Fernando VII, el rey idiota. Cualquier parecido con la actualidad...
El nombre de Fernando VII resulta familiar en América Latina porque la Primera Junta argentina, que el 25 de mayo de 1810 desplazó a las autoridades virreinales, empezó a gobernar en su nombre. Lo mismo sucedió en Venezuela. La principal ventaja para los patriotas era que Fernando no gobernaba España por aquellos años, porque después de reinar un mes había abdicado a favor de Napoleón. Fuera de su país, era reconocido por las Juntas que resistían a la invasión francesa.
Lo que es menos conocido es que este señor era un idiota, mentiroso, traicionero y cruel. Cuando retomó la corona a finales de 1813, pactando otra vez con Napoleón a espaldas de las Juntas, pudo mostrar sus verdaderas condiciones.
Tuvo pésimas relaciones con su propio padre, Carlos IV, a quien traicionó conspirando con sus enemigos hasta destronarle. Sobre la relación con sus esposas basta mencionar el testimonio de María Antonia de Borbón, con quien se casó en 1802. Le escribió a su madre: “Es un tonto que ni caza ni pesca, no se mueve de su cuarto, y tampoco tiene deseo ni capacidad para ser marido”. La desdichada María Antonia murió virgen, y de tuberculosis en 1806.
Fernando no solo era feo, vago y con una deformidad en el miembro viril que le impedía tener relaciones sexuales normales, sino que encarnó un regreso al viejo régimen absolutista que liberaba al poder real de todas las regulaciones constitucionales impuestas por las Cortes. Aferrado al pasado inquisitorial, con un profundo desprecio por la plebe, se opuso a las leyes de Cadiz que ponían límites a sus convicciones absolutistas.
Sus partidarios, reclutados entre los sectores más atrasados políticamente, estaban influenciados por el poder de la iglesia y los grandes señores feudales, que se habían opuesto a las reformas liberales impuestas por su padre Carlos IV y aconsejadas por el ministro Godoy. Fue así que Fernando VII era homenajeado con la consigna “Vivan las cadenas”.
El régimen autoritario de Fernando VII, fue resistido por el pueblo español que lo desalojó del gobierno en 1820 con la revuelta revolucionaria encabezada por Riego. Pero Fernando VII fue repuesto en el trono por el ejército francés en virtud de los acuerdos europeos de la Santa Alianza. Las tropas extranjeras vencieron al ejercito español que defendía a los constitucionalistas y el Rey idiota siguió gobernando hasta 1833, en los que denominó como ” década ominosa”. Falleció en 1833, por un ataque de gota.
La nueva historiografía española, en la que se destaca la biografía de Emilio La Parra, que ganó el premio Comillas, ha permitido un relato más ajustado sobre este personaje, que es caracterizado como el rey más nefasto de los últimos dos siglos.
También ha precisado que Fernando VII nunca tuvo realmente el poder que él mismo se atribuía. Era un idiota que fue soportado con sus excentricidades por quienes efectivamente tenían el poder en España, los grandes señores feudales, miembros de la nobleza y la Santa Alianza, conformada por el imperio austríaco, Rusia y Prusia y a la que después se agregó Inglaterra. Esta Alianza se proponía contener el liberalismo y el secularismo que había emergido en distintos países por influencia de la Revolución Francesa.
Quienes lo adulaban, se burlaban a sus espaldas de sus payasadas.
Cualquier semejanza de Fernando VII con algún personaje de la actual política, corre por cuenta de la imaginación del lector.
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