Pedro Sánchez, Israel y Palestina: hacer siempre lo mismo nunca dio resultados distintos
El viaje del presidente español Pedro Sánchez a Oriente Medio y sus declaraciones en relación al reconocimiento del Estado palestino han generado múltiples polémicas y declaraciones dentro y fuera de España.
En primer lugar, es necesario aclarar que Pedro Sánchez no hizo ninguna declaración que suponga un cambio de posición de su partido ni del ámbito europeo.
La Unión Europea y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) han defendido históricamente la postura de los dos Estados como una solución al problema palestino.
En ese sentido, ni siquiera sería la primera vez que se pone sobre la mesa el reconocimiento al Estado palestino como un paso fundamental en la dirección de esta apuesta política.
El 16 de julio de 2014, seis niños jugaban al fútbol en una playa de Gaza cuando fueron atacados por un proyectil disparado desde una lancha de la Armada de Israel. Cuatro de los menores murieron en el acto, otros dos resultaron gravemente heridos. En las cercanías de esta playa se encontraba un hotel con periodistas occidentales, incluyendo el canal francés TF1, que grabaron el ataque y ayudaron a socorrer a las víctimas. Estos periodistas cumplieron la función que George Steer, periodista británico testigo de la masacre de Gernika, tuvo en la guerra civil española, para de esta manera alertar a la comunidad internacional -léase la occidental- de lo que estaba ocurriendo en la Franja de Gaza.
El ataque formaba parte de la Operación Acantilado Poderoso, iniciada por las Fuerzas de 'Defensa' de Israel (FDI). Tras cincuenta días se pactó una tregua bajo mediación egipcia. Según informes de organismos internacionales, más de 1.500 civiles palestinos perecieron durante esta operación del régimen israelí, entre ellos 539 niños.
Es en este contexto que las reacciones internacionales no se hicieron esperar. A las protestas en todas las partes del mundo, se unieron determinadas acciones y declaraciones de distintos Estados o partidos políticos.
En el caso de España, el gobierno presidido entonces por Mariano Rajoy (Partido Popular) suspendió temporalmente la venta de armas a Israel. Su ministro de Exteriores en ese momento, José Manuel García-Margallo, justificó la medida en el Congreso de los diputados en relación a las "estremecedoras" cifras de víctimas en Gaza, y aunque reconocía "el derecho de Israel a proteger a sus ciudadanos", consideraba que este "derecho" debía estar "condicionado al principio de proporcionalidad y al respeto a la protección que merecen los civiles". Unas declaraciones muy similares a las de Pedro Sánchez en estos días.
Vista aérea de un ataque a una zona residencial en la Franja de Gaza, 28 de noviembre de 2023.
En octubre de 2014, se aprobó por amplia mayoría, solo con dos votos en contra y una abstención, una proposición no de ley, es decir, una moción no vinculante, sobre instar al gobierno al reconocimiento del Estado palestino. Ese mismo año la Asamblea Nacional francesa aprobó una moción similar y le siguieron otros Parlamentos europeos como el de Reino Unido e Irlanda.
Otros grupos parlamentarios, antes y después, han tratado de presentar iniciativas en esta dirección en el congreso español: Izquierda Unida, Esquerra Republicana de Catalunya o Podemos. Igualmente, el PSOE incluía en su programa electoral para las elecciones de 2018 este reconocimiento; además de haber sido una exigencia en el actual acuerdo de gobierno con la coalición política Sumar, que ha facilitado el ascenso a la presidencia de Pedro Sánchez.
Para comprender el interés político de este reconocimiento debemos hacer un breve recorrido histórico. El 15 de noviembre de 1988 la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) hizo pública la Declaración de Independencia de Palestina, proclamando el establecimiento del Estado de Palestina, en una sesión extraordinaria del Consejo Nacional en Argel (Argelia). Esta declaración fue rápidamente reconocida por más de ochenta naciones; a fecha de 2019, 139 de los 193 Estados con representación en Naciones Unidas, confirmaban su reconocimiento al Estado palestino. Es decir, son una minoría de países los que aún no lo reconocen.
Con los Acuerdos de Oslo de 1993, se estableció un período de transición de cinco años para aplicar la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, que establecía la vuelta a las fronteras existentes en 1967, abriendo la posibilidad a la solución de los dos Estados.
Dirección opuesta
En la práctica estos acuerdos han ido en la dirección contraria. En primer lugar, supusieron un debilitamiento progresivo de la OLP, con un fuerte enfrentamiento interno, que facilitó, entre otras cosas, el ascenso de Hamás y su éxito electoral en la Franja de Gaza en 2006. También la intensificación de la colonización israelí de Palestina, a través de la división territorial en tres áreas, y el control total del Área C, la de mayor dimensión y recursos de la Cisjordania ocupada, por parte de Israel. Así como el control por designación del resto de Cisjordania a través de la creación de la Autoridad Palestina, que se percibe como un organismo dependiente de los intereses de Israel.
La expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania y Jerusalén Este, el derribo de viviendas y el aumento de poblados de colonos racistas, se unen a la negación del derecho al retorno de los refugiados palestinos desde 1948, y al control por parte de Israel del acceso a elementos básicos como el agua o las carreteras, que es utilizado para forzar el desplazamiento interno de la población palestina con vistas al exilio forzado.
Este escenario ha facilitado una descomposición del territorio que hoy en día haría inviable un Estado palestino con base en las fronteras de la resolución 242 de Naciones Unidas. Es por ello que muchos analistas, militantes y activistas políticos hace años que ya no ven viable una resolución basada en la creación de los dos Estados, y que apuestan por un solo Estado, multiconfesional y multiétnico, que reconozca el proceso de descolonización de Palestina, y que acabe con el régimen de colonización y apartheid israelí.
En ese sentido, las declaraciones de Sánchez, e incluso un reconocimiento a un hipotético Estado palestino, tendría un valor político superficial en relación al reconocimiento al pueblo resistente de Palestina, pero no supondría una resolución real del conflicto.
Por último, es trágico que desde Occidente solo nos acordemos de Palestina cuando las cifras de muertos, siguiendo el hilo de las declaraciones de Sánchez, se nos vuelven "insoportables". ¿Existe quizás alguna cifra que se pueda soportar?
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