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Estado español :: 12/01/2016

Podemos: Les suena la música carecen de las claves para captar el fraude de la letra

M. Relti
Y eso seguirá siendo así mientras no existan organizaciones populares fuertemente arraigadas en la sociedad

Vivimos ciertamente tiempos de confusión, aunque paradójicamente nunca las cosas hayan estado tan claras como lo están hoy. En términos generales una buena parte de la población puede intuir vagamente en qué consisten los males que aquejan a nuestra sociedad . Sin embargo, a la hora de definir en qué consisten éstos y señalar sus factores desencadenantes, la respuesta es frecuentemnete confusa, difusa y, desde luego, insuficiente.

No es esta, ni mucho menos, una situación novedosa en las páginas de la historia contemporánea. Secuencias similares pueden encontrarse en los anales de los siglos XIX y XX.

LAS CRISIS IDEOLÓGICAS Y LOS "PARTIDOS EMERGENTES"

Por otra parte, momentos críticos como los que vivimos son propicios para la aparición de peculiares personajes que, aprovechándose del clima de confusión y desesperación colectiva, intentan introducir su mercancía averiada entre propuestas supuestamente formuladas para superar los graves escollos por los que atraviesan las clases sociales más numerosas y también económicamente más débiles.

No siempre estas fuguras "espontáneas" que sorpresivamente aparecen en los convulsos escenarios de las crisis sociales o politicas responden milimétricamente a los mandatos directos e intereses de los poderes económicos que, al fin y al cabo, son los que realmente controlan los resortes del Estado y de la economía en cualquier país capitalista.

A veces, las formas de pensar de personajes como los que intentamos describir pueden responder, en principio, a reflejos de su educación, a las clases sociales de pertenencia o a otros factores de carácter biográfico. Sin embargo, a la postre, en el éxito o fracaso de sus iniciativas politicas terminan bajo el control de los intereses de las clases hegemónicas, pues son ellas las que tienen el poder para facilitar o entorpecer el éxito de la operación.

SYRIZA, EN GRECIA. PODEMOS, EN ESPAÑA

Personajes como Alexis Tsipras y Varufakis, en Grecia, o Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, en España, responden como si de un calco se tratara, al arquetipo de políticos que estamos describiendo.

No es esta una afirmación gratuita, motivada por simples antipatías políticas hacia las propuestas de los personajes citados. Al alcance de todos está hoy analizar el recorrido biográfico de los cuatro políticos citados. Bastaría con realizar un breve recorrido a través de sus testimonios videográficos colgados en YouTube para tropezar de bruces con las paradojas que se entrecruzan en sus numerosos mensajes políticos emitidos a lo largo del último año.

Cada uno de esos testimonios es cronológicamente una flagrante contradicción ideológica con los emitidos en fechas inmediatamente anteriores. Nos estamos refiriendo, claro, a los casos de Iglesias y Monedero que son los que más profusamente han emitido sus vídeos en ese medio propiedad de la empresa norteamericana Google.

UN VACÍO IDEOLÓGICO DE MÁS DE 40 AÑOS

La verdad es que irrita constatar cómo ambos personajes no sólo juegan de manera deliberada con la desmemoria de aquellos que escuchan sus mensajes, sino que también aprovechan cínicamente la nula formación de la población española, resultado de cuatro decenios de desolación ideológica.

La cuestión es que existen amplios sectores de esta población en los que las opiniones políticas están construidas sobre patrones tan simples como los que determinan las simpatías o antipatías hacia un club de fútbol o de baloncesto. Las opiniones políticas no son el resultado exclusivo de una elaboración propia o individual. Al proceso de formación de las ideas contribuyen de manera decisiva los medios de comunicación. Entre ellos, pesa decisivamente el papel que desempeña la TV que, a través de la imagen, logra otorgarle verosimilitud total al mensaje ideológico.

Durante estas cuatro últimas décadas, la “izquierda” institucional, en virtud de los acuerdos establecidos con la Constitución del 78, renunció a su propio mensaje ideológico, entre otras razones porque en ese tránsito ya lo había perdido.

A lo largo de los últimos 40 años, pues, el mensaje de los medios de comunicación, tanto escritos, radiofónicos como televisivos, ha sido unidireccional. No ha contado con réplica ideológica de ningún tipo.

Son por ello manifiestamente injustas las opiniones que reprochan a las clases populares que otorguen sus votos al PSOE, a Podemos o al propio PP. ¿De qué herramientas ha dispuesto nuestro pueblo para defenderse de los contenidos subrepticiamente encriptados contenidos en la publicidad ideológica?

Que el discurso engañosamente “radical” que emiten los portavoces de Podemos sea captado con facilidad por sectores importantes de la población, además de los riegos que provocarán las futuras desilusiones, evidencia también que no son pocos los asalariados, los jóvenes y los profesionales medios los que han sabido percibir aspectos difusos de la naturaleza de la actual crisis capitalista a traves de esos mensajes.

Les suena la música, aunque no dispongan de las claves ideológicas necesarias para desentrañar el fraude que contiene su letra.Y eso seguirá siendo así mientras no existan organizaciones populares fuertemente arraigadas en la sociedad, que no mitiguen los efectos de un discurso que nunca ha sido tan único como hoy.

 

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