lahaine.org
Asturies :: 22/12/2005

El materialismo asturiano. Tomadura de pelo.

Carlos X. Blanco - La Haine
Gustavo Bueno cree que aquellos asturianos emigrados que sienten nostalgia por volver a Asturias, y que se sienten desterrados en otras regiones de España deberían ir al psiquiatra (La Nueva España, 17-04-05).

La alienación de la nación asturiana comienza por el papel desempeñado por sus propias elites, aquellos impostores que se arrogan la función de portavoces del pueblo. Gran número de ellos vinieron de fuera para encaramarse a unas tribunas que la prensa asturiana no hace más que fabricar artificialmente. La pertenencia a la Universidad o a las cúpulas de los grandes partidos oficiales permite a estos impostores decidir sobre lo bueno y lo malo de Asturias, qué hay que hacer y qué no, quién debe ir al psiquiatra y quién está sano. El grado de soberbia, el afán dirigista de ésta elites, no conocen limitación. Se creen importantes sólo porque les llama de vez en cuando un periodista para pulsar su opinión. Sea cual fuere su bagaje intelectual, caen con gusto por la pendiente de los "pensadores" oficiales. Algunos de nuestros "genios " han llegado a la cumbre de salir, nada menos que en "Crónicas Marcianas", esa Atenas de la TV, y ser comentaristas de "Gran Hermano", esa Academia de la pequeña pantalla.

¡Que se vayan todos! ¿Por qué cuatro señores a los que siempre les fue muy bien en Asturiasse les permite propagar a los cuatro vientos su "optimismo" y su "apología de la emigración", verdadera lacra de la sociedad asturiana?¿Optimistas ellos? Pues claro, cada uno cuenta la fiesta según le va en ella. Es fácil usar a los demás, sobre todo si son jóvenes y tienen que buscarse la vida, como carne de cañón y como fuerza de trabajo barata, acostumbrada la elite a ver al joven sólo como un becario en potencia. Los que no emigran, eso son para ellos: posibles becarios, servidores de café, sacristanes de cátedra, secretarios gratis. ¿Y el excedente? Pues que se vaya a hacer misiones fuera, que ancha es España. En Asturias se quedan muchos "optimistas" que tuvieron padrinos, muchos a los que les han hecho un hueco dentro de las redes caciquiles de la Universidad, la Empresa o el Partido. Estos, valen, y el excedente, que se vaya.

Es muy fácil decidir desde la torre de marfil de una cátedra o de una tribuna, aun cuando se acepte que fue justamente ganada en su día. Pero el derecho a decidir o incluso opinar sobre lo que deben hacer miles de jóvenes asturianos, movidos casi siempre por la pura necesidad, es algo muy grave. A esos jóvenes se les está negando el derecho a vivir e instalarse en su propia patria. Al mandar al psiquiatra a aquel que, estando ya fuera, siente nostalgia por su tierra, el "opinador" se arroga el derecho a decidir sobre cómo se debe sentir cada uno. Este es uno de los ejemplos en los que el pensamiento de corte totalitario se muestra como un no-pensamiento. Cuando la filosofía ha inspirado soluciones psiquiátricas, ella misma mereció que la encerraran. Y la Academia, o el Mundo de las Ideas pasa a convertirse en un campo de concentración.

*** ***

Un fantasma recorre el mundo. Es el fantasma del materialismo. La palabra "fantasma" evoca la ambigüedad e inconsistencia de una imagen, ora habitante de brumas en pasillos objetivos, los pasillos de la Academia, ora huésped flotante de la conciencia subjetiva de alguna gente. Ser materialista es ser una cosa muy grande. Por tal militancia, bajo la conciencia misma de serlo, se amontonan los residuos "triturados" de una milenaria tradición. Pobres despojos: Platón y los estoicos, Spinoza, Kant, Hegel y Marx, todos son cadáveres que tuvieron una vez vida y ahora se ven arrojados desde un remolino destructivo Estos pobres despojos le dicen al materialista: "esto fuimos, y ahora todo te lo entregamos. Saca de esta procesión de enanos el mejor jugo para tu materialismo. Nosotros sólo somos esto: tradición. Ya somos entregados".

Y el materialista, albacea y legatario, se entrega efectivamente. Su puesto es el de vigía en una torre, llama sagrada que se mantiene viva en lo alto, cúspide de las más sacras tradiciones. Su saber "de segundo grado" lo tritura todo, aniquila sólo con la mirada. La tradición que le precede es "metafísica" que pasa por los dientes implacables de una "dialéctica". Pero la historia de la dialéctica misma (desde Platón hasta Hegel y Marx) es también "metafísica". Esta mala madre, paridera de materialismo, junto con todos sus "ismos" equivalentes (idealismo, monismo, vale decir, la ideología) ya ha pasado por el molinillo escondido en la Universidad . Se es "materialista" o no se es. El mundo exterior al materialismo debe recibir de inmediato este implacable veredicto: "idealista, ideólogo". Unos severos jueces escondidos tras las montañas, truenan con desdén y mirada de basilisco sobre ese inculto entorno, nube de confusión. Los últimos ilustrados, paladines de la ciencia y la racionalidad, mantienen bien alta la antorcha de Atenea, y abren sus grandes ojos de búho, fulminan la falsa conciencia, angostan la superstición y la metafísica. Burbuja de razón en medio de gran hostilidad e incomprensión, creen que el silencio y el desdén hacia el no-materialista ("pensar es siempre pensar contra alguien" dicen los muy leninistas a ratos) puede ser recíproco.

La escuela materialista de Gustavo Bueno se ve a sí misma, a un tiempo, como la (única) depositaria legítima de una tradición filosófica inmensa y como la (única) vía abierta y original que le queda al análisis crítico (de segundo grado) de todas las formaciones ideológicas brotadas, en un primer grado, y que coexisten de forma desintegrada en nuestro entorno social, en nuestro presente.

El materialismo filosófico como tradición no es otra cosa que el marxismo en los terrenos políticos, éticos y sociales. Siempre me sorprendió sobremanera que, a pesar de las abundantes adherencias al marxismo registradas en las declaraciones de la "Escuela de Oviedo", o mejor dicho, de personas que dicen pertenecer a este ente, se repita sin parar una serie de dogmas y consignas que pertenecen más bien a la ideología acrítica del estalinismo. O sea, que la coyuntural alianza ideológica de esta filosofía haya de ser con el marxismo más degenerado, deleznable y de derechas: culto al estado (como si al margen de él, toda comunidad humana fuera mera basura "fenoménica"), centralismo político-burocrático, y positivismo (lo que fácticamente es, es lo racional, mientras que aquello que debería ser, no pasa de la utopía, o sea, basura, nuevamente). La crítica a todas aquellas causas que defiende la izquierda actual (no a la guerra, no a la pena de muerte, no al centralismo, no al trasvase del Ebro, etc.), sólo puede hacerse desde la derecha más rancia, que nada sabe del movimiento social, aunque este tenga sus carencias (que las tiene, sin duda). Sólo puede pasarse a la más extrema derecha política quienes ya desde siempre han vivido en ella, aunque hubiera una fuerte coloración roja en sus banderas: el estalinismo. Caída la unión soviética hay que buscar otros soles imperiales que calienten más.

Demasiado Stalin, y muy poco Marx, desgraciadamente. Y de éste último, muy poca filosofía materialista la que se aprovecha, realizándola. Muy poca filosofía marxista la que se estudia, no ya sólo en Oviedo, sino en la generalidad de la universidad española. En modo alguno, muchos de quienes nos dedicamos a la docencia y a la investigación dentro de esta gran tradición de materialismo filosófico, queremos aceptar dogmas y consignas completamente vergonzosas con las que no deseamos vernos confundidos. Trabajamos dentro de un estilo y un método íntimamente comprometidos con la emancipación humana. Por muy agudamente que Bueno y otros seguidores suyos esgriman tesis "provocativas", debe tenerse siempre en cuenta que en éstos terrenos "no-geométricos", los argumentos posibles y hasta plausibles, no son demostraciones. Los problemas antropológicos, éticos y políticos requieren no perder de vista, jamás, las líneas y composiciones de fuerzas sociales e ideológicas (realmente) presentes en una formación social. Y el filósofo materialista, lejos de creerse un Sócrates rompedor de los huevos que hay en la cesta, debería siempre formarse como un militante, un combatiente, incluso al lado de compañeros de viaje que pueden parecer ignorantes y obtusos, pero compañeros que podrán ser educados en primer lugar y de una forma correcta.

Hace ya una serie de años, cuando escribía mi primer borrador de "La Totalidad Social" veía el panorama hispánico de la filosofía con irritación y malestar. Y eso me sucedía partiendo de la realidad más cercana, que era la realidad de la filosofía en Asturias. Lo que podría haber sido un rico semillero de filosofía viva y original, frente a la erudición acartonada y la mera filología que se practica en las otras tierras (salvo excepciones individuales, naturalmente), se había ido transformando a lo largo de los años 80 y 90 en un sectarismo de la mayor mediocridad. Conocí a personas semejantes a loros, repetidores de esas consignas-dogma y tomé nota de un curioso fenómeno de "culto a la personalidad’, centrado en torno a la figura de Bueno. Entre tanto, la producción de estudios realmente originales y valiosos había decaído de una manera pasmosa. Hacer un análisis gnoselógico de una ciencia determinada es tarea ardua por cuanto supone el estudio y el conocimiento de esa ciencia, además de la propia tradición filosófica. Otros ámbitos de investigación, donde se esperaba del materialismo nuevas contribuciones, en ontología, en política, sobre la técnica, la economía, la religión y el mito, la psicología, la ética, etc. empezaron a echarse en falta. Fueron campos abandonados, quizá por falta de personas debidamente cualificadas para abordarlos. En lugar de esto, un sinfín de escritos e inquietudes fáciles de satisfacer, cómodamente polémicas, se publicaron ad nauseam, casi todos referidos a temas de actualidad periodística, programas de TV, y el consabido "problema de España" entre las más diversas coyunturas políticas. El Culto a la Razón de los materialistas filosóficos fue sustituido por una especie de "filosofía del corazón", complementaria de la prensa del mismo órgano. Tantos chascarrillos y vanas polémicas ad hominem a cargo de tantos filósofos de escuela tuvieron que coincidir puntualmente con la deriva mundana que las últimas obras de Bueno han tomado en dirección a los temas sociológicos y políticos. El afán "polémico" de toda esa producción (tanto de la escuela como del "maestro") predomina ya sobre la verdadera lucha ideológica que se está librando en el país. En "La Totalidad Social" y en los escritos ulteriores, he denunciado el uso vulgar que este materialismo asturiano hace del marxismo. De la imponente tradición materialista de análisis y crítica social, aún no superada en nuestros tiempos, sólo se recitan ya algunas consignas groseras, como las críticas relativas al par base-superestructura, o algunos presupuestos claramente estalinistas referidos al papel de Estado (centralista). Se está tratando a Marx como si fuera un perro muerto, cegando de manera necia el afluente más rico de instrumentos para un análisis social, ético y político de una formación social capitalista, arsenal del que no es posible prescindir, y del que no se puede hacer burla. Si la filosofía aparece en la lucha política como una suerte de "ciencia ideológica" no lo será por su carácter falso o deformado, sino por la función emancipadora, crítica y racional en el seno de un sistema más amplio de ideologías ante las cuales puede y debe imponerse, en virtud de su mayor nervio crítico (de segundo grado), por su racionalidad ejercida en contacto con todo lo que le es próximo, incluido el marxismo, y que llega hasta su identificación con él.

Denostar de forma soberbia a los movimientos sociales y (potencialmente) revolucionarios no es lo mismo que ejercer la crítica dentro de ellos, educando a compañeros de viaje. Fundirse en un mismo coro "españolista" que sume sus voces al insulto permanente que la ultraderecha lanza contra todo planteamiento nacionalista no tiene nada que ver con la filosofía, y menos con una "demostración racional" de la unidad de España, cosa por lo demás imposible, como imposible es ejercitarse en un método que ignora y desprecie los hechos históricos, desoyendo nuevamente a Marx. Este materialismo vive completamente ciego a las tendencias que vive el país, por lo que se niega a sí mismo, se anula como filosofía cuya suprema norma es transformar el mundo, interpretándolo. Y por lo que respecta a la triste realidad social asturiana, no parece ser sino la quintaesencia misma de su derrota y declive como país. Una país el asturiano que una vez fue avanzadilla cultural dentro del estado, como pocas comunidades, así como la punta de lanza de la conciencia obrera y social en medio del torpor español predominante.

*** *** ***

Hay una imagen que de Gustavo Bueno se tiene recuerdo general. Y sin embargo es muy chocante hoy por hoy. Se trata de la imagen de sus discursos -otros dicen "lecciones"- a los mineros asturianos, y que según una representación arquetípica, años ha habrían tenido lugar en lo profundo de una galería. No importa que el escenario verdadero haya sido este. Lo importante es reforzar los símbolos de un filósofo rebelde, plutónico y platónico, por un lado, y de una clase obrera indómita, por otro. Este imaginario está poblado de resonancias míticas. El mito platónico de la caverna puebla los recuerdos de todos aquellos españolitos que, al menos, han cursado una parte del bachillerato. El sabio habiendo contemplado la etérea luz del mundo real, luz límpida y diamantina como debe ser en las cátedras, regresa, amigo de la tierra madre al mundo de las profundidades, con un fin, educar al proletariado. Allí, como viejos topos, horadando las grietas del capitalismo, los mineros asturianos portan en el casco una minúscula luz revolucionaria.

Pero todo tiende a olvidarse en estos aciagos tiempos, incluso los símbolos más pregnantes. En el imaginario colectivo de una España reconvertida en paraíso de sol y playa, esto es, paraíso de camareros sin contrato y cultivos bajo plástico, la clase proletaria ha ido pasando a mejor vida, minimizada, toda vez que ya hoy parecen especies en extinción los mineros, los obreros del astillero o la siderurgia. Ahora que el capitalismo lo confina a sus reservas, el minero, por una suerte de compensación, simboliza al héroe revolucionario sumido en las profundidades anti-filosóficas, en lucha con la realidad mineral, negra, dura y segadora de vidas. El materialismo, que siempre es plutónico y terrenal, debe recoger de ese héroe sus más preciados valores. La luz del casco se volverá más diáfana con las lecciones de filosofía. El espontáneo marxismo-leninismo que vestía todo proletario hasta hace unos veinte años, haciendo juego con el mono azul y el casco, puede lavarse ahora toda su negrura de faz. La dinamita revolucionaria se transformará en afilada arma dialéctica.

Aquel profesor Bueno que volvía con su luz a las cavernas, aquel agitador indomable que ligaba con maestría la pedagogía platónica del descenso a los infiernos proletarios con el materialismo, igualmente dialéctico, de Marx, es igualmente un mito. No se niega aquí la verdad histórica o circunstancial de unos hechos. Lo que importa subrayar es que, como el simbolismo de la caverna de Platón, éste también ha pasado a formar parte de un repertorio general de imágenes disponibles, a gusto de su usuario. Aquella Asturias minera y dinamitera ha pasado, ya no es, igual que aconteció con mucha de la tipología estudiantil y lectora que localmente rodeaba a la filosofía hecha en Asturias. Aquellas lecciones en la mina así como en general la cercanía del materialismo asturiano de Bueno y Cía. al marxismo-leninismo tan sólo es leyenda, confusión por asimilación, junto con circunstancias socioeconómicas que hoy han variado.

Hubo un tiempo en que cierta izquierda asturiana, ávida de cultura y, precisamente por ello, la menos sectaria de la militancia obrera, escuchó y leyó a Bueno. El lenguaje técnico de su obra era una barrera, así como las sutilezas de estilo escolástico podían verdaderamente exasperarla a menos que un esforzado aprendiz le tomara el gusto. Pero a pesar de ello, hubo un público, una audiencia, y no sólo aquella formada por estudiantes de filosofía. Algunos, deseosos de identificar este "materialismo filosófico" con el divulgado "materialismo dialéctico" y "materialismo histórico", podrían haber deseado una aproximación que, además, estuviera en consonancia con el radicalismo político y sociolaboral del proletariado asturiano. Un tipo de proletariado que, a lo largo de la posguerra franquista, había demostrado estar a la altura revolucionaria de la igualmente radical explotación dada en la dictadura. Pues bien, el influjo de la filosofía buenista, si puede calificarse de algún modo en cuanto a sus repercusiones políticas ha sido este: desactivador. Fue como el agua para la hoguera de una vanguardia obrera con una elevada conciencia de clase.

La vanguardia obrera y una parte de la izquierda intelectual se dispersaron irremisiblemente gracias, en parte, a los oficios de Bueno y su escuela. En estas líneas subrayamos que sólo en parte, pues no hay que exagerar el influjo de una cátedra ni el carisma de una persona sobre el conjunto de la sociedad asturiana. Buena parte de la universidad tomó su propio camino y cada palo aguantó su vela. Aquí sólo se pretende evaluar la responsabilidad, en la porción que le toca, que el capricho, la frivolidad y la falta de conciencia de clase que una escuela de filosofía provocó en Asturias como consecuencia de su errático y desconcertante sendero ideológico.

El proletariado asturiano, aunque esencialmente internacionalista, había conseguido hacer suyas también otras legítimas demandas en materia lingüística y nacional en clave asturiana. La oposición visceral a la oficialidad de la lengua asturiana y a su digna implantación en la universidad y en la cultura fue una de las marcas de clase del buenismo. La lucha de clases, en nuestra región, era perfectamente compatible con una demanda razonada a favor de un reconocimiento estatal de la identidad asturiana como nación así como del carácter de lengua que el asturiano poseía a los ojos de muchos. La intoxicación del buenismo, que no se cansó en la equiparación de este nacionalismo proletario con otro tipo de formaciones radicales existentes fuera de la región, sirvió para poner en evidencia la falta de conciencia política y el bajo nivel de análisis de la realidad asturiana surgido desde tales cátedras y órganos de expresión que supuestamente deberían representar la inteligencia. Esta alineación del buenismo con las posturas centralistas del Partido Comunista todavía fue vista con simpatía por la vieja guardia staliniana que se sentía fuertemente comprometida con la patriótica defensa de la unidad estatal de España. Todo lo que les sonara a nacionalismo o independentismo era rechazado con gran violencia verbal. Estos "compañeros de viaje" de un PCE centralista, que un día tuvo su pequeño bastión en Asturias, pudo muy bien evolucionar desde aquella derecha de estilo stalinista -ultrapatriótica- hacia la derecha más castiza al estilo de Federico Jiménez Losantos. De esa fácil deriva, que duró un par de décadas, los "compañeros de viaje" buenistas pasaron de un "centralismo democrático" a un "españolismo" materialista de lo más chocante. Bueno y su "escuela" representan un importante descenso por la pendiente de la calidad intelectual de esta tendencia, abandonando una adecuada atención a la filosofía y el análisis crítico de los problemas de política. En este último aspecto se echa de ver que su reivindicación de la condición de "filósofos" no les aprovecha en nada a la hora de emprender un sosegado análisis político. Tachar, más o menos explícitamente, de "batasunos" o "talibanes" a los que no son ni piensan ni actúan como ellos, más bien les desacredita como seres pensantes y permite suponer que son incapaces desde un punto de vista intelectual. Ese continuo rebuscar suyo entre los tópicos de la derecha "cañí", para hacerlos pasar ahora como ingredientes de su materialismo, frente a los prejuicios de una "izquierda convencional", los convierte en exasperantes productos tardíos del franquismo. Con tales ingredientes están cocinando un rancho de posguerra, completamente inútil para la comprensión de la totalidad social y sus cambios.

Nota:
1. Nómadas. Revista crítica de ciencias sociales y jurídicas. Nº 4,
http://www.ucm.es/info/eurotheo/nomadas/4/cbmartin.htm

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal