Contra la especulación y la subida del precio del aceite ¡¡Soberanía para el pueblo andaluz!!
El aceite de oliva es un producto de primera necesidad y uno de nuestros mayores pilares culturales: la gastronomía de nuestro país, Andalucía, gira en torno al aceite de oliva y nuestra economía lleva milenios movida por ese oro líquido que durante generaciones hemos extraído de las venas verdes de nuestros campos.
Andalucía es el primer país productor de aceite de oliva del planeta, con más de un millón de toneladas de aceite por campaña, aunque en este 2022 esta producción reducida a unas 600.000.
Víctima de su situación como nación oprimida en el Estado español, Andalucía no tiene instituciones políticas soberanas -como un Estado propio- que regule la exportación de este bien básico ni establezcan precios máximos.
Durante décadas, ha transferido valor exportando el producto a granel. Sin embargo, otros países con instituciones soberanas como Turquía han suspendido la exportación a granel de aceite de oliva, como una fórmula para seguir vendiendo aceite envasado y retener su valor añadido. Ahora se le añaden unos precios prohibitivos para la mayoría de la población.
El aceite se está convirtiendo de un bien de primera necesidad a un producto de lujo para la clase trabajadora. El aceite de oliva virgen extra ha pasado de 3.57€/L a 7.10€/L, un 98.8% más caro, según el boletín semanal que emite el Ministerio de Agricultura del Estado español, el mismo ministerio que con el “socialista” Luis Planas dijo: “El precio del aceite no se puede regular a menos que llueva 4 semanas seguidas”. Es decir, tendremos que volvernos a encomendar a la Virgen del Rocío, no para que nos dé trabajo, como decía la Ministra de Trabajo del Partido Popular Fátima Báñez, esta vez para que llueva. Ni que decir tiene que con este Gobierno provisional tenemos un Ministerio de Consumo que se tendría que dedicar a la regularización de los precios, y más con el “comunista” Alberto Garzón a la cabeza, que lo único que hizo en los más de 4 años al frente del Ministerio fue poner un impuesto a las bebidas azucaradas y de paso subir el precio en zumos y batidos para niños sin azucares añadidos.
La propia vicepresidenta del gobierno español, Yolanda Díaz, declaraba hace unos días que «necesitamos un gobierno que actúe contra la inflación y la especulación”, sin recordar que ella misma forma parte del ejecutivo estatal actual.
¿Cómo es posible que, si Andalucía es el mayor productor del mundo de aceite de oliva, un litro de este cueste más aquí que en otros lugares de Europa? Debido a la política económica colonial de extracción que el Estado español tiene sobre Andalucía y que expresa una de las características del capitalismo en su actual etapa senil: la concentración de la producción formando monopolios. Los precios del aceite de oliva siguen siendo cautivos de las grandes empresas del envasado y la comercialización de las que son extremadamente dependientes centenares de pequeñas cooperativas y almazaras que, antes o después se verán absorbidas por los monopolios. Son estos los que expolian nuestras tierras, nuestros olivares y nos arrancan de nuestras manos nuestro aceite y lo exportan barato a su Unión Europea. Y a ello ayuda también la concentración de la propiedad agraria en Andalucía es un proceso que arranca de nuestra conquista por parte de la corona castellana y que ningún gobierno del Estado español posterior ha tenido interés en solucionar, defendiendo los intereses nobiliario-burgueses. La actual estructura de la propiedad agraria es fruto de la conquista medieval y, por tanto, es ilegítima, evidenciando que la liberación social de Andalucía pasa por su liberación nacional. La sobreexplotación del proletariado en el medio rural andaluz viene, además, asociado a otros problemas como las redes clientelares, la obligación de comprar peonadas, los jornales en negro. La gran propiedad agraria no ha dejado de crecer: las propiedades agrarias en Andalucía de más de 100 hectáreas eran el 54% en 1930, hoy son casi el 70% de las existentes.
El aceite de oliva es nuestro oro líquido, un legado histórico y cultural que debería ser repartido gratuitamente en nuestros colegios, tiendas y plazas de nuestro país. Deberíamos nadar en la abundancia oleaginosa y regalar botellas de aceite de oliva virgen debería ser costumbre en las fiestas populares de cualquier pueblo de Andalucía como antaño.
En el momento actual la única salida para que las andaluzas podamos consumir el aceite de oliva que producimos es la ruptura con el capitalismo y con los gobiernos que desde Bruselas, Madrid y Sevilla apoyan a los oleoespeculadores. La problemática oleícola vuelve a poner de manifiesto la necesidad de la República Andaluza de Trabajadoras que establezca un control de la economía regulando la exportación de aceites de oliva bajo el principio de que nuestra producción de aceite de oliva debe cubrir las necesidades de nuestro pueblo, estableciendo unos precios máximos del aceite de oliva y protegiendo la producción del pequeño campesinado frente a las grandes empresas del sector.
¡Que nos devuelvan nuestra tierra y nuestro aceite!
¡Por una economía socialista y andaluza!
Permanente de la Comisión Nacional de Nación Andaluza
Andalucía, 20 de septiembre de 2023