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Argentina, Asia :: 06/06/2023

El descubrimiento de China

Guillermo Cieza
El interrogante es por qué Argentina recurre ahora al crédito chino, cuando el gobierno está sumamente vulnerable y a pocos meses de terminar el mandato

Como si fuera una travesura que le salió bien, el superministro Sergio Massa, festeja que regresa de la gira al gigante oriental con créditos y convenios que le permitirá fortalecer las menguadas reservas del Banco Central.

Los acuerdos conseguidos por la delegación argentina que viajó a China incluyen la renovación y ampliación de los swaps que le permitirán al país incrementar las divisas de libre disponibilidad en 10.000 millones de dólares, un convenio que le permitirá desdolarizar el intercambio comercial entre los dos países y un crédito de 3.500 millones destinado a obras de infraestructura, energía y transporte público. Parece mucho para un país con finanzas en emergencia, porque la falta de dólares lo hace muy sensible a las corridas bancarias, comprometido con deudas impagables con el FMI y con un gobierno que está de salida, con pocas posibilidades de renovar mandato.

Las razones del tan demorado viaje a Beijing deben explicarse en una secuencia de errores cometidos por el gobierno de Alberto Fernández, que contaron con el aval del Frente de Todos [peronista].

Recordemos, en primer lugar, que el gobierno heredó de la gestión macrista [derecha] las deudas por un préstamo de 45.000 millones de dólares, pactado en condiciones de franca ilegalidad y manifiesta ilegitimidad. Ese préstamo fue firmado sin pasar por el Congreso Nacional, incumplió normas internas del FMI y garantizó que capitales especulativos pudieran fugar sus dólares, después de hacer grandes negocios con la bicicleta financiera.

La decisión del gobierno, que contó con el aval del Frente de Todos, para resolver este embrollo, fue no desconocer este acuerdo y seguir pagando intereses mientras negociaba, basado en la hipótesis de que “El FMI ha cambiado”. Esta frase, traducida en términos políticos, significaba ilusionarse con que el gobierno de EEUU, que es quien tiene mayor peso en las decisiones del FMI, iba a apoyar a la Argentina en esa negociación.

Ese apoyo no iba a resultar gratis, obligaba al gobierno a alinearse con EEUU en el plano internacional y a seguir cumpliendo con los pagos a expensas de la caída de las reservas del Banco Central. También iba a bloquear todo tipo de proyectos compartidos con China, otorgándose a Gustavo Beliz el papel de custodio, para no dejar pasar ninguna iniciativa.

Al estallar la crisis del Covid, el gobierno argentino tuvo una fuerte señal de que el gobierno de EEUU y las multinacionales farmacéuticas de origen norteamericana iban a privilegiar sus intereses. No garantizaron el abastecimiento de vacunas o pusieron condiciones imposibles de cumplir.

Esa crisis fue resuelta por la vía de buscar otras alternativas y así se consiguieron los convenios con la Federación Rusa que envió la vacuna Sputnick y con la Republica China que mandó la Sinopharm. Pero una vez que se normalizó la comercialización mundial de vacunas, el gobierno argentino volvió a privilegiar sus compromisos con EEUU y adquirió vacunas Pfizer, más caras y no tan eficientes como las que venía utilizando.

En marzo de 2022, cuando se cerró el acuerdo con el FMI, el país estaba en pésimas condiciones para imponer sus demandas, con muy escasas reservas en el Banco Central, y con una gran presión para recibir dólares que permitieran adquirir importaciones. Fue así que se firmó un acuerdo vergonzoso, ilegítimo e impagable, legalizando la estafa de la deuda externa.

Desde la firma del acuerdo, el gobierno argentino siguió realizando gestos hacia el gobierno de Biden, como el secuestro del avión venezolano en junio de 2022, que no han obtenido los resultados esperados. Incluso en las filas kirchneristas se especuló con que la embajada estadounidenses podía presionar al poder judicial para que se investigara el atentado contra Cristina Fernánez. Y también que influyera para aliviar la situación judicial de la vicepresidenta, condenada a la cárcel [de momento sin cumplimiento de pena] por un fallo amañado, promovido por sus enemigos políticos.

El gobierno del Frente de Todos decide el viaje a China en un momento extremadamente complejo: está saboteado por los grupos económicos que incumplen con los acuerdos de precios, presionado por el FMI que sigue privilegiando cobrar lo pactado y fuerza medidas de ajuste que golpean a la base electoral del peronismo, con la renuncia a postularse de una vicepresidenta acorralada por la justicia y frente a la amenaza permanente de corridas bancarias que promuevan una devaluación con un golpe brutal a los salarios.

Parece una broma del destino que haya sido el Ministro Massa quien tomó esa iniciativa. Es el mismo personaje denunciado por el informe Wikileaks como un habitual concurrente a la embajada de EEUU, y que era descalificado por sus adversarios políticos como “el chico de la embajada”. Lo que confirma Massa es que, cuando está en juego su pellejo político, no tiene límites. Le puede regalar, sin ponerse colorado, una camiseta argentina con su nombre a Joe Biden y otra a Xi Jinping.

El nuevo “mejor amigo” chino

Si la política exterior del gobierno argentino se ha caracterizado por la improvisación y por los bandazos políticos, la proyección internacional del gobierno chino se caracteriza por la continuidad en el rumbo elegido y por la paciencia. China se ha convertido en el mayor prestamista de los países de Asia, Africa y Latinoamérica con una estrategia de construir circuitos productivos y comerciales que potencian las economías locales, pero donde el gran beneficiario es la propia China.

Como han hechos otros imperios China presta dinero para que los países que los reciben compren productos chinos. Pero con un detalle adicional. Como bien saben los empresarios textiles argentinos, quien compra una pieza de tela china para hacer una camisa va a pagar más por la tela que por la camisa. Como política de Estado, China vende trabajo chino y compra lo que le falta: materias primas (granos, forrajes, carne, energía, minerales, etc.). El que se duerme haciendo negocios con China, seguro se primariza.

A diferencia de los imperios conocidos, por ahora el gobierno de China no ha intervenido agresivamente en los conflictos locales de los países con quien hace negocios. No promueve golpes duros ni blandos, no bombardea ciudades, no impone sanciones que hambrean los pueblos, ni manda tropas de intervención militar. Esto no significa que no haga política ni promueva la diplomacia. En el Medio Oriente desangrado desde hace décadas por las peleas entre sauditas, iraníes, sirios y turcos, se ha avanzado en convivencia pacífica, unidos por un denominador común: todos hacen buenos negocios con China.

No faltan quienes insisten en que da lo mismo estar bajo la influencia China que estadounidense, porque los dos imperios promueven la exportación de materias primas y la primarización de las economías de los países más pobres. Pero esas voces no se escuchan en países donde se han gestado procesos revolucionarios, o al menos están sometidos a sanciones imperiales de EEUU y la Unión Europea. Decir que todo es lo mismo y poder mezclar amenazas urgentes con potenciales, es un privilegio de los que duermen tranquilos, porque no tienen amenazas vitales.

El gobierno del Frente de Todos tuvo tres oportunidades para repudiar la hipoteca de la deuda externa y salir a buscar alternativas. Debía a tomar decisiones en un mundo que no es el de la década del 90, donde pelearse con EEUU significaba tener que enfrentar la marginalidad. La decisión de apartarse de los consensos de Washington ya la habían tomado gobiernos burgueses o autocráticos, como una posibilidad de la política. La oportunidad fue repudiar la deuda que era ilegal e ilegítima. Después fue la pandemia y finalmente la guerra.

Las desaprovechó a todas y ahora, a la desesperada, hace un gesto en la dirección de romper el corral del bloque estadounidense. Haber viajado a China, insistir en su integración a los BRICS, son decisiones tardías, pero no están mal encaminadas. Serán iniciativas que deberían ser recuperadas desde proyectos más sólidos de país.

www.tramas.ar

 

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