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Asturies :: 22/04/2009

Socialistas: un pasado por inventar y un régimen a perpetuar

Carlos X. Blanco
El caso de Carnero y Morala, perseguidos bajo ley anti-terrorista, pasará a la Historia de represión, palos a los antifascistas y ?protección? a los ultraderechistas

La inserción de un Estado como el de España en el supuesto club elitista de la Unión Europea fue una de tantas “transiciones vigiladas” a las que nos tiene acostumbrado el Capitalismo mundial. Siempre que los huracanes de la inestabilidad soplan dentro de los confines de una región del mundo, la estrategia del Capital consiste en tomar cartas en el asunto. Para empezar, hay que realizar una “cooptación” de los líderes emergentes que más posibilidades tengan de suceder al régimen difunto.

En este Reino sin rey que fue la España franquista, o en este franquismo con Rey que fue el estado español durante la transición, la cooptación fue quedando más o menos clara tanto desde el ámbito yanki como desde el ámbito europeo. Era preciso que las desconocidas y temidas fuerzas de los comunistas quedaran bajo un control.

Téngase en cuenta que la fuerza real de los comunistas en la sociedad era ignorada en condiciones de ausencia de elecciones, y mientras se mantuviera en la ilegalidad del PCE. En el caso de que la magnitud de la fuerza de los comunistas en el Estado español fuera menospreciada, de veras que podría salirle un grano al capitalismo occidental. Tanto en Portugal como en España, allá por los años 70, una vez caídos los regímenes dictatoriales, existía un riesgo objetivo para los proyectos del Capitalismo occidental: podría abrirse una Caja de los Truenos, con masas en la calle exigiendo una organización en forma de soviets, koljoses o cosas así. Terrible para el Capital.

Por suerte para el yanki, por suerte para la Comunidad Europea (Alemania y Francia, especialmente) el comunismo carrillista ya era un tingladillo de tipo socialdemócrata que llevaba muchos años predicando eso del “Eurocomunismo” y que anhelaba ponerse de largo en unas elecciones libres como un partido burgués más. El comunismo de Carrillo, con toda la buena y disciplinada organización que trajo consigo durante la clandestinidad, resultó ser poco más que un montón de pólvora mojada, pues desde dentro y desde fuera el agua se había vertido agua a raudales sobre la bandera roja hasta desteñirla. Así, hasta que Carrillo posó en fotos con la rojigualda. El gualda fue otra aportación suya a la decoloración de ese comunismo hispano, antes tan rojo, hasta hace poco reconocido como el único opositor eficaz al franquismo.

La hoz y el martillo, aunque fuera un símbolo desteñido por el eurocomunismo, era demasiado como para ser soportado para los vigilantes de la Transición. Se salía del guión escrito por los que mandaban. El guión que para el Reino de España habían escrito los propios franquistas reconvertidos, muchos de ellos, en modernos apóstoles del liberalismo.

Sería muy curioso hacer un inventario nutrido de falangistas que pretendía llegar “por el Imperio hacia Dios” transformados entonces (y ahora) en pragmáticos liberales, partidarios del laissez-faire y del fair-play. No sé qué tendrán que decir a esto algunos asturianos “universales” (según los cánones de universalismo que mantienen en Asturies diarios “regionales” como LNE). Neo-liberales (nunca mejor aplicado el adjetivo de Neo a estos “portadores de valores eternos”) del tipo Juan Velarde: estos periplos de ciertos economistas y políticos son asombrosos. Desde un organicismo totalitario (familia, sindicato vertical y Democracia Orgánica) hasta un Mercado sacrosanto cuya ley se impone como ienxorable e incontestable. En el fondo, lo que unía a los anti-marxistas de la llamada Transición no era otra cosa que eso, su anti-marxismo.

La suplantación que del PCE realizó un minúsculo partido como el PSOE es cosa de sobra conocida. Las siglas del PSOE tenían, a la altura de 1975, un enorme pedigrí, desde Pablo Iglesias, e incluso los socialistas de estas latirtudes contaban con su propia tradición revolucionaria, como sabemos en Asturies en 1934 y en 1936 (Belarmino Tomás) y en España (Largo Caballero, el llamado “Lenin Español”). Pero en esa misma fecha, 1975, en realidad, ¿qué cosa era el PSOE? Un partido de juguete, testimonial. Sobre todo en comparación con la maquinaria que los comunistas habían conseguido mantener contra Franco. En general, mientras muchos anarquistas y comunistas habían arriesgado –y perdido- su vida haciendo oposición real a Franco, el PSOE se extendía entre circulitos profesorales, entre políticas de despacho y salón. Mientras hoy deberíamos recordar y hacer homenaje a los fusilados y condenados a cárcel durante décadas enteras, (anarquistas y comunistas, en su mayoría) los socialistas de entonces (y próceres de ahora) empezaron ad nauseam a airear su mala noche pasada en los calabozos o en comisaría. Y es que hay represalias y represalias. Para eso, los medios de comunicación que cayeron en manos de un PSOE ya en el poder se dedicaron a inventar un pasado opositor a medida del que apenas lo tenía.

Con esto de los socialistas pasa algo muy parecido a la revisión que se ha querido hacer de la supuesta “oposición a Franco desde dentro”. Mucho se ha escrito, ya en democracia formal, es decir, a partir de 1978, sobre los “falangistas anti-franquistas”, Dionisio Ridruejo y compañía, que pasaron a un “exilio interior”: claro, exilio interior que consistía en no chupar ya del poder. No es lo mismo ir al paredón que retirarse tranquilamente a un pueblo: retirarse porque Franco ya no les dejaba chupar poder. Pero creo que en su mayor parte esta “oposición interior” comió caliente y lo único de lo que se les privó fue de participar en el Poder más de lo que ellos quisieran. Nada que ver con los Campos de Concentración inventados por Franco (mucho antes que Hitler), la esclavización de los prisioneros republicanos, su “alquiler” a empresarios adeptos y todos esos horrores. Nada que ver con la cantidad de personas rojas y republicanas que murieron de hambre, tuberculosis, palizas, enfermedades venéreas (provocadas por violaciones de los funcionarios), agotamiento. Por todo eso se moría en las cárceles infectas y en los campos de exterminio que creo Franco, el amigo y precursor de Hitler. Ese santo varón para Pío Moa y demás revisionistas de hoy en día, que sostienen (sin enmienda) que Franco hizo una buena labor de “limpieza”.

Con todo esto quiero decir que los neo-franquistas –igual que muchos socialistas- han hecho su revisionismo histórico: que se trata de limpiar la cara de un cierto falangismo reconvertido que aún sigue presente en la sociedad de este Reino. Que haya yugos y flechas en las casas y edificios oficiales es un síntoma, pero también un símbolo que refleja una realidad más profunda. Muchos de aquellos prebostes de la camisa azul, y sus hijos y nietos, han heredado cargos y prebendas. Es lógico, pues, que dispongan del aparato de propaganda y malversación de la Verdad que se corresponde a su situación privilegiada. Pero de igual manera, la casi inexistente historia de “progresismo” y “oposición al Régimen” del PSOE forma parte de una misma estrategia, una misma dinámica, una misma estafa ideológica.

El PSOE ha magnificado su currículo de opositores: lo ha hecho a través del grupo PRISA, a través de la TV pública, a través de un ciento de cátedras de Historia y Ciencia Política que le guardan “adhesión inquebrantable”. Desde Asturies, por ejemplo, nos resulta muy curioso (porque conocemos lo que pasó de primera mano o por lo escuchado en casa, es decir, el aprendizaje vía familiar) que mientras aquí nuestra tierra ardía en llamas, debido a huelgas mineras e industriales, con represión atroz durante los años 60 y 70, sin embargo la información que mayormente nos vino en Democracia durante todos esos años fue la de una supuesta “agitación universitaria” madrileña en la que “hubo socialistas” e incluso “falangistas disidentes”. Esto existió, y cumplió su papel. No voy yo a negarlo. Pero lamento muchísimo que los minutos de “Informe Semanal” o las páginas de EL PAÍS acaben usurpando la memoria colectiva de los asturianos, que es la memoria de un pueblo trabajador que ya en los feroces 40 plantó huelgas ante las narices de Franco, y que éstas fueron duras desde los años 60… Unos perdían la cátedra o pasaban una noche en los calabozos de la Puerta del Sol madrileña. Vale. Pero otros, si eran mineros u obreros, como los de aquí de Asturies, se quedaban con los huesos rotos por palizas en una cuneta de cualquier caleya asturiana, se quedaba muchas veces muerto por la paliza que le había dado la Guardia Civil. Las comparaciones ¡qué odiosas son!

Ahora, ese mismo PSOE que ha magnificado su curriculum, que oculta las partes feas de su historia (su fea historia primorriverista, por ejemplo, en la que se salió a la caza de compañeros obreros anarquistas para “colaborar” con el dictador), es el que se ha convertido él mismo en “Régimen”. Triste herencia franquista esta, la de regenerar continuamente la estructura del Régimen, en este caso estructura clientelar.

El Régimen clientelar del PSOE, de la FSA…Se multiplican las denuncias de funcionarios del “Principado” puestos a dedo y la invención de “cargos de confianza”. Se multiplican las noticias de represión sindical (yo creo que el caso de Carnero y Morala, perseguidos bajo criterios de una ley anti-terrorista pasará a la Historia), de arbitrariedad represiva (palos a los antifascistas y “protección” a los ultraderechistas). Es vox populi el saqueo que al medio ambiente y el desprecio al patrimonio natural y paisajístico asturiano que los socialistas y “progresistas” practican. Se conoce su trayectoria re-conversora y neoliberal, por medio de la cual se malvendieron empresas y se desertizó planificadamente Asturies, una de las mayores regiones industriales del Estado. Todo esto se pudo hacer, por supuesto, con el respaldo de los miles de votos que les perpetúan en el Régimen. Todo esto se consigue, desde luego, con lo que yo he llamado en otros sitios “Estrategias de fagocitación de la izquierda” a cargo de la FSA, unas estrategias que (por cierto) deben ser de aplicación general en el Estado. El “cliente”, si se trata de cualquier otro partido minoritario a su izquierda, o un sindicato “dispuesto a dialogar”, se acerca al ya gran coloso de la FSA con la escudilla puesta y ruega por alguna dádiva, por mínimas concesiones. Y claro, aunque estas no vengan, nunca se muerde la mano que te da de comer.

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