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Estado español, Europa :: 16/03/2025

La traición del PSOE, la OTAN y el rearme de hoy

Carmen Parejo
Hoy que la UE acelera su integración militar y el gasto en defensa español sube sin freno, es más importante que nunca recordar lo que significó el referéndum de 1986

En Yugoslavia, la intervención de la OTAN en 1999 desmembró un Estado con una economía planificada y un alto bienestar social, facilitando su privatización y el saqueo de sus industrias. En Libia, el derrocamiento de Gaddafi en 2011 convirtió al país más avanzado de África en un escenario de caos y guerra permanente, con milicias enfrentadas por el control de sus recursos, que creó una espiral que sigue afectando a territorios vecinos como las naciones del Sahel. En Afganistán, tras 20 años de ocupación, las tropas de la OTAN se retiraron derrotadas dejando un país devastado para que finalmente, además, retornaran los talibanes al poder.

Caso especialmente sangrante es lo que está ocurriendo mientras escribo estas letras en Siria, donde los mismos que han asfixiado al país desde 2011, financiando a grupos yihadistas, imponiendo sanciones a su gobierno democrático o robando sus recursos naturales, ahora firman contratos con un régimen extremista que está llevando a cabo una limpieza étnica en el país.

Mientras tanto, en Europa y EEUU, los gigantes del armamento –Lockheed Martin, Raytheon, Boeing– aumentan sus beneficios con cada nueva guerra. Y España, integrada en la OTAN, dedica cada vez más dinero al gasto militar mientras persisten los recortes en sanidad y educación, se cronifica la crisis de acceso a la vivienda y los precios se disparan.

En 2024, la OTAN y la UE han anunciado planes para un rearme sin precedentes. Se presenta como una respuesta defensiva tras una “difusa” amenaza, pero en realidad es la continuación de la política de siempre: más inversión en defensa, más dependencia de EEUU, más recortes sociales.

Los mismos argumentos que en 1986 –la "seguridad", la "estabilidad", la "defensa de la democracia"– sirven hoy para justificar el envío de armas, el aumento del presupuesto militar y la subordinación de Europa a los intereses de Washington.

Mientras tanto, cualquier crítica a la OTAN es atacada y ridiculizada. En los 80, la censura a 'Cuervo ingenuo' mostraba que la izquierda tenía algo que decir sobre el tema. Hoy, la criminalización del discurso anti-OTAN se disfraza de acusaciones de "prorruso", eliminando cualquier espacio de debate serio.

La OTAN ha sido responsable de guerras devastadoras en Yugoslavia, Afganistán, Libia, Siria y también es la principal responsable del conflicto en Ucrania. Señalar esta realidad no es tomar partido por ningún país extranjero, sino defender la verdad y ser coherente con la lucha histórica por la paz y contra las guerras de rapiña imperialistas.

Felipe González pasó de engañar al personal con lo de "OTAN de entrada no" a ser su mayor defensor. Pero la izquierda de base no cambió de postura. Las movilizaciones contra la guerra de Irak en 2003, las marchas contra las bases estadounidenses, las protestas contra la cumbre de la OTAN en Madrid en 2022 e incluso las crecientes movilizaciones convocadas durante estos días indican todo lo contrario: el rechazo a la OTAN nunca fue solo un eslogan, sino una lucha real con un potente trasfondo político.

El rearme europeo, anunciado por Ursula Von Der Leyen, sigue la lógica, planteada ya en 2014 por Obama, de aumentar la participación de los países europeos a la Alianza, debido al viraje de EEUU hacia la llamada "estrategia asiática", es decir, hacia su actual objetivo principal que es impedir que continúe el ascenso de China que está cuestionando seriamente su hegemonía unipolar.

Hoy que la UE acelera su integración militar y el gasto en defensa sube sin freno, es más importante que nunca recordar lo que significó el referéndum de 1986. Ya que no solo escenifica una traición electoral, sino que representa un punto de inflexión en la política española: el momento en que el PSOE abandonó cualquier intento de representar los intereses de la clase trabajadora y se alineó definitivamente con los del capital.

El "¡OTAN no, bases fuera!" no es una consigna del pasado. Es una necesidad del presente. Porque, como en 1986, la única alternativa real sigue estando en las calles, en la movilización y en la denuncia.

Actualidad RT

 

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