Lorca, la magna biografía
Mucho se ha escrito sobre el poeta y dramaturgo fusilado en Granada con el trabajo de un estudioso de habla inglesa como el aporte decisivo.
Suele considerarse a algunas biografías como "definitivas". Lo habitual es que se proporcione esa calificación a libros que contienen un recorrido exhaustivo por la vida y las realizaciones del biografiado. Y que lo hacen acompañándolo con una demostrada capacidad de comprensión de su momento histórico y de contextualizarlo en el entorno en el cual se movió.
La apreciación se enaltece si la obra respectiva muestra una escritura clara y elegante, que añade la amenidad de la lectura y el mérito literario a las restantes virtudes.
Quien escribe estas líneas no comparte el supuesto carácter definitivo e insuperable de ninguna obra biográfica. Siempre habrá nuevos documentos que examinar, renovadas formas de apreciar un recorrido vital, novedosos insumos críticos para justipreciar la obra escrita del biografiado.
Las que sin duda existen son las grandes biografías, que dejan una marca que las convierte en referencia para los trabajos futuros sobre el respectivo protagonista y acercan perspectivas de interpretación que podrán ser controvertidas e incluso reemplazadas, pero resultará insoslayable tener en cuenta de ahí en adelante. Es seguro que pertenece a esta clase el trabajo de Ian Gibson sobre Federico García Lorca.
España pensada (y amada) en inglés.
Gibson, irlandés, forma parte de una estela de grandes hispanistas de habla inglesa que han dejado su marca indeleble sobre el conocimiento y la interpretación acerca de la historia española del siglo XX.
Ian Gibson.
No han mostrado sólo erudición y rigor, sino sobre todo una especial sensibilidad para comprender una tierra y una sociedad a primera vista tan diferentes de las propias. Y en muchos casos una fascinación con el país ibérico que los llevó a establecerse allí durante años, cuando no de por vida.
Británicos, estadounidenses e irlandeses han seguido ese camino con singular provecho. Cómo no recordar la veta iniciadora de Gerald Brennan, con una interpretación global de la historia hispana que se proyecta hacia el entendimiento profundo de la guerra civil. O a Raymond Carr, autor de variados estudios y sobre todo de una meritoria síntesis de la historia contemporánea de España.
Más cerca en el tiempo resulta indispensable la mención de Paul Preston, que recorre por múltiples trillas un siglo de historia hispana, en particular la guerra civil y el franquismo. Dentro del género biográfico su narración de la vida de Francisco Franco no puede ser soslayada en ningún acercamiento a la dictadura de 40 años de duración que azotó a la población española.
Una historiadora, Mary Nash, ha aportado de modo sustantivo a conocer el rol de las mujeres hispanas en la segunda república, la guerra y la subsiguiente dictadura. Esto se refleja en su libro Rojas: las mujeres republicanas en la Guerra Civil española. O con un despliegue temporal más extenso, Trabajadoras: un siglo de trabajo femenino en Cataluña [1900-2000].
Algunos de estos autores han desarrollado no sólo el interés profundo y permanente por el país, sino el hondo vínculo emotivo con su objeto de estudio.
En el caso de Gibson la identificación con España y con la tierra andaluza en particular ha llegado a los puntos más altos. Lo hizo casi siempre tras las huellas de García Lorca, por lo cual vivió y vive en Granada, si bien en algunos momentos alternó ese lugar de residencia con Madrid. No rehuyó el compromiso político, hasta el punto de participar en listas de candidatos municipales. Y revistó durante ocho años como delegado municipal de cultura en tierras granadinas.
El irlandés tomó el recorrido lorquiano en variadas direcciones. En aparente paradoja comenzó por la indagación a propósito del asesinato de Federico. Allá por la década de 1970 avanzó más lejos que nadie en ese esclarecimiento indispensable.
Años después produjo su biografía monumental en dos tomos, una profundización sin precedentes en ese universo. Más de un millar de páginas en las que recorrió su vida y u obra en todas direcciones.
No hay una persona relevante en los menos de cuarenta años que duró la vida del poeta que no esté allí. Cada suceso de alguna importancia es narrado o al menos mencionado. Sus escritos en verso o en prosa, más su teatro, se encuentran comentados con mayor o menor minuciosidad. Gibson sigue al poeta en Granada, en Madrid, en sus dos grandes viajes a América.
El hispanista siguió tras Federico en otros libros que ampliaron y enriquecieron sus enfoques.
Las opciones sexuales del poeta, que tanto le proporcionaron felicidad como lo atormentaron, ocupan el lugar principal en otra entrega de Gibson, Lorca y el mundo gay.
También profundizó en la imbricación de Lorca con su ciudad de nacimiento, a la que dedicó dos libros. El último, Poeta en Granada, señala otro sendero biográfico, a través de su relación con el suelo que lo vio nacer y lo cobijó buena parte del tiempo hasta la hora de su muerte.
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