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Pensamiento :: 18/01/2006

La producción contemplada desde el marxismo. Un ensayo.

Carlos X. Blanco - La Haine
La producción se puede entender bajo el aspecto de la aplicación de la tecnología al trabajo humano . El trabajo es a su vez un proceso comprendido bajo el aspecto de su aplicación a los recursos naturales.

El trabajo es un proceso histórico que define la esencia del hombre como una realidad estructural cambiante a lo largo de la historia. Esa realidad estructural cambiante viene conformada por el conjunto de relaciones sociales. El materialismo histórico enseña que es el esfuerzo laboral del ser humano organizado socialmente el vector fundamental que hay que reconstruir, estableciendo direcciones de relaciones entre ese esfuerzo laboral y otros términos sociales (organizados superestructuralmente) que desbordan por completo el mundo de la producción, pero que siempre hunden sus raíces en él. En este sentido, el materialismo histórico no puede identificarse jamás con la historia económica, ciencia que puede practicarse de manera idealista y que entiende por "economía" un mero sector de la sociedad recortado y analizado en forma de supuestos fenómenos autónomos. Este estudio se hace sin desentrañar por ello necesariamente las "raíces" de las que brotan las más variadas formaciones ideológicas y sociales. El estudio pormenorizado de toda una fenomenología de sucesos declarados a priori económicos, no da, emprendido al margen del materialismo histórico, con la clave de la producción (el modo de producción de una sociedad). Es por esto que el materialismo histórico es una ontología de la totalidad social, que conlleva su propia epistemología, al modo clásico, mientras que otras ciencias sociales "positivas" y supuestamente neutras con respecto a su ontología, unidas a una epistemología fundacional, el positivismo, se ven incapaces de dar cuenta y reconstruir el todo social. Y para más señas del marxismo, debemos recordar que éste no posee una ontología realista que se atiene a las apariencias. Muy al contrario, comoquiera que debe descubrirse siempre el modo predominante que se oculta en la producción social, por debajo de apariencias y restos de antiguos y caducantes modos, ese modo equivale a una esencia entendida es sentido materialista, a saber una esencia reconstruida racionalmente y no pre-dada. La esencia de una sociedad, del capitalismo, no se descubre sino después de difíciles análisis dialécticos, en los que se trazan relaciones entre términos no visibles prima facie.

Los análisis dialécticos de una sociedad capitalista no derivan de "ideas claras" y "distintas" ni tampoco de teorías preestablecidas. Los análisis marxistas verdaderamente esclarecedores brotan de la acción misma, y ellos son parte de la acción social. Desde dentro de la acción social en todos sus sectores (político, sindical, académico, ecológico, etc.) la elaboración de una ciencia ideológica forma parte de la transformación misma de las relaciones de fuerzas y de las luchas de clases. Es acción cuya eficacia se mide por la posibilidad de resolver las contradicciones, planteadas antes en la historia de modo unilateral, desde cada polo opuesto poseedoras de su grano de verdad. El marxismo no pretende ponerse a prueba como una teoría frente a la (pre-dada) experiencia, ni situarse en contraste con una empiria que ya está ahí delante, como supremo tribunal de contraste o refutación. Sus categorías e hipótesis ya están tomadas de la experiencia. Ellas empaquetan efectivamente la experiencia social, pues suponen recortes de términos y configuraciones de términos que poseen potencia reconstructiva. Con preferencia, se establece el acceso a los términos semánticamente vinculados a la base productiva. De esta manera, el materialismo histórico puede proponer los vectores del cambio social y de transición entre estructuras sin riesgos de incurrir en círculos viciosos. La labor es estrictamente histórica-categorial y en ella se comprende la Economía Política toda.

En la crítica de esta ciencia se comprende el carácter esencialmente histórico del capital como relación social que es, en modo alguno susceptible de ser subsumida por debajo de leyes universales, naturales o eternas. El materialismo histórico es una empresa empírico-teórica, por ese orden, diríamos, que es el orden que Marx ejemplifica en el Capital. Se parte del todo concreto, síntesis reunida de múltiples determinaciones, desde el cual se realiza una destrucción de todas aquellas falsas categorías, que demuestran recubrir solamente las apariencias, y se ensayan otras categorías hipotéticas que sólo en contacto con los datos y la empiria demuestran mayor potencia y profundidad a la hora de reunir los fenómenos. Las falsas categorías elaboradas por la ciencia social burguesa chocan necesariamente con las nuevas abstracciones tentativamente esbozadas en el marxismo, cada una de las cuales (valor de uso, valor de cambio, dinero, capital, mercancía, modo de producción) en realidad es en una reconstrucción crítica de las ya formadas por la tradición económica "clásica". Junto al choque de categorías se va realizando un proceso de análisis dialéctico, es decir, que cada categoría analítica va realizando algo así como "catas" cada vez más profundas y de extensión mayor en todos los sectores de una formación social. Al remontar hacia planos de mayor abstracción se pueden "medir" los resultados de los diversos análisis dialécticos. Es decir, se pueden practicar descomposiciones de fenómenos no recortados a priori, ni tampoco señalados arbitrariamente, sino teniendo en cuenta el todo. En última instancia, es toda una visión alternativa, centrada en el punto de vista del trabajo (del trabajador) el que está movilizado en los sucesivos análisis del capitalismo, frente a la ciencia al servicio de la burguesía. A partir de ese nivel soberano e irreconciliable de esta otra visión del mundo, destinada a comprender la visión apologética del capital, el todo se puede ir concretando en forma de un sistema categorial que se va organizando en función de las sucesivas "catas" y exploraciones en el mundo real de los fenómenos (y que por la propia tradición platónica que Marx adopta, no es un mundo tan real como la gente suele pensar).

Los estudios empíricos, y las reconstrucciones materiales de una sociedad son empresa histórica, y como tal, la historia se entiende una ciencia general de la sociedad cuyas mismas leyes se han de entender en un sentido cambiante, no constituyen transcendentales eternos. El todo transcendental, si se quiere, es un a posteriori de todos esos estudios categoriales vertebrados en torno a la idea de Producción. De ningún modo la idea de Producción es una categoría al lado de las otras. Es, en primera fase, un núcleo regulador y organizador de datos empíricos referidos a una sociedad concreta que, desde sus momentos originarios, ya de forma inmediata es conocida por sus miembros integrantes. En un segundo momento, no es ese todo digamos "intuitivo", sino todo enriquecido por los análisis dialécticos sobre formaciones sociales concretas y que, como idea, recorre a todas de forma universal, y no se deja confundir en concreto con ninguna de ellas. Así pues, el materialismo histórico es ciencia empírica, en el sentido que una historia positiva (no positivista) lo ha de ser. No es nunca un "mero" instrumento de una concepción del mundo, o de una filosofía. Es parte funcional y orgánica de la filosofía materialista en el mismo sentido en que las manos, las piernas y, en general músculos y cerebro son parte de un ser humano. No es la ciencia empírica (histórica) una "antena" recogedora de información del mundo a una supuesta inteligencia pura (la filosofía). Al igual que en nuestra analogía con el ser humano, este es cuerpo y es mundo exterior él mismo, y por ello toda "antena" sensorial y empírica ya está ínsita en su propio cuerpo y en el uso racional que de sí mismo hace. Sólo hechas estas precisiones daríamos la razón a E. P. Thompson.

"El materialismo histórico difiere de otras ordenaciones interpretativas de los datos históricos no -o no necesariamente- por ninguna premisa epistemológica, sino por sus categorías, sus hipótesis características y procedimientos concomitantes (...) y el declarado parentesco conceptual entre estas y los conceptos elaborados por los cultivadores marxistas de otras disciplinas. Yo no veo la historiografía marxista como si fuera algo subordinado a algún corpus general de marxismo como teoría, situado en alguna otra parte) ¿tal vez en la filosofía?). Al contrario, si hay un terreno común de todas las prácticas marxistas, debe estar allí donde el propio Marx lo situó, en el materialismo histórico. Este es el terreno del cual brota toda la teoría marxista y al cual debe retornar en definitiva".

 

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