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Andalucía :: 01/02/2019

Nada Madrid

Javier Pulido
Recordémoslo. Madrid es una criatura y una creación de España; un parasito que la representa y encarna como nadie. Y como España

Visto el asunto desde Andalucía, que una candidatura de pretendida “izquierda” se autodenomine “Más Madrid” sin que nadie de la Villa y Corte y sus cercanías haya siquiera cuestionado tamaña desfachatez no es ni debería ser algo menor. No es de extrañar que, una vez dado este paso, haya quien especule con que -si sale bien- sea este el primer paso para montar a continuación un “Más España” como nuevo concurrente con IU y con Podemos en el espacio del españolismo de izquierdas

 Hubo un tiempo fugaz -al principio de la Transición- en que los madrileños en el espacio de las izquierdas -enfrentados al papel histórico de su ciudad- casi pedían perdón por serlo antes de intervenir u opinar sobre cualquier asunto y bien tendían a rebuscar antecedentes nacionales extracapitalinos a los que acogerse o bien se reclamaban “castellanos irredentos”… todo fuera para hacerse perdonar -o al menos atenuar- su pecado original.

 Pero el mantenimiento de las organizaciones estatales españolistas y la consecuente regresión del rechazo al españolismo hace tiempo que sepultó esta estética. Y el cosmopolitismo se convirtió en añadido habitual del españolismo.

 Recordémoslo. Madrid es una criatura y una creación de España; un parasito que la representa y encarna como nadie. Y como España, nada tiene de respetable o reivindicable. Y llamarse “Más Madrid” en pleno siglo XXI es, de entrada, toda una declaración de principios. A favor, no sólo de la imposición española en general, sino de su versión más descarnada y expoliadora en particular.

Madrid antes de ser escogida en 1561 como sede de su Corte por el criminal Felipe II Habsburgo  -el de la Guerra de las Alpujarras- andaba por los 13.000 habitantes (y treinta años antes, aún por menos de los 5.000).

Cuando a principios del siglo XVII se había montado en cerca de los 90.000, bastó en 1601 una decisión de su hijo, el también genocida Felipe III Habsburgo -el de la expulsión de los moriscos- de mudarse a Valladolid para que inmediatamente Madrid se redujera a 23.000 habitantes y cayera en el absoluto marasmo. Prueba evidente de una condición parásita que se ha mantenido inalterable durante siglos. Y desde entonces acá, el vampiro siguió creciendo sostenido por los favores del Estado español y la afinidad de las oligarquías que a su sombra la tomaron como sede, la generaron y la engordaron 

Con el tránsito de los Habsburgo a los Borbones -cuando nacía el reino de España como hijastro heredero de la Monarquía Habsburgo- la Corte creció hasta los 150.000. Luego, a los 300.000 con Isabel II, cuando se inventó su provincia. La Restauración borbónica la hizo llegar al medio millón a principios del siglo XX; que ya eran uno con la II República española que fue la que la reconoció -en un acto de españolismo- en su Constitución como su capital. El franquismo continuó la senda a ritmo de paroxismo y se encargó de triplicar a Madrid elevándola hasta los 3 millones, más otro par de su entorno. Todo ello siempre aprovechando el amparo español y asentado sobre el expolio económico y la opresión política de las naciones sometidas a España y en particular de Andalucía. En 1981, UCD y PSOE reconvirtieron la “Provincia” en “Comunidad Autónoma” en un ejercicio simultáneo de extrema artificialidad y de menosprecio hacia los países reales del Estado rebajados a ser considerados legal y políticamente iguales que semejante engendro.

Madrid -en resumen- no se entiende ni se sostiene sin España porque sin España no existiría. Siempre ha mamado de España y aún hoy lo sigue haciendo. Y por lo que nos toca y desde que se inventó, de la explotación y opresión de Andalucía.

Así, afirmarse hoy “Más Madrid” -blanquear Madrid- es políticamente lo mismo que suscribir un “Más España”. 

Si hubiera reparación y justicia histórica plenas -ojalá- Madrid debería retrotraerse a los 15.000 habitantes que tenía antes de ser Corte y las ovejas deberían volver a pastar en lo que hoy es la Gran Vía; se devolverían los fondos artísticos y documentales robados durante siglos y en compensación a lo sufrido y a lo expoliado, se transferirían a Andalucía del resto, al menos la cuarta parte de todos los activos acumulados en museos y bancos.

En tanto esto llega… y en cualquier caso para acercarnos a este escenario o alguno coherentemente similar -que conlleva conseguir la liberación nacional de Andalucía- afirmémonos ajenos y extraños a todo lo que provenga de Madrid. No hay “izquierda” que valga en Madrid que no empiece negándolo de raíz. No aceptemos desde Madrid “solidaridad” alguna -que en su caso siempre es cobertura de intromisión, tutela, dominio y patronazgo- salvo cuando venga precedido de expreso apoyo a nuestra independencia nacional. Ni por supuesto se la demos; que en el caso andaluz es -como avala la experiencia- sinónimo de sumisión y alienación. 

Frente al “Más Madrid”, mantengamos siempre en Andalucía el Nada Madrid”.

 

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