Cuestion de Cabrones

A falta de conocer las verdaderas proporciones del vertido de petróleo en torno a la costa de la playa grancanaria de El Cabrón, se ha desatado una discusión entre las diferentes administraciones señalándose unas a otras sobre su responsabilidad primera en las tareas de intervención para frenar los efectos contaminantes del vertido.

Transcurridas 48 horas del siniestro en la reserva marina de Arinaga y mientras don Paulino reprochaba al gobierno español la falta de control sobre el tráfico de petroleros por "nuestras" aguas, aún andaban los solitarios efectivos municipales de Aguimes retirando el negro pringue que arribaba a la costa; el otro el que flotaba, Dios dirá.

Hasta es posible que, sin prisas ni sofocos, el Cabildo, el gobierno autonómico y el ejecutivo de Madrid estén pensando en jugarse por sorteo o a las cartas cuándo y que tipo de labor de limpieza realizará cada una de las administraciones.

Aparte de la evidenciada minusvalía política del gobierno canario, la esperpéntica situación creada por la discusión sobre las atribuciones competenciales de cada gobierno, en resumen, es más de lo mismo. Canarias, y el mar que le circunda, se nos presentan como un ente geográfico fantasma, sin normas, leyes ni fronteras y al albur del primero que nos quiera cagar encima.

Y es que vuelve a resaltar la obviedad que hoy, por no ser, los canarios no somos ni españoles.