Dos Generaciones de Militantes renuevan su compromiso de lucha por la liberación nacional y de clase
Sobrados motivos tenían los y las representantes sindicales de Intersindical Canaria para conmemorar y celebrar el 20 aniversario de la fundación de su organización. Recordamos que corría el año 1994 cuando, con renovado empuje, la totalidad de organizaciones nacionalistas canarias concentraron sus fuerzas para conformar la que hoy ha pasado a ser la principal organización de trabajadores/as canarios y el más potente referente de la lucha sindical para la liberación nacional y de clase del país canario.
Dos generaciones de sindicalismo se dieron la mano este día, 3 de diciembre en el salón de actos del Edificio sindical de Santa Cruz de Tenerife para renovar su común compromiso de lucha. Los representantes de los sindicatos que hicieron posible aquella unidad sindical (SOC,CANC, CCT y STEC) y que hoy continúan aportando su actividad y experiencia, junto a los más recientes militantes que ya, con paso firme, levantan la antorcha de lucha de la que flamea la roja lengua de fuego.
Como obligado complemento, el acto contó con la singular presencia y el reconocimiento a varios veteranos activistas, hombres y mujeres, entre los que se encuentra el que ha venido a ser un verdadero faro de la organización, el compañero Domínguez, quien, habiendo superado los 80 años, aún mantiene el cumplimiento voluntario de su jornada laboral diaria como militante.
Antonio Sardá, Paco Aguilar Tophan, Oswaldo Brito, Vicente González y otros históricos militantes, junto al Coordinador general, Manuel Marrero, cerraron esta primera sesión de una obra con largo futuro que, seguro, ocupará una destacada página de la historia de nuestra Nación Canaria.
Reflexiones a los veinte años de andadura de Intersindical Canaria
Por Francisco Aguilar Tophan
Intersindical Canaria no es la historia de veinte años, es la historia de los movimientos obreros de Canarias desde la conquista hasta hoy. Es la historia de aquellos que han dejado su vida en las diferentes luchas por defender los derechos de los trabajador@s y los de un pueblo que no quiere estar perennemente sometido ni por el poder político ni económico, un pueblo que siempre ha luchado por decidir lo que quiere y defender su identidad.
Todos sabemos que estos veinte años de I.C. se iniciaron por la confluencia de varias organizaciones sindicales: la Confederación Autónoma Nacionalista Canaria, Sindicato Obrero Canario, Sindicato de los Trabajadores de la Enseñanza de Canarias, Sindicato Canario de Salud, Confederación Canaria de Trabajadores. No fue fácil, porque los distintos orígenes de cada una de ellas y la complejidad de la fusión sólo se superó cuando todos pusimos en común lo que nos unía: ser partícipes de la lucha reivindicativa de la clase trabajadora en el contexto territorial de Canarias. En una sola lucha, la dignidad como trabajadores y como pueblo.
Mis contactos con la Confederación Autónoma Nacionalista Canaria tienen su origen en los años posteriores a su II Congreso. Su lema: “Una alternativa para Canarias desde el socialismo autogestionario”. La CANC, era una organización integral que defendía, como se señala en sus documentos, “la autogestión y participación de los trabajadores en la resolución de sus problemas y la construcción coherente y profundamente popular de la identidad nacional de Canarias”. La trayectoria asamblearia y autogestionaria fue atractivo más que suficiente para integrarme en el sindicato. Uniéndome a las luchas de diferentes sectores laborales llegó el momento de ejercer como Secretario General de la CANC con la responsabilidad añadida, con otros muchos compañeros (quiero citar aquí la encomiable labor de Antonio Sardá), de finalizar las conversaciones para constituir la I.C. Momento que creí debía dejar los cargos organizativos e integrarme de nuevo en la lucha de base en mi actividad laboral.
No hay lucha de trabajadores que se pueda ganar si no hay unidad y claridad de ideas, ¿Qué queremos como trabajadores y como pueblo?. Las trampas del poder económico y político son múltiples, el miedo es uno de sus instrumentos. La Reforma Laboral debilita a los sindicatos y trabajadores, fundamentalmente porque anula la capacidad de negociación colectiva y da todo el poder a los empresarios que utilizan el miedo para someter a los trabajadores que al final de cuentas son los que generan la riqueza que ellos se quedan. Los puestos de trabajo no los crean los empresarios, si fuera así también serían los responsables de su destrucción. Los puestos de trabajo los crea la actividad económica que genera una sociedad para producir riqueza para todos. Sin embargo, los responsables de poner esos puestos de trabajo en marcha marcan el ritmo sin importarles para nada los trabajadores y sus vidas y así rapiñan toda la riqueza que pueden.
Finalmente quiero sugerir que reflexionemos sobre el tipo de sindicalismo que hacemos. ¿Nos estaremos convirtiendo en un sindicalismo de servicio sin contenido ideológico? ¿Nos adaptamos a las luchas que plantean muchos trabajadores desde sus empresas y desde la sociedad? ¿Estamos dejando que nos sigan marcando el paso desde el miedo y la acomodación?¿Qué acciones debemos poner en marcha la clase trabajadora para propiciar el cambio que la sociedad de hoy demanda, hacia un modelo económico diferente?....
Por la dignidad de los trabajadores y del Pueblo Canario.
Por el Marco Canario de Relaciones Laborales.
La contribución de la CCT a la unidad del sindicalismo canario
Jaime Bethencourt
Curtidos por una dura lucha sindical que se inicia como embrión de organización sindical clandestina en 1976, la Confederación Canaria de Trabajadores (CCT) ya desde el inicio de su andadura suma suficiente currículo ideológico anti sistema como para ser objetivo prioritario a batir por el sistema capitalista español y sus diversos tentáculos represivos.
A sus principios revolucionarios de clase hacia el socialismo y la toma del poder político por los trabajadores como grupo social mayoritario, nuestro sindicato profundizó en las razones por las que la canaria no era homologable a la clase trabajadora española y por qué de esa diferencia había que trazar caminos diferenciados y singulares para lograr nuestra emancipación. Los inferiores salarios, las mayores y más duras jornadas laborales, los peores convenios colectivos, los desiguales y precarios servicios sociales, los mayores niveles de desempleo o la peor formación básica o universitaria no eran atribuibles sólo al periodo de la dictadura aún en activo. Esa discriminación ya era conocida con los regímenes republicanos y monárquicos, tal como luego también se confirmó durante la posterior y actual democracia. Era el santo y seña reiterado durante años y siglos independientemente de color político de gobierno que accediese a la jefatura del Estado, ejerciese mayor o menor autoritarismo o fuese o no el resultado de las urnas. Y como vemos, a poco de observar los actuales indicadores sociales, así hoy aún continuamos.
Era lo que definíamos ya entonces como la doble explotación que cual latigazos ha recaído históricamente sobre los trabajadores canarios: la opresión social, equiparable a cualquier otro trabajador más allá de nuestras fronteras insulares, a la que se suma la explotación colonial que nos sumerge durante siglos a una dependencia económica en favor de España y Europa, potencias administradoras que nos sobre explota como clase, pero además, lacera nuestro desarrollo con la salvaje extracción de beneficios de nuestro territorio insular hacia el exterior, ello, con la servil complacencia de la cobarde y dependiente lumpen burguesía insular.
La CCT, se forja al calor destacadas luchas obreras que llegaron a poner el jaque al gobierno español
y de ahí la dura reacción represiva policial y judicial contra sus líderes y que en el caso de determinadas prolongadas huelgas como la de Limpieza pública, el tabaco, el frio industrial, o los artesanos panaderos, las autoridades llegaron a temer fuese el inicio de un movimiento insurreccional. La huelga general de 19 77 convocada a través de los "sectores en lucha" (dirigida por el conjunto de sindicatos nacionalistas) cuya represión desencadenó el asesinato de Javier Fernández Quesada, se mantendrá indeleble en el paso del tiempo como símbolo de la dura lucha hacia la emancipación de la clase trabajadora canaria.
La Confederación Canaria de Trabajadores CCT, sobre todo en sus inicios, quizás desarrolló una acción sindical egocéntrica y exclusivista. Pero, ciertamente existían circunstancias que justificaron y propiciaron tal comportamiento. Por un lado, debido a la posición desafiante y agresiva del sindicalismo español y pactista hacia la ideología que representábamos, pero además, también condicionada por la política posibilista y más moderada desarrollada por el resto de las organizaciones sindicales de obediencia canaria con las que luego se alcanzaría la unidad. Estas circunstancias animaron a los aparatos represivos del Estado a desarrollar una acción represiva especial y sin cuartel contra nuestra Confederación que, de alguna u otra manera, indujo a la CCT a realizar movimientos de acercamiento a posiciones unitarias en el objetivo de romper el cerco a la que estaba sometida, favoreciendo además de tal forma la mejor y más compacta organización de los trabajadores y del conjunto del disgregado sindicalismo nacional canario.
Se establecieron así los primeros contactos con el Sindicato Obrero Canario (SOC), organización sindical más próxima a los postulados ideológicos nacionalistas y anticolonialistas que formulaba la Confederación Canaria de Trabajadores. Tras aprobar los congresos respectivos de cada sindicato la fusión, esta tenía lugar el 2 de agosto de 1985 en una asamblea conjunta de delegados.
El tiempo despejó cualquier duda sobre el espíritu y la apuesta unitaria de los militantes y líderes de la CCT, habiendo contribuido desde entonces de forma decidida y notable al fortalecimiento y expansión de Intersindical Canaria cuando, ya fusionada con el SOC, se incorporó en Intersindical Canaria, organización unitaria que ahora celebra su 20 cumpleaños en unas condiciones sociales y laborales impuestas por el sistema colonial-capitalista, ciertamente, tan o más inclementes que aquellas con las que iniciamos nuestra andadura hace ahora 38 años y a las que hoy continuamos, con mayor o menor acierto, dando respuesta.