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Estado español :: 30/10/2024

Errejón: Desmantelando el machismo desde dentro

Joan Kravall
El caso de Iñigo Errejón pone de manifiesto que las organizaciones de izquierda, que históricamente han sido aliadas del feminismo, no están exentas de comportamientos machistas.

El feminismo, en su esencia, es un movimiento que busca la igualdad de género y la erradicación de todas las formas de opresión. Sin embargo, para que esta lucha sea verdaderamente efectiva, es fundamental aquello que el movimiento feminista ya está haciendo, que es no solo dirigir su crítica hacia las estructuras de poder externas, sino que también reconocer y combatir las actitudes machistas que pueden estar presentes en sus propias filas. Esta autocrítica es esencial no solo para la integridad del movimiento, sino también para su eficacia en la lucha contra el patriarcado.

El caso de Iñigo Errejón pone de manifiesto que las organizaciones de izquierda, que históricamente han sido aliadas del feminismo, no están exentas de comportamientos machistas. La cultura patriarcal ha permeado todos los ámbitos de nuestra sociedad, incluyendo los espacios que promueven la justicia social. Denunciar el machismo dentro de estas organizaciones no es un acto de traición, sino un compromiso con los principios de igualdad y respeto que deben ser inherentes a cualquier movimiento progresista.

Para avanzar hacia una verdadera transformación social, el feminismo está adoptando una postura proactiva. Esto implica crear espacios de diálogo y reflexión donde se pueden abordar las actitudes machistas y sexistas que, de manera insidiosa, pueden manifestarse en los discursos y prácticas de militantes. La educación se convierte aquí en una herramienta poderosa: no solo se trata de informar sobre la desigualdad de género, sino también de formar a hombres y mujeres en habilidades para establecer relaciones saludables y respetuosas.

Es crucial que tanto hombres como mujeres en el movimiento de izquierda entiendan que la lucha por la igualdad no se limita a la crítica a las instituciones patriarcales, sino que también incluye un compromiso con la construcción de un entorno interno que refleje esos valores. Esto significa fomentar una cultura de respeto y apoyo, donde todas las voces sean escuchadas y valoradas. La formación en igualdad de género, la promoción de la empatía y la creación de redes de apoyo son pilares fundamentales hacia un cambio real.

Además, al abordar estas dinámicas de poder y machismo dentro de sus propios espacios, el movimiento feminista fortalece su capacidad para desafiar al patriarcado en todas sus formas. La hipocresía de predicar igualdad mientras se toleran comportamientos machistas puede minar la credibilidad del movimiento. Por eso la denuncia y la educación son parte integral de la mayoría de las estrategias feministas.

Por otro lado, hacer autocrítica a nosotrxs mismxs no debe ser visto como una forma de división, sino como una oportunidad para crecer y evolucionar. Al reconocer nuestras fallas, podemos aprender a construir relaciones más sólidas y saludables, que no solo beneficien a las mujeres, sino que también enriquezcan a toda la comunidad.

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