El Estado pertenece al pueblo y hay que defenderlo
El filósofo francés Denis Collin (Rouen, Francia, 1952) nos sorprende gratamente con un nuevo volumen, Nación y Soberanía y otros ensayos (Letras Inquietas, 2022). Los temas analizados ya habían sido objeto de otro libro, En Defensa del Estado Nacional, publicado en el mismo sello editorial el año pasado. En estos tiempos de globalización, proceso infame que se conjuga necesariamente con la atomización de la sociedad, los autores que dan un paso al frente en la defensa del Estado-nación como baluarte necesario para la autodefensa de los pueblos, incluso cuando son autores procedentes de la izquierda marxista, llegan a ser calificados -ipso facto- como reaccionarios.
No se ve claro por qué razón la causa de los pueblos, esto es, la causa de las clases trabajadoras que defienden la dignidad del trabajo y un marco legal protector de sus intereses y de su bienestar, habría de ponerse del lado de intereses a) globalistas, b) supremacistas. No se acaba de entender la creciente tendencia de las élites que se presentan como izquierdistas y progresistas, p.e. en las cúpulas sindicales y partitocráticas, una tendencia a liquidar la existencia de un Estado-nación, cuando este instrumento es, en realidad, un ente que imperativamente debe ponerse al servicio de los pueblos.
a) Liquidar el Estado-nación por medio de cesiones de soberanía a entes supranacionales, como ya comenzó haciendo el PSOE de Felipe Gonzáles metiéndonos con calzador y con numerosas bajadas de pantalones en el seno de la OTAN y de la CEE (ahora UE) no fue “progresista”. Fue un ataque a la clase trabajadora. Todo el desmantelamiento de la razonable autarquía económica española se hizo al servicio de los amigos de la casta política socialista, al servicio del gran capital, dentro de una oleada mundial de privatizaciones y de neoliberalismo radical y violento. No olvidemos que el PSOE fue el principal agente del neoliberalismo en España durante los años 80 y 90.
b) Liquidar el Estado-nación por medio de cesiones a regiones gobernadas por élites provincianas supremacistas, que consideran que su entidad -ahora comunidad regional autónoma- debe reclamar privilegios especiales y derecho a la secesión. Nunca se ha visto escándalo mayor en la tradición de la izquierda política que la tendencia a apoyar ideologías supremacistas. Una cosa es el apoyo a nacionalidades oprimidas, y otra es el sostenimiento y ensalzamiento de ideologías supremacistas que, haciéndose las víctimas quieren reproducir en una fracción del Estado las características propias de un Estado sometido al capitalismo, sólo que más pequeño y, por ende, más susceptible de ser controlado por el verdadero “internacionalismo”, el realmente existente: el del capital.
Las dos liquidaciones, a y b, suponen una auténtica perversión del Estado-nación, y una perversión de las actitudes de la autodenominada izquierda política para con él. Al profesor Collin le preocupa sobremanera la primera, a, la de signo globalista. Nunca debe confundirse el internacionalismo con el globalismo. Toda reflexión y toda acción socialista o izquierdista es, por definición, por “ADN”, internacionalista: inter, entre, naciones. El internacionalismo da por supuesto que existen naciones, en cuyo seno hay clases en lucha, y son las clases populares las que llevan siglos de lucha para defender sus derechos y poner freno al vampirismo del capital dentro de sus respectivas naciones.
Al progresismo que, a base de quitarse a Marx de encima no le han salido más que piojos neoliberales y globalistas, so capa de anarquismo, todo esto de la defensa de un Estado nacional (popular) le repatea.
Pero progresismo no es marxismo: es su antítesis, su enemigo irreconciliable.
Vivimos en tiempos inquisitoriales, y ésta es una razón de peso para que las personas trabajadoras digan en alto lo que piensen. Que lo hagan y se unan de una vez por todas en contra del globalismo y del neoliberalismo si es que de veras encuentran en estos “ismos” una catástrofe histórica que, a no tardar, pagaremos todos muy caro.
Collin escribe, me parece, en un estilo mucho más claro y sencillo que otros pensadores igualmente críticos. En otros ensayos también traducidos al español y publicados por Letras Inquietas el año pasado, denuncia con claridad y rigor la barbarie cientifista, legal y médica en que está cayendo Occidente. Son ensayos accesibles a cualquier lector medianamente culto. En cuanto el filósofo francés sea más leído en España, seguro que será objeto de furibundos ataques por parte de los progresistas, usurpadores del espacio político de la izquierda en detrimento del marxismo. Como dice el politólogo Yesurún Moreno, autor del prefacio: “Denis Collin acomete en este libro la difícil y valiente tarea de bosquejar una alternativa real al globalismo sin caer en lugares comunes ni recurrir a fidelidades nostálgicas”. Gran labor, sin duda, la de Collin.
SINOPSIS
Este libro de Denis Collin está llamado a ser un clásico. Es tan fino en él el análisis crítico de las ciencias en su estado actual y es tan sólida la hebra de tradiciones filosóficas de las que se sirve el autor para su análisis, que el libro merece figurar entre las más agudas producciones filosóficas en contra del cientifismo. Collin, junto con un puñado de filósofos que han ido rescatando el marxismo de la locura posmoderna, es todo un maestro que nos ayuda a pensar, y pensar es pensar críticamente. Una crítica que, acudiendo a la etimología griega de la palabra, significa clasificar: qué es ciencia y qué es basura destinada a la dominación.
AUTOR
Denis Collin (Rouen, Francia, 1952), después de ocupar diversos empleos, obtuvo el grado en filosofía (1994) y el título de Doctor (1995) y profesor agregado, enseñó filosofía en un Liceo en Évreux e impartió clases en la Universidad de Rouen hasta 2018. Actualmente está retirado. Fundó y presidió hasta 2019 la Universidad Popular de Évreux. Lleva la pagina web de información política La Sociale. Su filosofía se sitúa en continuidad con pensamiento de Karl Marx, mientras rechaza el marxismo ortodoxo en sus diversas variantes. Además de Marx, dedicó diversas obras a figuras clave de la Filosofía Política como Maquiavelo, Vico, Spinoza y Marcuse. Se esfuerza por reconciliar socialismo y republicanismo, y es autor de varias obras dedicadas a la moralidad, las teorías de la justicia y la concepción republicana de la libertad.
Defiende el Estado-nación frente a las tendencias disolventes, mundialistas y globalistas de nuestro tiempo (mostrándose contrario a la monstruosidad de la Unión Europea, la ONU, y demás entidades transnacionales). La reflexión moral en Collin adquiere una gran importancia, desde la moral y la justicia social hasta el análisis de los peligros de la ingeniería social. Otra parte de su trabajo se refiere a la epistemología y la reflexión sobre la técnica y, en particular, la inteligencia artificial.
Título: Nación y soberanía (y otros ensayos)
Autor: Denis Collin
Prólogo: Yesurún Moreno
Edición: Carlos X. Blanco
Primera edición: marzo de 2022
Número de páginas: 182
ISBN: 979-8438-119-71-5