lahaine.org
Pensamiento :: 25/10/2013

La posteridad arbitraria

Mikel Arizaleta

El 27 de octubre de 1561, hace 552 años, el oñatiarra Lope de Aguirre
fue fusilado por su propia gente, decapitado y descuartizado. Atrás
quedaba una vida azarosa, dura, de ambición, aventura y conquista, de
sueño dorado y fracaso; y a su muerte se creó una de leyenda de cine
y cuento, de novela fantástica, de tergiversación e interés pagado. Se
recurrió a la irracionalidad, dejándose llevar por el impulso propio y
huyendo de la realidad de la época y del personaje. Y Lope de Aguirre
es zarandeado por la posteridad a voluntad de la pluma del escribiente
de turno, según su interés o el del círculo de lectores al que va
destinado el libro o guión. Y así “el vasco Segundo de Ispizua
convierte a Aguirre en mártir de la independencia en una situación en
la que él y sus paisanos se sienten víctimas de una colonización
interna en España, o el padre jesuita español, Constantino Bayle, le
califica de bolchevique en vísperas de la II Republica española”.

Lope de Aguirre poco antes de ser fusilado, en 1561, metido ya en una
situación sin salida, traicionado por los suyos y acorralado por las
tropas leales a la corona de España, escribe desde la Valencia de
Venezuela una carta al entonces emperador del mundo, a Felipe II, en
donde tratándole de tú le echa en cara su crueldad y su
desagradecimiento ante los servicios prestados por él a la corona en
la conquista. “Y mientras los auténticos conquistadores de estas
tierras no sean premiados niega a la corona española el derecho a
sacar provecho de ellos, puesto que allí nada ha arriesgado él. Se
desliga de España y le declara la guerra”.

Y este conquistador, que se rebela y reniega de su rey, Felipe II, a
quien le tacha de ser peor que Lucifer y menos creíble que Martín
Lutero, dependiendo de la pluma que se preste o del guión elegido a
su capricho por el director de turno, es convertido o en el primer
mártir de la independencia de América, en el abanderado de tendencias
igualitarias, en defensor de todas la razas o en arquetipo del
represor español odiado, que mata por matar, prototipo de crueldad y
represor de los indios”.

Durante siglos se ha presentado a Aguirre como el arquetipo de la
maldad, la descripción que ofreció el clérigo Juan de Castellanos en
1589 no sufrió grandes mutaciones:

«El era de pequeña compostura
Gran cabeza, grandísima viveza,
Pero jamás perversa criatura
Que de razón formó naturaleza:
Todo cautelas, todo maldad pura,
Sin mezcla de virtud ni de nobleza;
Sus palabras, sus tratos, su gobierno
Eran a semejanza del infierno.

Charlatancillo y algo rehecho,
Sin un olor de buenas propiedades.
La cosa más sin ser y sin provecho
Que conocieron todas las edades:
Pero nunca jamás se vio pecho
Lleno de tan enormes crueldades».

Y esta tendencia muy humana, pero por primaria, vaga y tendenciosa muy
injusta con el personaje y desgajada de la época y su contexto, aflora
de nuevo en nuestros días en una novela, en “La serpiente sin ojos”
del colombiano William Ospina, y en un guión largamente anunciado
sobre Lope de Aguirre si bien poco definido, pero sí ya apuntado por
el director de cine Amigó y el político Jesús Egiguren.

La catedrática alemana Ingrid Galster, tras larga investigación, nos
ha ofrecido con su tesis a cátedra convertida en libro: “Lope de
Aguirre o La posteridad arbitraria”, el trabajo más esclarecedor,
luminoso detallado y ajustado sobre la figura de este gipuzkoano.
Libro que se convierte en imprescindible en la mesa de todo aquel que
hoy se adentre en el estudio del personaje histórico y trate de evitar
de nuevo posteridades arbitrarias.

Ingrid Galster nos advierte a modo de conclusión:

López de Aguirre es opresor y oprimido, cuando se le priva de esa
doble vertiente se lo mitologiza en uno u otro sentido. El privarle de
esa complejidad se debe a la utilización de su figura y de la
historia, a la manipulación, al convertirle en enemigo o en figura de
identificación, en monstruo o libertador. Se erradica lo histórico y
en la descripción de la figura cobra peso el destinatario: se presenta
a un Lope de Aguirre a la carta, dependiendo del autor y el
destinatario.

Dice la autora: A nuestro parecer son sobre todo dos rasgos decisivos
y contradictorios incorporados por la figura lo que la volvieron
justamente interesante para la polémica entre latinoamericanos y
vascos, por un lado, y españoles por el otro y que provocaron el
debate en la primera mitad del siglo XX, antes de que en la segunda
mitad surgiera una nueva moda de Aguirre, que se nutría de la misma
contradicción: la simultaneidad, inherente de todo individuo pero
remarcada especialmente en la figura del rebelde vasco, de las
condiciones de víctima y victimario, que se muestra en el hecho de que
se rebeló hasta el extremo contra la injusticia sufrida pero, al mismo
tiempo y a su vez, practicó la injusticia tanto contra los españoles,
que fueron obstáculo para sus fines, como contra nativos, esos
“bienes” alrededor de los cuales se encendía la lucha por la
distribución”.

Mikel Arizaleta

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal