Sobre la persecución al rastro de Tirso de Molina: Una historia de resistencia y organización.
Los puestos políticos de Tirso de Molina probablemente sean uno de los espacios de difusión política al margen de las instituciones más conocidos de Madrid. Desde hace más de cuarenta años, cada domingo compañeros anarquistas y comunistas vienen montando puestos en la céntrica plaza donde venden libros, fanzines y demás artículos para la difusión ideológica y la financiación de las organizaciones. Nunca ha estado regulado como los puestos del rastro “oficial”, lo que supone una gran ventaja para los compañeros, aunque no han sido pocas las trabas que el ayuntamiento les ha impuesto a lo largo de su historia.
Con la excusa de la crisis del COVID-19 y el distanciamiento social, el ayuntamiento de Almeida se ha propuesto acabar definitivamente con el espacio, aun sabiendo que las medidas de seguridad sanitaria se cumplen escrupulosamente, pidiendo unas licencias que nunca se han solicitado de las que los compañeros carecen. Desde julio, la policía municipal empezó a presentarse en la plaza obligando al desmantelamiento de los puestos bajo amenaza de sanción. Como respuesta se convocaron concentraciones en la plaza cada domingo desde entonces y la situación es aún incierta.
Recordemos que el origen del rastro de Tirso lo encontramos en una etapa de efervescencia política a finales de los 70, tras ser trasladados de la plaza de Cascorro donde los enfrentamientos con grupos fascistas eran muy habituales y causaban destrozos constantemente. Es en los 90 cuando más actividad se lleva a cabo en la plaza, siempre por parte de organizaciones extraparlamentarias, especialmente anarquistas y comunistas. Desde su inicio la labor de resistencia ha sido encomiable: ni la constante presión mediática y policial, intentos de desalojo y ataques fascistas como los de Bases Autónomas han podido acabar con la plaza. Cabe mencionar que el ayuntamiento tampoco está dando ninguna facilidad a los puestos comerciales del rastro de Rivera de Curtidores, y desde aquí expresamos nuestro apoyo.
Sigamos el ejemplo e impidamos que acaben con el espacio. Esta tentativa (nada nueva) de acabar con los espacios políticos no regulados por las instituciones sigue la línea del acoso y desalojo de los CSO, pues el estado no permite que nos organicemos sin seguir sus normas y trata de controlar todos los espacios, especialmente los de esta clase. Porque saben que una izquierda dentro de sus márgenes es siempre una izquierda más dócil y menos peligrosa. Por ello, reiteramos nuestro total apoyo a los compañeros por su labor de difusión además de por su destacable bagaje histórico, y animamos a todo el mundo a estar atentos a próximas convocatorias.
¡Libertad para los puestos políticos!