¿Puede un activista anti OTAN ser candidato a senador de una organización pro OTAN?
El pasado 24 de enero Canarias-semanal publicaba el artículo "De nuevo la OTAN en los cielos de Canarias", firmado por el docente Rafael J. Rodríguez Marrero. Tal y como se puede inferir de su título, el texto mencionado advertía sobre las nuevas maniobras que realizaría la Coalición militar en las Islas, denunciando la utilización del Archipiélago como plataforma de agresión contra África y la naturaleza imperialista de laAlianza Atlántica.
"Las maniobras miran hacia el continente africano, donde “negritos” de diverso pelaje y condición e “islamistas” radicales amenazan nuestra paz y bienestar. No en vano, el discurso político occidental en su actual versión capitalista nos ha impuesto los conceptos de “intervención humanitaria” y “responsabilidad de proteger” (que nos recuerda Jean Bricmont) y es la OTAN y los ejércitos por ella amparados quienes asumen esa encomiable labor" -apuntaba acertadamente Rodríguez Marrero.
El autor denunciaba, asimismo, que después de tres décadas de el NO a la OTAN votado mayoritariamente por los canarios:
"Debemos seguir soportando a una organización militar que acompaña y ampara los delirios de grandeza de unos pocos poderosos que, asentados en el entramado industrial-militar, siembran terror y muerte allá donde entienden su hegemonía puede verse en entredicho y en aquellos otros lugares que, por desgracia de la naturaleza, cuentan con recursos imprescindibles para sus deseos de acumulación".
Huelga decir que suscribimos plenamente este planteamiento que, desde las páginas de esta misma publicación digital, venimos realizando desde hace años. Como brazo armado conjunto del capitalismo occidental, el posicionamiento con respecto a la OTAN constituye una de las principales pruebas para determinar qué individuos y organizaciones están dispuestos a enfrentarse a la barbarie del sistema y cuáles lo asumen como él único de los mundos posibles. Una clara línea divisoria entre quienes pueden reclamarse como defensores de la humanidad y los corresponsables o cómplices de crímenes de guerra y la destrucción de naciones enteras.
La existencia de la OTAN, en suma, es una amenaza global con la suficiente entidad como para que no resulten admisibles respecto a ella medias tintas, ni palabras que no se encuentren respaldadas por un comportamiento político coherente.
"Resulta imposible conciliar el discurso contra
la OTAN de Rafael Rodríguez Marrero con el
hecho de que se presentara como candidato de
un partido que ha manifestado abiertamente
su intención de mantener al Estado español en
la Coalición bélica"
Precisamente por ello, nos resulta imposible conciliar el discurso contra laOTAN de Rafael Rodríguez Marrero con el hecho de que éste se presentara, el pasado 2016, como candidato al Senado por la isla de Fuerteventura en las listas de una formación, Podemos, que ha manifestado abiertamente su intención de mantener al Estado español en la Coalición bélica.
Rodríguez Marrero, en el centro, junto a la secretaria general de Podemos-Canarias y diputada Meri Pita Cárdenes y el también diputado de Podemos Alberto Rodríguez
PODEMOS: OTAN, DE ENTRADA SÍ
Rafael J. Rodríguez Marrero, en efecto, no podía ignorar, cuando pretendió ocupar la cómoda y bien remunerada plaza de senador por el grupo de Unidos-Podemos, que se sumaba a un proyecto político que, para despejar cualquier tipo de dudas a los poderes fácticos, ya había dejado meridianamente claro su compromiso con la coalición imperialista.
Al contrario de lo que sucedió en los años 80 con el PSOE -antecesor socialdemócrata de Podemos- la formación morada ni siquiera se permitió jugar en el terreno de aquella rebuscada ambigüedad del "OTAN, de entrada No",con la que Felipe González y los suyos engañaron a millones de españoles.
"La OTAN es necesaria", afirmaba en noviembre de 2015 Julio Rodríguez, ex jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad) y Jefe la Misión Militar española que, con la OTAN, diseñó en el año 2011 losbombardeos contra Libia, a quien Pablo Iglesias había presentado a bombo y platillo como "su futuro ministro de Defensa".
El mensaje a quienes - en palabras de Rodríguez Marrero- "siembran terror y muerte allá donde entienden su hegemonía puede verse en entredicho", no podía ser más cristalino: "Con nosotros en el Gobierno, el Imperio no tendría nada que temer".
En realidad, el interés de los dirigentes de Podemos por ganarse la aprobación del Tío Sam ya se había escenificado meses antes. En marzo de 2015, el propio Pablo Iglesias presentaba sus credenciales como aspirante avasallo de Washington, en un encuentro con el embajador norteamericanoJames Costos.
En una reunión que -según Iglesias - fue “útil, productiva, cordial e interesante”, el líder de Podemos explicó al embajador norteamericano que para su partido "las relaciones de España y Estados Unidos son vistas como una cuestión “estratégica”.
El encuentro tuvo otro antecedente, con la visita del Secretario General de Podemos a Wall Street, meca del capitalismo internacional, donde tranquilizó a los inversores yanquis asegurando que "no había alternativas a la economía de mercado".
RECORTE PERIODÍSTICO DE UNA ENTREVISTA AL GENERAL JULIO RODRÍGUEZ, EL PREVISTO MINISTRO DE DEFENSA DE PODEMOS
COHERENCIA MORAL O BARBARIE
Semejante carta de presentación no deja lugar a las dudas en torno a cuál sería la política de un hipotético gobierno de Unidos-Podemos, en lo que respecta a los consensos fundamentales del capitalismo occidental, representados militarmente por la Alianza Atlántica.
Entendemos, no obstante, que las esperanzas de muchos votantes de esta organización, e incluso de algunos de quienes decidieron unirse a sus filas, pueden ser alimentadas por la carencia de las herramientas intelectuales o políticas necesarias para entender el alcance criminal de estos posicionamientos. Sin embargo, la lucidez mostrada en su artículo por Rafael J. Rodríguez Marrero impide incluirlo en este grupo de personas a las que se podría excusar por su falta de conocimientos o experiencia.
¿Cómo es posible, entonces, que Rodríguez Marrero no sienta siquiera la necesidad de "explicar" públicamente el origen de sus flagrantes incongruencias ideológicas?
¿Cómo, sin este previo ejercicio autocrítico, puede clamar ahora contra lapresencia de la OTAN en nuestra tierra, tras haber pretendido obtener un puesto que le habría convertido en correligionario de un responsable directo de los bombardeos de la OTAN sobre Libia?
¿Cómo puede escandalizarse porque, tres décadas después del NO canario a la OTAN, la Coalición Bélica siga ocupando nuestra tierra, después de querer subirse al carro de un proyecto político que defiende la permanencia en laAlianza Atlántica y la de las bases militares de EE.UU. en el territorio del Estado español?
Al formular tales interrogantes, somos conscientes de que esta reclamación decoherencia política chocará frontalmente con el "sentido común" impuesto en nuestros días por el pensamiento hegemónico.
Rodríguez Marrero, como aspirante a senador, con Juan Carlos Monedero
Y es que, sin un ejercicio crítico de reflexión en torno a su evidente origen ideológico, en los ámbitos de la izquierda política y el activismo social se han asumido "valores" eminentemente individualistas, que excluyen la obligación de rendir cuentas ante la colectividad y, especialmente, la necesidad de que la colectividad pueda ejercer públicamente su reprobación social a aquellos que atentan contra sus intereses.
Estas concepciones, propias de la ideología dominante y contrarias a los principios de las tradiciones de emancipación de las clases populares, se presentan falazmente con un halo de "tolerancia a la decisiones personales". Su aceptación generalizada, empero, abona el terreno para la proliferación deloportunismo y la impostura, que desembocan finalmente en el desencanto y la desmovilización. De ahí que, parafraseando libremente a la gran revolucionariaRosa Luxemburgo, se pueda afirmar que en esta batalla de ideas nos encontramos ante una disyuntiva esencial. O conseguimos que la exigencia colectiva a los individuos para que su actuación sea coherente con sus discursos se logre imponer a los contravalores postmodernos, que promueven la carrera por el medro personal, o será imposible organizar la lucha contra la barbarie con alguna opción de victoria.