Un andaluz sencillo, al que le gusta bromear, irse los domingos al campo, ver los partidos del Sevilla. Un hombre que no tuvo estudios, pero cargado de experiencia y sabiduría (y capaz de machacar al ajedrez a todos los parroquianos de “Casa Cornelio”). Un hombre que no saldrá en fotos ni dirá frases en platós humeantes, pero al que conocen en cada humeante puerta de servicio de cada hotel de su ciudad (y en muchos otros puestos de trabajo de la misma).
Nosotros -la verdad- no tenemos fotos con nadie famoso. Ni falta que nos hace. Tenemos el honor de haber luchado codo con codo con personas así. Personas que, no se sabe por qué milagro, entregan todo su tiempo y esfuerzo para ayudar, ayudar y ayudar a otros trabajadores sin obtener nada material a cambio, pero obteniendo la satisfacción de crear, con su praxis, solidaridad obrera y conciencia de clase. Y en tiempos oscuros donde se procesa a la dignidad y se premia la cobardía; donde al acoso de la patronal y las amenazas de los jefes se suman amenazas de esta amarilla mafia sindical, todo el apoyo que le demos a este compañero es poco.
Hemos oído decir a Fali, con melancolía, que con tanta lucha se ha perdido la infancia de sus hijas. Quizá. Pero sus hijas no se han perdido su ejemplo. Ahí vimos a su Rocío, una alumna de 3º de ESO, batiéndose con la secretaria de los juzgados y logrando entrar a la sala para ver, orgullosa, a su padre en el banquillo de los acusados. En el banquillo donde se sientan los justos (con j minúscula) cuando la Justicia (con J mayúscula) es una farsa.
Fali le ha enseñado mucho a sus hijas con su actitud luchadora, consciente, valiente. Les ha enseñado mucho negándose a retirar la demanda. Nos ha enseñado mucho a todos con su generosidad. Intentaron hasta lo más sucio, pero no importó. Con él no pudieron.