La voz viva de Lorca


Federico García Lorca.
De viva voz-Conferencias y alocuciones.
Barcelona. Penguin Random House-Debolsillo. Primera reimpresión, 1924.
Edición a cargo de Víctor Fernández y Jesús Ortega.
Quien escribe ya se ha ocupado de esa valiosa fuente de reflexión y emociones constituidas por las intervenciones orales del poeta (ver aquí). La publicación que hoy nos ocupa reviste la importancia necesaria para hacernos volver sobre el tema.
Esta compilación es más completa que las que han circulado por nuestras tierras hasta ahora. Puede ser un vehículo apto para quienes no conocen esta parte no tan difundida de la obra del autor de Doña Rosita la soltera. Y es útil asimismo para quienes ya la nan recorrido obtengan un contacto más pleno con la expresión oral del poeta.
Los coordinadores de esta publicación optaron por no hacer una edición crítica con todas las de la ley, sin dejar por eso de proporcionar información básica al lector. Así nos encontramos con las precisiones de fecha y lugar de cada intervención. Completan la entrega un valioso prólogo y una extensa cronología del itinerario lorquiano.
La palabra fecunda
Referirse a conferencias o alocuciones puede inducir a la creencia de que vamos a encontrarnos con algo formal, pesado, cargado de academicismo. No es para nada así. El poeta granadino encara aún los temas de apariencia más árida con un derroche de espíritu poético que torna amenas y emotivas sus exposiciones. Lo que no va en detrimento de su capacidad analítica y su erudición.
Resalta el amor de Lorca por las tradiciones populares; la ciudad de Granada, los grandes autores del pasado lejano de España. La influencia arábiga sobre la cultura hispánica en general y la del sur peninsular en particular.
Las evocaciones a su ciudad natal rebosan ternura y lectura profunda de sus rasgos tanto geográficos como humanos: “Granada no puede salir de su casa. No es como las otras ciudades, que están en la orilla del mar o de los grandes ríos, que viajen y vuelven enriquecidas con lo que han visto. Granada, solitaria y pura, se achica, ciñe su alma extraordinaria y no tiene más salida que su alto puerto natural de estrellas.”
Difícil pensar un acercamiento más transido de amor. Que hace mérito incluso de la situación aislada y la relativa pequeñez de la capital del último rey moro..
Lorca busca el sentir popular en las calles y los campos. Y no se detiene frente a la puerta de las casas. Cuando examina el riquísimo caudal de las canciones de cuna, retrata a las madres arrullando a sus hijas e hijos con cánticos a veces centenarios. E incluso exalta el papel de las nodrizas de las familias ricas, que expanden la geografía social en la que ingresan esos cantos inmemoriales.
Terruño, amor y muerte
Las reflexiones de Federico pueden ser apreciadas como exponentes de una vindicación cultural española que parte de una divergencia radical con el centralismo castellano de raíz clerical. El mismo que menoscababa el fuerte componente árabe, gitano y judío de la cultura peninsular.
El que desprecia y persigue a los nacionalismos regionales del norte del país, a los que el poeta rindió asimismo tributo en su obra literaria, como lo ejemplifican entre otras expresiones sus Seis poemas galegos.
Esa visión de vasto alcance no lo inhibe para el repliegue intimista, hacia los grandes temas del amor y la muerte. Al abordaje de la extinción de la vida humana pertenece el pasaje evocativo del fallecimiento de Luis de Góngora. Ese poeta difícil, de minorías, al que Federico aprecia tanto como a los cantos callejeros de campesinos y campesinas analfabetos:
“Cuando los viejos amigos llegan a la casa, las manos de don Luis se van enfriando lentamente. Bellas y adustas sin una joya, satisfechas de haber labrado el portentoso retablo barroco de las Soledades. Los amigos piensan que no se debe llorar a un hombre como Góngora y filosóficamente se sientan en el balcón a mirar la vida lenta de la ciudad.”
Melancólica dulzura y respeto perspicaz por la persona y la obra de un creador por él reverenciado. Y devoción por las tierras de origen: No le es indiferente que el gran poeta del siglo de oro haya sido andaluz como él. De Córdoba, otra ciudad en la que vibra el pasado “moro” de las maneras más agudas y sutiles.
El mundo y la política
En algunas de las charlas el poeta y dramaturgo muestra que su arraigo hispano le permite a la vez la captación del alma de otras latitudes. Interpela con tanta eficacia a los públicos de Buenos Aires y Nueva York como lo hace con los de Sevilla, Madrid o Barcelona.
Su mirada sobre el crac de Wall Street del que es inopinado testigo constituye una muestra de comprensión, intuitiva pero certera, de un momento crucial en la degradación de la sociedad capitalista y sus desajustes brutales.
Una vez más corresponde remarcar que el andaluz tuvo alma política y de crítica social pese a no ser hombre de partido. Esta parte de su obra así lo comprueba.
Se manifiesta sensible frente a los sufrimientos de las clases explotadas de su tierra. Exalta la necesidad de llevar la cultura y en particular el teatro a los campesinos y obreros. Y se exhibe implacable con una clase dominante que, bien lo comprende, sacrificará siempre vidas y bienes en el altar de la máxima ganancia.
La obra de Lorca amerita los más diversos acercamientos. Se lo encuentra fascinante en sus trabajos poéticos y teatrales de fama universal. Se lo descubre con gratitud en estos aspectos de apariencia lateral que sin embargo nos traen a un observador agudo, un intelectual que no sólo sabe, sino que comprende y siente.