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Andalucía, Europa :: 03/10/2024

El más español de los irlandeses

Daniel Campione
En sus memorias de reciente publicación el investigador que más estudió a García Lorca reconstruye su itinerario desde su infancia y juventud en Irlanda a su fuerte enamoramiento con España

Ian Gibson.
Un Carmen en Granada. Memorias de un hispanista dublinés.
Barcelona. Booklet, 2023.
327 páginas.

A Gibson se lo identifica sobre todo por su vínculo con el poeta granadino. A él le dedicó varias obras, incluida una monumental biografía, que es ineludible para quien desee informarse sobre Lorca. Y además fue biógrafo de otros dos grandes artistas que compartieron con el andaluz parte de su juventud: Salvador Dalí y Luis Buñuel.

La obra

Su primer libro, La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca ya se movía dentro del itinerario lorquiano.

Eso no quita que el estudioso irlandés sea un hispanista a carta cabal. Que no limitó su interés a la literatura y el arte hispánicos sino que incursionó en la historia política, sobre todo en torno a la guerra civil.

Escribió uno de los mejores trabajos acerca del fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, titulado En busca de José Antonio. Y sendos volúmenes en torno a dos episodios sombríos de 1936: La noche en que asesinaron a Calvo Sotelo y Paracuellos, como fue.

Siendo ambos sucesos sangrientos que partieron del campo republicano, los trabajos sobre ellos son una muestra de que el escritor no se autolimitó al ir al encuentro de la verdad histórica, más allá de sus preferencias políticas.

También sobre el terreno de la guerra civil escribió un libro biográfico acerca de uno de los mayores asesinos del lado franquista: Queipo de Llano. Sevilla, verano de 1936.

Quedarían varias de sus obras por mencionar, tanto acerca del autor de Yerma como sobre otras vidas y cuestiones. Para nombrar sólo a una, Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado

La vida

El libro que hoy comentamos marca su recorrido autobiográfico desde el nacimiento hasta nuestros días. El investigador nación en Dublín, la capital de la república de Irlanda. No fue criado en el seno de una familia católica sino en el interior de la minoría protestante, que comprendía a menos de la décima parte de la población de ese Estado.

El autor hace hincapié en que fue educado en una moral estricta, propia de una de las iglesias más rigoristas dentro del protestantismo, la metodista. Una corriente religiosa que propicia una vida austera y disciplinada, sin lujos ni ostentaciones, guiada por una fe asentada en parte en el Antiguo Testamento.

El padre de Gibson era un rico empresario, cuyos recursos tuvieron decisiva importancia a la hora de financiar la formación académica del futuro hispanista. Su fortuna era compatible con el rigor moral y con los mandatos religiosos.

La severidad familiar fue acompañada por el paso por un sistema escolar que aún practicaba los castigos físicos y la humillación sistemática de los estudiantes. Eso en un cuadro de dominio sacerdotal en la educación, en una sociedad en que el estrato eclesiástico tenía un poder casi ilimitado.

De cualquier modo rescata la formación que le impartieron, incluido el estudio del latín y de la casi extinta lengua irlandesa, el gaélico. Así como las prácticas deportivas en las que destacó por algún tiempo.

Según narra el memorialista salir de esos mandatos fue una ímproba tarea de su juventud, que sólo pudo concretar con la trabajosa construcción de una vida afectiva autónoma, y no atada a los preceptos familiares.

Sus primeros contactos con la lengua y la literatura españolas comprendieron a Rubén Darío, cuyo libro Azul estuvo entre sus primeras lecturas en la lengua de Cervantes. Derivó con rapidez a la esfera lorquiana, a través de su primer ejemplar de Romancero gitano. En sus estudios universitarios escogió al español, junto al francés, como lengua extranjera a incorporar.

Profundizó con rapidez el conocimiento del idioma y se le presentó un horizonte de profesor de español en universidades de su país. Su primera estadía prolongada en la península ibérica estuvo en consonancia con el proyecto de hacer su tesis doctoral a propósito de las primeras obras de Lorca, las anteriores a su fama y consagración, como el primigenio Impresiones y paisajes.

Su foco de interés viró pronto hacia el asesinato del poeta, al principio de la llamada guerra civil. E inició su estudio con el homicidio enmarcado en la represión desencadenada por los sublevados en la ciudad de Granada. Como ya escribimos, esa indagación dio lugar a su primer libro, publicado en 1971,

Gibson comenzó una carrera académica, primero en su ciudad natal y después en Belfast, la capital de Irlanda del Norte. Publicadas sus primeras investigaciones dejó la academia para dedicarse exclusivamente a la escritura.

España se convertía así en un destino. Pasó a ser su lugar de residencia y luego su país de adopción. Se hizo ciudadano español. Y se radicó en Granada, la ciudad de nacimiento y muerte del autor de Poeta en Nueva York. Y en un tipo peculiar de casa de la zona más tradicional de la ciudad, el "carmen" del título.

Antes de cumplir 40 años España se tornó en su punto de llegada. Y en el ámbito geográfico y el asiento temático de casi toda su producción escrita. El escritor creyó a pie firme en las afinidades históricas entre Irlanda y España, al tiempo que se alejaba de cualquier convicción nacionalista.

Así fue que transcurrió hasta hoy. Vive, piensa y escribe en español.

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Estas memorias constituyen una lectura atrayente. Puede ser tomada como una reflexión acerca del tránsito de un intelectual por dos culturas y dos historias políticas muy diversas, para asentarse en la que le insufla el particular encanto del sur de España. Y próxima al influjo emanado por quien fue quizás el artista más notable entre los que fueron víctimas directas de dictaduras sanguinarias.

Gibson narra su historia de vida con agradables trazas de humor y una mirada a menudo irónica sobre sus propias peripecias. No "intelectualiza" en exceso el relato y eso hace más llevadera y grata la lectura.

Para quien esto escribe esta obra significó un acercamiento al autor de varios títulos que atrajeron su atención, llegando hasta una segunda lectura en algunos casos. Es una buena experiencia comprobar lo nada solemne ni envarado de un escritor de fama mundial a quien no envanecieron los muchos lectores que ha tenido y tiene alrededor del globo.

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