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Estado español :: 28/04/2005

Desacuerdos: un insulto a la memoria y a la inteligencia

Taller de Investigaciones Subversivas UHP / La haine-Granada
Primera anotación mental tras visitar la exposición"Desacuerdos. Sobre arte, políticas y esfera pública": Quien controla el presente, escribe el pasado. Segunda anotación mental: Quien controla el presente y escribe el pasado, trata por todos los medios imaginables de meter el futuro en una caja de zapatos. Esto podía pasar. Era evidente que a algún moderno cabrón con inquietudes sociales y preparación académica acreditada, le podía dar por meter fragmentos de nuestro pasado más reciente e inmediato en vitrinas de cristal.

"Hay tiempos en que se debe usar el desprecio con economía a causa del gran número de necesitados"
Chateaubriand, Memorias de Ultratumba.

"Los imbéciles, que forman la gran masa de los llamados entendidos, no se equivocan nunca: sólo aclaman lo inofensivo"
Aldo Pellegrini, La acción subversiva de la poesía.

Primavera del año 21 de la Era Orwell. Ciudad de Granada.

Primera anotación mental tras visitar la exposición "Desacuerdos. Sobre arte, políticas y esfera pública": Quien controla el presente, escribe el pasado. Segunda anotación mental: Quien controla el presente y escribe el pasado, trata por todos los medios imaginables de meter el futuro en una caja de zapatos.

Esto podía pasar. Era evidente que a algún moderno cabrón con inquietudes sociales y preparación académica acreditada, le podía dar por meter fragmentos de nuestro pasado más reciente e inmediato en vitrinas de cristal. En Barcelona ya había algún que otro antecedente, pero -como es por todos y todas conocido- esa ciudad está llena de modernos cabrones. La cepa se reproduce por doquier, y parece que en ningún lugar de este pestilente estado nos vamos a librar del mal postmoderno (o sobremoderno, nosotros ya nos perdemos). Corren tiempos de talante progresista, tolerancia multicultural, fritanga intelectual y gafas de pasta. De hecho, existe tanto margen de libertad que hasta las instituciones (académicas y museísticas en este caso) pueden soltarse la melena y coquetear con los chicos de la izquierda. Estos, conscientes de su potencia antagonista, consideran ese coqueteo como irrefutable prueba de su poder (o contrapoder, tanto más da). Pero a estas alturas, sólo alguien que ve en el uso de los mensajes entre teléfonos móviles una praxis comunista (el pope trasnochado Negri habló de la "Comuna de Madrid’, con motivo de lo ocurrido entre el 11 y 14 de Marzo), puede creer que colgar sus carteles en la pared de un museo o pegar sus libros a una de sus mesas sirve para difundir a las masas algún tipo de crítica a lo establecido.

Ya los situacionistas avisaron hace décadas de que no a todo se le puede dar vuelta. A veces se va de listo, y se llega a pensar que de listo que se es se puede utilizar la boca del amo para hablar. A veces se va de listo, pero se es irremediablemente necio. Es entonces cuando alguien en la trastienda ríe a carcajada suelta. Un policía del pensamiento te abre una puerta y te susurra: "Tú, si tú, el cognitario, el fragmento de la multitud que viaja a la deriva... aquí tienes una línea de fuga, chaval, y es toda tuya". Y la historia se vuelve a repetir, el que quería hacer un déatournement con los materiales del sistema, se ve déatournement-eado por ese sistema. O lo que es lo mismo: el presunto desviador de lo establecido, se convierte en herramienta para desviar la lucha de quien osó plantar cara a lo establecido. Sólo así se entiende que en un jodido museo se cuelguen carteles de la COPEL (Coordinadora de presos españoles en lucha), pertenecientes a uno de los periodos más duros y sangrientos en lucha por la dignidad dentro de los talegos, sin ninguna contextualización, sin ningún porqué... simplemente, como parte de la producción improductiva del general intellect de los años setenta y ochenta (según explica el batiburrillo intelectualoide que te dan al entrar en la muestra).

Una de las capacidades que mejor definen al orden capitalista en su actual grado de desarrollo, es la de anular toda posibilidad tanto de recuerdo como de proyecto. El mundo se cierra así sobre sí mismo, haciendo a los sujetos dar vueltas alrededor de un estercolero. No hay ayer de la misma manera que no hay mañana, y por eso, el hoy no sabe absolutamente a nada. De la lucha de los presos sólo queda un retazo, un trozo de papel impreso que es puro significante sin significado alguno. Porque todos sabemos, que los presos no existen, que no compran en centros comerciales, o que si existen, viven en algún lugar en circunstancias muy parecidas a las nuestras (se nos viene a la memoria aquél glorioso reportaje del País Semanal de hace algunos años, en el que los talegos eran algo bastante parecido a las casas de los programas televisivos en los que los concursantes se encierran voluntariamente, con su piscinita y todo...).
Todo el mundo sabe que nunca jamás se expuso nada con vida en un museo. De la lucha y de los muertos sólo queda el polvo y el silencio. No hay lucha, no hay muertos. No habrá lucha, no habrá muertos. Y por supuesto, mucho menos victoria. Lógica aplastante la del poder y sus señuelos: las multitudes y las prácticas antagonistas. Encomiable labor la suya, la de taxidermistas y sepultureros.

El mensaje ha sido lo suficientemente claro para que el que quiera leerlo lo haga. Época de tolerancia, tiempos de domesticación. Los amos sólo dialogan con sus posesiones, si se acepta la invitación al juego se pasa a formar parte del juego. Se pasa a ser el juego. El poder se vacuna, asume pequeñas dosis de rebeldía y demuestra que hay sitio para todos y todas bajo su paraguas. Plantillas realizadas en las pulcras paredes de los templos del arte, manuales de robo anclados a una mesa para que nadie los trinque, propaganda sobre la precariedad en la casa de los precarizadores etc. El padre comprende a sus hijos (definición: aquellos que no son ni violentos, ni agitadores, ni terroristas, ni salvajes etc), les entiende. A veces, puede ser que les comprenda y entienda tanto, que acabe por regalarles un chiringuito para que reproduzcan su miseria a perpetuidad. Y así el mensaje queda más claro aún: "Si quieres, puedes. Únete a nuestra plantilla sin vestir nuestro uniforme. Comprueba las ventajas de seguir siendo progre y contestatario bajo nuestro consentimiento. Se hacen más amigos y se corren menos riesgos".

En otro orden de cosas, no merece la pena entrar a valorar los contenidos de la muestra. Bajo el escudo de "aunque tiene un recorrido histórico no se limita a presentar una sucesión unívoca de obras o un solo tema (...), sino que se despliegan varias líneas de sentido que van a atravesar las décadas que se han puesto en escena", los comisarios (curioso chiste de las palabras) de la exposición cuelgan un par de cómics setenteros, unos vinilos de 7 pulgadas y unos cuantos fanzines, y se despachan el asunto. Un trabajo cutre, chapucero y teóricamente mediocre. Gracias. Un corta y pega de Word a escala museística. A quien le cuelen el discurso, que se joda por imbécil a pulso.

Poco más. Nunca pensamos que observaríamos un ejemplar del "Manuscrito encontrado en Vitoria" metido en una urna de cristal, con el aliento de un guardia jurado a nuestras espaldas y una cámara apuntando a nuestro cogote. Se han superado. La banalización amenaza con barrerlo todo. Deberemos pues comenzar a partir escobas.

La guerra social continúa.
Larga vida a la diferencia.
Arriba los proyectos,
En nuestros corazones la memoria.

Texto Colectivo producido en el Taller de Investigaciones Subversivas UHP.

 

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