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Estado español :: 09/02/2013

Los responsables políticos de la tragedia económica y la nueva oligarquía

Máximo Relti
Lo que se ha dado en llamar la "burbuja inmobiliaria" tiene su origen en la constitución de un nuevo "modelo económico" capitalista

Que fue desarrollándose paralelamente al desmantelamiento industrial y agrario que se dio en el Estado español tras la adhesión a la Unión Europea.

La construcción terminó convirtiéndose en la auténtica "industria nacional". Se trató, pues, de una reconversión radical y profunda de la economía española, mediante un proceso nada espontáneo iniciado en la década de los 80, alternativo a aquél que se había diseñado en los años 60 bajo la dictadura de Franco. A partir de 1982, bajo el gobierno de Felipe González, se fueron abonando las condiciones para que en 1997 se empezara desarrollar, de manera vertiginosa, lo que luego hemos conocido como la "burbuja inmobiliaria".

En realidad, el proceso comenzó cuando durante la transición política de la dictadura franquista a la monarquía juancarlista se produjo una "refundación" oligárquica del poder de las clases dominantes. Poco a poco, sobre esta "refundación" las clases hegemónicas españolas fueron desplazando el ámbito de su poder económico hacia los negocios de la recalificación y construcción de suelos, que no sólo no estaban sometidos a ningún tipo de control, sino que encontraron el aliento y la complicidad de las instituciones gubernamentales. Esta política fue patrocinada por el propio presidente del ejecutivo socialdemócrata Felipe González Márquez. Y resueltamente defendida, públicamente, por su ministro de economía Carlos Solchaga. Fue la época en la que éste último se preguntaba soberbio ante los medios de comunicación qué podía tener de malo que España fuera un país plenamente dedicado al sector servicios y a la recepción de jubilados europeos. La pregunta del ministro no respondía, naturalmente, a una reflexión personal suya, sino que era la expresión de la aceptación por su parte del papel subordinado que la UE había impuesto a España.

En el curso de este período, una burguesía inmobiliaria y rentista, vinculada a las grandes empresas de las infraestructuras y la construcción, consolidó su poder en todas las áreas económicas del Estado español.

Con los gobiernos de Aznar y Rodríguez Zapatero, el nuevo "modelo económico" se fortaleció. Como corresponde a cualquier Estado capitalista, la legislación fue puesta en sintonía con los intereses de la nueva oligarquía hegemónica. En el año 1998, una ley dictada por el gobierno de Aznar privatizó el mercado del suelo. El propósito era evidente: multiplicar la rentabilidad del negocio inmobiliario aumentando el terreno edificable. Su continuador en la presidencia, Rodríguez Zapatero, no hizo más que consolidar las medidas de su predecesor implementando su aplicación.

Fue esta la época de los megaproyectos urbanísticos, acompañados por las recalificaciones de suelos. En una alucinante orgía de despilfarro se construyen aeropuertos, parques temáticos, "ciudades de la cultura", complejos congresuales, etc., atendiendo exclusivamente a los intereses inversionistas de la nueva clase dominante.

Este período coincide también, por otra parte, con las repercusiones provocadas por la entrada de España en la Unión Europea. Los fondos europeos pusieron a disposición de las grandes empresas de la construcción cantidades fabulosas de capital dispuestas a ser invertidas en cemento. Ello creó paralelamente la mágica ilusión, en importantes sectores de la población española, de convertirse en propietarios de viviendas, gracias a las "libérrimas" facilidades ofrecidas por una banca que también poseía importantes intereses en el sector de la construcción.

De forma simultánea, el valor de las viviendas crecía exponencialmente. Durante el decenio 1996-2006 el precio de la vivienda se duplicó. El endeudamiento de las familias alcanzó tal desarrollo que en el año 2006 una cuarta parte de la población española estaba endeudada por más de una década.

Durante esos años, decenas de miles de jóvenes abandonaron sus estudios seducidos por "El Dorado" de la construcción. Mientras que el precio de la vivienda se duplicaba, los salarios en cambio permanecían congelados. ¿Cómo era posible, entonces, que la adquisición de este bien continuara creciendo exponencialmente? La razón estribaba en que los banqueros, borrachos por el festín de beneficios que proporcionaba el boom de la construcción, ofrecían "hipotecas baratas para todos". Los plazos de las mismas fueron ampliados hasta límites inconcebibles: ¡40 años! "¡Si usted no puede pagarla, la pagarán sus nietos! Y si en el transcurso de esas cuatro décadas algún suceso le impidiera pagar los plazos, con su venta ganaría dinero" - afirmaban sonrientes los gestores de la banca.

El final de esta historia no es necesario recordarlo. Hoy está a la vista de todos.

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