Francisco Carreño: Vocación revolucionaria sin fisuras
Durante la llamada guerra civil española participaron como voluntarios y voluntarias tanto argentinas y argentinos como españolas y españoles que habían transcurrido años de su vida en nuestro país y retornaron a España después de haber desenvuelto una labor militante en el Río de la Plata.
Algunos son hoy muy conocidos a ambos lados del océano. A otros, como el que nos ocupa hoy, sólo se los recuerda en España, pese a que en muchos casos jugaron también roles importantes en la militancia en nuestras tierras.
Anarquista en dos continentes
Entre los españoles trasterrados y retornados a España durante la segunda república se cuenta Francisco Carreño Villar. Había nacido en Bilbao, en 1890. En 1912 fue encarcelado por primera vez en Barcelona por haber escrito un artículo contra la forma de gobierno, que por entonces era un parlamentarismo asentado en la monarquía, el fraude y la represión. Al año siguiente fue nuevamente detenido con motivo de la visita del presidente francés Raymond Poincaré.
Durante los años posteriores participó en la bohemia revolucionaria junto con intelectuales radicales de la ciudad y se desempeñó en periódicos de izquierda como Los miserables. A partir de 1915 colaboró en El Insurgente. Su forma de entender el anarquismo reconocía influencias de Máximo Gorki y Lev Tolstoi.
Instalado entre Argentina y Uruguay, a mediados de 1919 era secretario de la Federación Obrera Regional Uruguaya (FORU). Hacia 1920 militó en la Federación Obrera Regional Argentina (FORA).
Su orientación dentro de las corrientes ácratas coincidía con el anarcoindividualismo. El 16 de julio de 1922 hizo un mitin en Buenos Aire junto a Rodolfo González Pacheco y Alberto Bianchi, destacados exponentes de esa tendencia.
En 1923 era secretario del Ateneo Anarquista de Buenos Aires y el año siguiente organizó sindicatos de la FORU, como el Sindicato Único del Automóvil (SUA), del que fue nombrado secretario. Su rotación entre ambas orillas del Plata era constante. Hizo giras en Argentina junto al hacía poco liberado Simón Radowitsky.
Con dictaduras en ambas orillas del Río de la Plata, y ya proclamada la segunda república española, regresó a la península y se instaló en Barcelona. Parece ser que salió del Uruguay deportado a causa de sus actividades revolucionarias. En la capital catalana trabajó de maestro en la escuela del Ateneo Racionalista El Porvenir. Se integró en la Federación Anarquista Ibérica (FAI), la conducción político-ideológica del anarquismo español. Se lo conocía como El Argentino.
Carreño era un claro exponente de esa mixtura entre hombre de acción y estudioso con inquietudes teóricas que era frecuente entre los libertarios a ambos lados del océano.
Realizó numerosas actividades propagandísticas, recorriendo varias localidades de Cataluña. También participó en el mitin de clausura de la Conferencia Regional de Sindicatos de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) que se celebró en 1936 en Zaragoza). Y asistió al Congreso de ese año en aquella ciudad.
Producido el golpe cívico-militar combate el 19 y 20 de julio en la exitosa resistencia barcelonesa frente a los militares sublevados. Participa en el asalto al cuartel de Atarazanas, instancia final de la derrota del alzamiento en la ciudad condal.
Iniciada la guerra civil formó parte de la Columna Durruti. Allí aparece en la tarea de responsable de información del Comité de Guerra de la columna. También intervino en la asamblea que dio origen al Consejo Regional de Defensa de Aragón, organismo de orientación libertaria que fue decisivo en las colectivizaciones agrarias producidas en esa región. La trayectoria de esa organización luego dio lugar a un conflicto y a la supresión militarizada del Consejo, con intervención del general Enrique Líster, alineado con los comunistas.
Escribió también en el boletín El Frente, en la línea de combate de Aragón. El periodismo era para él una tarea constante que compatibilizaba con sus demás actividades.
En noviembre de 1936 viajó, con José Berruezo a la URSS en representación de la Columna Durruti, para participar en el desfile conmemorativo de a Revolución de Octubre. Ese recorrido no influyó en sus posiciones y a la vuelta denunció al régimen soviético como una dictadura.
En mayo de 1937 se produce el enfrentamiento con los comunistas en que se jugaba la orientación de la revolución española, los llamados “Sucesos de Barcelona”. Un pequeño grupo de antiguos faístas, que animan Jaime Balius, Pablo Ruiz y Carreño asumen las posiciones más radicales y respaldan a una agrupación de rotundo pronunciamiento revolucionario, “Los amigos de Durruti”.
Según el historiador de la guerra civil Pierre Broué ese grupo había hecho un coherente balance crítico de la participación de los ácratas en el gabinete republicano entre noviembre de 1936 y mayo de 1937. Se pronuncian en consecuencia por la formación de una junta revolucionaria.
En Francia.
Producido el triunfo franquista pasó a Francia, y a finales de 1939 se embarcó hacia la República Dominicana.
En 1941 transcurrió un tiempo en Panamá y a finales de 1943 regresó clandestinamente a territorio francés. Participó en la reorganización confederal en el exilio, encuadrado en el sector “ortodoxo”, encabezado por la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL) . Fue bastante crítico de las posiciones de la conducción anarquista en el exilio.
También fue nombradodelegado de fronteras, encargándose de organizar el paso hacia la Península de quienes regresaban a luchar contra la dictadura hispana.
Producida la liberación de Francia siguió como dirigente del anarquismo. Y hasta tuvo un paso fugaz por la conducción de la CNT. Trabajó luego como administrador del periódico del mismo nombrey tomó parte en congresos y estuvo activo en críticas y debates internos.
Murió en Toulouse, ciudad de residencia de un gran número de exiliados españoles, en 1947.
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Hay un libro a él dedicado. Francisco Carreño y los arduos caminos de la anarquía, de autoría de Miquel Amorós, historiador del movimiento libertario español. Tuvo dos ediciones, en 2005 y 2013.
También existe un folleto al respecto, del mismo Amorós, “Francisco Carreño: Del sindicato del automóvil a la revolución española”.
No hemos encontrado publicaciones en Argentina o Uruguay sobre su trayectoria rioplatense.