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Pensamiento :: 12/03/2012

Vichy

Mikel Arizaleta
Sube nuestra gasolina porque nuestro gobierno amenaza de guerra al pueblo iraní.

También el gobierno francés de Vichy, colaborador del nazismo, exigió
de los enseñantes y profesores la declaración juramentada de que no
eran ni masones ni poseían origen judío. Sartre de regreso del
cautiverio de la guerra, a finales de marzo de 1941, le echa en cara a
Beauvoir por haber firmado dicha declaración: “No tuve otra
alternativa”, fue la respuesta de Beauvoir.

Pero su alternativa de vida para ella fue alternativa de muerte para
otros: condena insolidaria de sangre y destrucción de otros y otras.
Todos recuerdan aquella reflexión en la dificultad, hecha poesía
solidaria y humana en la persecución, del pastor protestante Martin
Niemöller, arrestado el 1 de julio de 1937 y condenado el 2 de marzo
de 1938 a siete meses de cárcel. Y una vez libre fue apresado de nuevo
por la Gestapo e internado en los campos de concentración de
Sachsenhausen y Dachau hasta 1945. Fue liberado poco antes de fenecer
en un horno crematorio al que estaba destinado: “Als die Nazis die
Kommunisten holten, habe ich geschwiegen; ich war ja kein Kommunist…,
cuando los nazis vinieron a por los comunistas…”.

La vida, las guerras, al igual que la crisis que padecemos, no son
epidemia que debe pasar sobre uno metido en cama o quitársela de en
medio con un “yo no lo sabía”. La crisis está hecha, fabricada y
dirigida por hombres, por gente determinada, por unos intereses, por
un tipo de comportamiento humano y de estructuras. Y, como en Vichy,
hay quintacolumnistas en las filas humanas, cobardes y sumisos ante la
dignidad. Vendidos. Y una persona vendida se hace cosa y objeto,
pierde rostro y compañero. Crea guerra y desprecio, rompe lazos. En
opinión del griego Leonidas Vatikiotis, profesor universitario y
periodista, con una amplia experiencia en temas de economía y política
internacional, “los planes de «rescate» nunca tuvieron la intención de
salvar la economía griega ni, mucho menos, garantizar un nivel de vida
digno a su población. Antes bien, el objetivo fue cerrar el paréntesis
abierto en el primer período de la post-guerra, cuando Europa cubrió
la vergüenza del colonialismo comprando al movimiento obrero con el
Estado del bienestar”.

La responsabilidad es una tarea humana del escritor, del político, del
trabajador, de todo hombre y toda mujer. Exige una postura racional,
solidaria y analítica para librar a la sociedad del saqueo y la rapiña
y hacerla humana. No sólo nos están robando la palabra, también los
sentimientos, el análisis, la información, la dignidad, al otro u
otra... Nos están enfrentando con el otro desde la esclavitud, desde
la pobreza y el saqueo. La culpa son los chinos, los funcionarios, los
parados, los enfermos, los viejos, los vagos, la mujer, el hombre, el
musulmán, el vecino, quien reivindica en la calle, el manifestante, el
15-M, quien no puede pagar la hipoteca del piso… ¿Se han preguntado
quien nos señala a diario con su matraca al enemigo, quien insufla y
pone objetivo a nuestra ira y coloca dianas en nuestra vida?

Sube nuestra gasolina porque nuestro gobierno amenaza de guerra al
pueblo iraní. Se recortan nuestros derechos porque se exportan
guerras. Se rebajan salarios porque se endeudó un Estado en beneficio
de bancos y empresas que han hecho de la población un mercado de
esclavos aprovechando la desigualdad, la necesidad y la penuria de los
humanos. Su argumentación es esquilmación, acumulación de beneficios,
fortuna… y basura y sangre a su alrededor. Se le llama progreso cuando
aumenta de año en año la hambruna en el mundo. Hay otro negocio humano
distinto a propagar y llenar la tierra de esclavos y lágrimas.

En nuestras instituciones necesitamos personas dignas, solidarias,
promotoras de humanidad, no especialistas en el chantaje y el robo, y
en la exportación de guerras, y la amenaza, y la invasión de pueblos.
y el desprecio de gentes...

También Vichy terminó colaborando con el campo de concentración nazi,
con la indignidad, el hambre y la pobreza. Creó miseria, como nuestros
gobiernos en nuestros días.

 

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