lahaine.org
Pensamiento :: 01/04/2008

Un Pantera paseando por Fili

Editorial Virus
Durante generaciones, la Filadelfia negra se ha concentrado en la parte central del norte de Filadelfia, el oeste, el suroeste y, en menor medida, el sur de Filadelfia. El Partido Pantera Negra nació en este contexto en Filadelfia

La Filadelfia de mediados del siglo XX seguía siendo una ciudad conflictiva, racialmente estratificada y con conciencia de clase.

Su población negra no paraba de crecer, impulsada en gran parte por la Gran Migración que implicaba la llegada de miles de personas procedentes de las zonas rurales negras a centros urbanos como Pittsburg, Nueva York, Chicago, Boston, San Francisco, Seattle y Oakland. En estas ciudades se crearon barrios negros, áreas de contención y aislamiento —vigiladas por la ley y la tradición social— que buscaban minimizar y restringir al máximo el movimiento, la movilidad y la dispersión de la población negra.

Los guetos no crecen de forma natural, como las setas: son creaciones sociales fruto de creencias y prácticas de segregación que se han mantenido durante largo tiempo; y si han sobrevivido, lo han hecho gracias a la existencia de restricciones que prohíben la venta de millones de viviendas a los africanos americanos. Esta restricción legal tiene su corolario, también muy efectivo, en las prácticas sociales y en la costumbre de tasar la propiedad a precios que son prohibitivos para la amplia mayoría de la población de los guetos.

Durante generaciones, la Filadelfia negra se ha concentrado en la parte central del norte de Filadelfia, el oeste, el suroeste y, en menor medida, el sur de Filadelfia. Esto no significa que éstas fueran las únicas zonas donde había habitantes negros, sino que en ellas predominaba la población negra.

Por el contrario, había otras zonas de la ciudad donde era un riesgo para la población negra vivir y trabajar e incluso dar un paseo o ir en coche, como el noreste, East Oak Lane, Kensington y el sur de Filadelfia. En esta ciudad, cuyo nombre significa «Amor Fraternal», no era extraño ver casas habitadas por negros con las paredes llenas de pintadas racistas o que eran incendiadas por blancos que habitaban las casas vecinas. Tampoco era raro ver a un transeúnte negro perseguido por haber osado darse un paseo por un vecindario «blanco».

Estos actos privados, comunales, tenían su parangón en los oficiales, aquellos que en nombre de la ciudad perpetraba la policía. Los jóvenes negros habían crecido con la certidumbre de que en cualquier momento la policía podía golpearlos, herirlos o matarlos con total impunidad. La policía, predominantemente blanca, parecía extranjera en una ciudad negra y trataba a sus presuntos ciudadanos con la vehemencia que se reserva al enemigo. En cuanto a los jóvenes del gueto, la policía utilizó la aversión regional y el odio atroz que existía entre las diversas bandas para fomentar las represalias violentas entre éstas. Una de sus tácticas favoritas, que utilizaban de forma habitual, era coger a varios jóvenes de una banda, meterlos en un coche patrulla, llevarlos hasta el territorio de la banda enemiga y soltarlos allí, mientras insultaban y maldecían a los de la banda enemiga. Las opciones que les quedaban a los chicos, mientras el coche patrulla desaparecía a toda velocidad, eran escasas: quedarse allí y luchar contra una multitud de enemigos o correr como alma que lleva el diablo antes de que los cogieran, les pegaran un tiro o algo todavía peor.

El Partido Pantera Negra nació en este contexto en Filadelfia. Una vez creada la delegación, quedaban pendientes de resolver una serie de cuestiones:

¿Qué haría esta nueva organización?

¿Cómo haríamos saber a la gente que existíamos?

¿Cuál sería nuestro objetivo central?

Estos serían algunos de los retos con los que el grupo tuvo que enfrentarse a finales de la primavera de 1969: Después de alquilar, reformar, limpiar y pintar el almacén de la Avenida West Columbia número 1928, el Partido tuvo por primera vez una presencia formal, un lugar seguro donde la gente podía ponerse en contacto con nosotros (hasta entonces habían bastado nuestras casas y apartamentos viejos). Llegamos en un momento perfecto, con el aire fresco y el cielo azul radiante que anunciaban una nueva estación y una nueva vida. En cuanto terminamos de pintar las paredes (escribimos Panteras en azul y los bordes en negro), de colocar pósteres en las paredes (Malcolm X, Che Guevara, Huey y Bobby armados) y de poner letras adhesivas, mayúsculas, negras y con los bordes dorados, en el interior del cristal: ARGEN ARETNAP ODITRAP, la gente empezó a entrar. Lo que les llamaba la atención eran las letras que se veían a través de la ventana: PARTIDO PANTERA NEGRA.

Ese mensaje aparentemente simple atrajo a jóvenes, viejos y gente de mediana edad cuya curiosidad podía más que la precaución. Los estudiantes se acercaban deseosos de vender el periódico.

Incluso la gente más asentada, como el propietario del local, que tenía muchas otras propiedades en el barrio, hizo lo imposible para mostrarnos sus credenciales nacionalistas. Nos explicó que había estudiado en una institución negra histórica, la Universidad de Lincoln, con nuestro querido Kwame Nkrumah, el primer presidente de la nación independiente de Ghana, en el oeste de África.

Pero disponer de un local no era suficiente. La recién constituida organización tenía que hacer algo. Después de darle muchas vueltas, y de cursar una solicitud a la sede nacional, el capitán nos dijo que nos reuniéramos ante el edificio del Gobierno, en las calles Broad y Spring Garden, cerca del centro de la ciudad, para manifestarnos a favor de la libertad del ministro de Defensa del BPP, Huey P. Newton, que estaba en la cárcel de Oakland acusado de asesinato, por saltarse un control de la policía y haberse visto envuelto en un tiroteo. El objetivo era dar un poco de publicidad al Partido e informar de nuestra presencia a la amplia población negra de la ciudad.

Estamos a 1 de mayo de 1969, y somos entre quince y veinte, vestidos con boinas negras, cazadoras de cuero negras y pantalones negros. A medida que nos juntamos emerge un grito «¡Libertad para Huey!». Se distribuyen octavillas a la gente que pasa y se les informa de quiénes somos y cómo pueden contactarnos.
Se leen varios artículos de Huey con el megáfono y, en poco rato, aquello se convierte en un mitin al que cada vez llega más gente. Algunos chavales muy excitados del cercano Instituto Ben Franklin dejan las aulas para reunirse con nosotros y se venden varios periódicos. El capitán Reggie lee fragmentos de «In Defense of Self-Defense» (En defensa de la autodefensa), como por ejemplo:

”Hoy son millones los herederos de Malcolm que se enfrentan salvajemente al perro racista opresor y a sus crueles portavoces. Los herederos de Malcolm han cogido las armas y, empezando por el principio, quieren desenmascarar a esos portavoces ante las masas negras, para que los puedan ver tal como son y siempre han sido. Los herederos de Malcolm ofrecen una alternativa a esos portavoces: que repudien al opresor y que regresen con su gente para redimirse o que se enfrenten a ser ejecutados rápidamente y sin piedad por traición y por «haber estado equivocados durante tanto tiempo”

No paraban de oírse los disparos de las cámaras, sólo que no teníamos ni la menor idea de quiénes eran los fotógrafos, la mayoría de ellos blancos. Dábamos por sentado que eran de la prensa, pero algunos tenían pinta inequívoca de policías. No nos dimos cuenta de que eran agentes del FBI que estaban creando un archivo sobre nosotros. En realidad, en aquel momento no nos parecía tan extraño ser revolucionarios en una época de revolución global. ¿No era acaso América el fruto de una revolución?

Aquí estábamos, leyendo las palabras duras y comprometidas del ministro de Defensa del Partido Pantera Negra ante el edificio del Gobierno en el corazón de la quinta ciudad más grande de América, mientras unos policías nerviosos, con la cara congestionada y empuñando sus armas acordonaban el mitin [...] ¿Qué creímos que iba a ocurrir? En el amorfo reino de la esperanza, la juventud y el optimismo sin límites en que habitábamos, creímos que estábamos a un tiro de piedra de la revolución. Hacía cuatro años que habían asesinado a Malcolm X y sólo uno desde el asesinato del reverendo Martin Luther King, Jr. Bajo el programa de vietnamización de Nixon, la guerra se extendía en Vietnam, y todavía se po­dían ver las columnas de humo de las rebeliones negras de Watts, Detroit, Newark y el norte de Filadelfia, cuyas cenizas seguían impregnando el aire.

Huey era nuestro líder y estábamos totalmente convencidos de que hablaba por la inmensa mayoría de los negros. Por nosotros, al menos, sí que lo hacía. Le queríamos y adorábamos, y no entendíamos porque no le ocurría lo mismo al resto de la gente. Nuestro trabajo consistía en abrir los ojos a los demás. Su obra nos conmovía tan profundamente que la creíamos capaz de cambiar el mundo. Éste era el sentimiento que nos hacía vender el diario The Black Panther con toda nuestra pasión y entrega, ya que el propio Huey había escrito que «el diario es la voz del Partido, y la voz de los Panteras debe poder oírse por toda la Tierra»20.
Luchábamos día a día para que esto fuera posible. Nos levantábamos temprano y nos acostábamos tarde. Para la mayoría de nosotros, el día y hasta entrada la noche consistía en trabajar para el Partido.

Nuestra delegación terminó por convertirse así en la mayor y más productiva del estado y en una de las más dinámicas del país.

Un año después de ese primer mitin, nuestra delegación vendía 10.000 periódicos del Partido cada semana y tenía oficinas en funcionamiento en Filadelfia oeste y Germantown. A nivel nacional el Partido vendía casi 150.000 diarios a través de la venta directa en las calles y de suscripciones semanales. De los 15 miembros que tenía el Partido Pantera Negra en Filadelfia en la primavera de 1969 nos multiplicamos por diez en un solo año.

Hablábamos en mítines contra la guerra. Asistíamos a reuniones en las escuelas. Tuvimos encuentros con estudiantes de instituto. Nos reuníamos en las iglesias. Trabajábamos con las bandas y proporcionábamos transporte a las inmediaciones de las cárceles. Dondequiera que fuéramos, llevábamos siempre el Programa y Plataforma de 10 Puntos del Partido Pantera Negra, como guía para nuestros esfuerzos organizativos.
Se mire por donde se mire, tuvimos un inicio impresionante. Era mayo de 1969.

Un joven llamado O. J. Simpson acababa de ser nombrado el mejor NFL draft pick por Búfalo, un año después de haber ganado el Heisman como running back en la Universidad de California del Sur21.

El álbum Blood, Sweat and Tears (del grupo Blood, Sweat and Tears) ganaba el premio Grammy al mejor álbum.

El Óscar a la Mejor Película se lo llevaría Midnight Cowboy.

El gran Muhammad Alí hacía tan sólo dos años que había perdido su título mundial como mejor peso pesado y el puesto seguía vacante.

Un joven larguirucho, que se peinaba a lo afro, llamado Lew Alcindor y originario de UCLA, que había ido a jugar a Milwaukee, había sido elegido mejor jugador novel de baloncesto de la NBA.

En abril, el ejército de los EE. UU. había realizado su mayor des­pliegue de tropas en Vietnam, llegando a los 543.000 soldados.

En sólo 3 meses, medio millón de jóvenes se encontrarían en un rincón remoto de Nueva York conocido como Woodstock.

Poco después, un cuarto de millón de personas se manifestaría delante de la Casablanca exigiendo el fin de la guerra de Vietnam.

Antes de que terminara el mes de mayo, una redada policial en New Haven, Connecticut, puso en peligro al Partido. El presidente Bobby Seale y Erica Huggins se enfrentaban a cargos por asesinato. En total, fueron detenidos ocho miembros de los Panteras Negras y al menos uno de ellos no recurrió. En el caso de ser declarado culpable, Seale se enfrentaba a la silla eléctrica.

*Extracto de “Queremos Libertad. Una vida en los Panteras Negras” de Mumia Abu-Jamal

www.viruseditorial.net
virus@pangea.org

 

Este sitio web utiliza 'cookies'. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas 'cookies' y la aceptación de nuestra política de 'cookies'.
o

La Haine - Proyecto de desobediencia informativa, acción directa y revolución social

::  [ Acerca de La Haine ]    [ Nota legal ]    Creative Commons License ::

Principal