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Estado español :: 31/03/2025

Por fin, ¿quién manda en España? ¿La Moncloa o Bruselas?

Aday Quesada
24 horas después de haber asegurado Sánchez que del 2% nada, va el jefe de la OTAN y lo desmiente

Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer. Prometió ante el Congreso que no subiría el gasto militar al 2% del PIB, y apenas un día después la OTAN lo desmentía públicamente: España, aseguran, sí pretende alcanzarlo este mismo verano. Un nuevo episodio de cinismo político que retrata a un presidente atrapado entre la sumisión atlántica y la descomposición ética de su propio discurso.

En apenas 24 horas, Pedro Sánchez ha conseguido lo que los grandes ilusionistas logran solamente con décadas de práctica: desaparecer una promesa frente a los ojos de millones de personas. Así, sin trampas ni cartón.

El martes proclamaba ante el pleno del Congreso que el aumento del gasto militar no alcanzaría el 2% del PIB. Y el miércoles, desde Varsovia, el mismísimo Secretario General de la OTAN Mark Rutte, informaba, urbi et orbi, que España quiere llegar a ese 2%... este mismo verano. ¡Redoble de tambores!

No hace falta ser un lince para entender que estamos ante un escándalo político de enormes dimensiones. Porque esto no es una mentirijilla más, una má de las tantas promesas incumplidas por Pedro Sánchez. Es un acto descarado de cinismo institucional.

SÁNCHEZ DICE UNA COSA, LA OTAN OTRA

Cuando Sánchez apenas había terminado de recitar con solemnidad desde la tribuna del Congreso su compromiso con un calendario pausado hacia el 2% de gasto militar "antes de 2029", en Varsovia, Mark Rutte soltaba una bomba de tal envergadura que sus efectos deberían arrastrar a nuestro pinochesco presidente hasta las horcas caudinas de una dimisión indigna.

" España quiere llegar al 2% este verano", desveló, sin ambages, el centurión de una "Alianza" que cada día lo es menos. .

Y como en todo truco de magia, aquí viene la parte del "espejito, espejito...": a La Moncloa le faltó tiempo para desesperadamente apresurarse a matizar, a aclarar, a pedir explicaciones a la OTAN por decir lo que dicen ahora que nunca le habían dicho.

Resulta que el tal Rutte, todo un veteranísimo político europeo, "interpretó mal" lo que le dijo el presidente español en su reunión del 27 de enero. ¡Qué torpeza la suya! O quizás, y solo quizás, en realidad no dijo otra cosa que lo que había escuchado.

"En política, mentir ya no es un escándalo. Lo escandaloso es que nos pidan que lo aceptemos con normalidad."

¿HACIA DÓNDE VA LA PASTA?

Aquí viene la parte económica. Para alcanzar ese 2%, habría que destinar unos 31.832 millones de euros a la guerra. Hoy estamos en torno a los 21.000 millones. Habría que aumentar el gasto militar en más de 10.000 millones... en cuestión de meses. Técnicamente, dicen los expertos, es inviable... salvo que metiéramos mano en las tentadoras "alforjas sociales".

Y mientras las carreteras se caen a trozos, las listas de espera en la Sanidad se eternizan y los alquileres se disparan, se nos prepara para aceptar como "sacrificio inevitable" una lluvia de millones para tanques, misiles y más bases militares. Todo en aras de la "seguridad", esa mágica palabra que sirve para justificarlo todo.

LAS ESTRELLAS DE LA CULTURA DICEN "BASTA"

La respuesta social no ha tardado en comenzar a producirse. Cientos de personalidades del mundo de la cultura y el pensamiento han firmado un manifiesto demoledor contra el "rearme europeo". Entre ellos, Javier Bardem y Aitana Sánchez-Gijón han sido especialmente claros: el incremento del gasto militar "no traerá la paz" y responde a una lógica impuesta, sin debate, sin transparencia y sin consulta a la ciudadanía. ¿Democracia? Para otras cosas, parece.

"¿Qué dirán ahora los que prometieron cambiarlo todo y terminaron aplaudiendo "lo de siempre"?"

Y AHORA, ¿QUÉ DIRÁN LOS SOCIOS DE LA COALICIÓN?

Y aquí viene el plato fuerte de esta tragicomedia: ¿qué van a hacer ahora los socios de Coalición de Sánchez? ¿Qué dirá esa constelación de partidos que, hace no tanto, alzaban la voz contra la OTAN, contra el militarismo y contra las guerras?

¿Sacarán un comunicado diciendo que no es para tanto? ¿Nos ofrecerán alguna que otra pirueta dialéctica para convencernos de que aumentar el gasto en armas en realidad es una forma progresista de fomentar la paz mundial? ¿O simplemente guardarán el silencio propio de los corderos agradecidos, tragando saliva y apretando los dientes mientras miran para otro lado?

La coherencia ideológica parece haberse esfumado junto con las promesas. La política de alianzas de este Gobierno se tambalea sobre una cuerda floja tendida entre el cinismo y la vergüenza ajena. Porque si una coalición se define por sus principios compartidos, ¿qué queda cuando uno de sus pilares miente de forma tan descarada?

UNA LECCIÓN DE CÓMO NO GOBERNAR

Este episodio pasará a la historia como uno de los ejemplos más claros de cómo no hacer política. De cómo vender una imagen en casa y otra muy distinta en el extranjero. De cómo jugar con fuego sin importarte que arda la credibilidad del país.

Sánchez acaba de cruzar en estos instantes una línea muy peligrosa. No porque suba el gasto militar --que ya es bastante grave--, sino porque lo ha hecho mintiendo. Mintiendo al Congreso, mintiendo a la ciudadanía, mintiendo a quienes todavía persisten en desear creer en la política institucional como una herramienta eficaz para la transformación social.

Y lo peor: sin asumirlo. Con esa sonrisa calculada de quien cree que todo puede maquillarse, matizarse o relativizarse. Pero hay veces, señor presidente, que la mentira se vuelve tan evidente que ni mil comunicados de La Moncloa pueden taparla.

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