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Asturies :: 22/10/2006

De cómo se convierte Asturies en un pueblo de sirvientes

Carlos X. Blanco
La acción brutal de las leyes capitalistas sobre áreas hasta hace poco autosuficientes y de claro predominio agropecuario es un fenómeno que hoy puede registrarse en la el país asturiano.

La imposición de un modo productivo capitalista con exclusividad dentro del campo, junto con la desindustralización de comarcas urbanas y semiurbanas próximas a esta vida rural digna (aunque espartana) ha desertizado regiones tradicionalmente dotadas de una alta densidad de población como es Asturies. Emigrar, desaparecer, es la alternativa que el capitalismo globalizado ha ofrecido a numerosos núcleos asturianos, La alternativa turística (que no es una verdadera alternativa) ya era conocida en la Inglaterra victoriana que experimentó Marx en vida: los "pueblos escenográficos", donde la primitiva vida rural (y ahora hay que añadir también la minera, pesquera o industrial) queda reducida a un simple decorado, falso y estilizado, donde casi nadie pueda ya vivir por más que en las fotos parezca un "paraíso natural" y un museo viviente de etnología. Se representa a diario la comedia de una edad de oro perdida, que sólo en refugios severamente limitados en número pueden todavía contemplarse por la mirada de turistas. Esto es indecente.

El fenómeno de la marbellización está llegando a las costas asturianas. Junto a una legislación estricta contra los propietarios modestos de fincas y "fines-de-semana" frente al mar, hay un tratamiento de favor a las constructoras de adosados y demás géneros extranjeros de construcción a pie de playa. El fenómeno de los campos de golf, multiplicándose sin cesar por el país astur, y especialmente en las zonas de costa, corre el riesgo de alcanzar unas dimensiones destructivas, a un mismo tiempo, del paisaje natural, el equilibrio ecológico y la identidad nacional de Asturies. Para empezar, es muy sospechosa tanta "afición" por un deporte que nada tiene de popular, y menos en el país asturiano. Ocurre con el golf algo análogo que con las corridas de toros. Una actividad extraña a la raigambre popular de Asturias, que causa, como mínimo enormes recelos entre sus naturales, es importada de fuera por unas elites buscadoras de lucro, o ansiosas por alcanzar un estatus social encumbrado por medio de maniobras aculturizadoras. A parte de esa burguesía elitista con "manías aristocráticas", como decía Marx, los practicantes del golf en los campos del litoral asturiano son, por regla general, ciudadanos de otras comunidades autónomas que, aprovechándose de la marbellización del cantábrico asturiano, han fijado su residencia en este país, reducido a una colonia. Una colonia de veraneo, con numerosas villas -antaño boyantes, pesqueras y comerciales- que han visto hoy cómo se convertían en pueblos fantasmas en invierno, castigados por la emigración de sus naturales, pero también en enormes ciudades de vacaciones en verano, a donde acuden los nuevos amos del suelo y del lujo. Los nativos han tenido que malvender sus propiedades y cualificaciones más al sur, más al levante, mientras que su tierra y su pueblo se han reducido a ser el "paraíso del turista". Este "paraíso natural", como reza la propaganda oficial del Principado, ya no tiene nada de natural si sus naturales no pueden vivir en su propia tierra con los medios que le eran tradicionales. Tan solo el servir (en el sentido literal de la palabra) a los nuevos amos: esta es la alternativa que la hostelería y el golf les ofrece.

En todas las regiones del mundo en que ha penetrado el capital, este exigió una profundización en la escisión entre trabajadores y medios de producción. Los esclavos y siervos, ligados como estaban a los demás medios de producción, no eran obreros "libres". Había una red de lealtades y deberes entre personas que no tenía que ser rota por la lógica del capital. Cuando ésta lógica ejerce su labor disolvente, una serie de personas que se insertaban en el aparato productivo con funciones y roles específicos de su sistema, se convierten de inmediato en obreros "sueltos". La red de lealtades y cooperaciones ya no existe para protegerles desde ese momento. Sólo colaborarán en la producción a través de una vía: la venta de su fuerza de trabajo al mejor postor. La eliminación de "rigideces" en los actos de colaboración (por razón de vínculos con la tierra, familia, hábito, vecindad) supone la desolada "libertad’ del individuo. Libertad de emigrar. Libertad de pasar hambre sin una red difusa de apoyo.

 

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