|
|
|
|
|
Comunicado de la "Asamblea contra la globalización
capitalista y la guerra" leido el 12 de abril
|
Madrid, 12 de abril de 2003
Nos explota la ira y el dolor. Los motivos que sustentan y alimentan
estos sentimientos enraizados profundamente y para siempre en nuestros
corazones, son obscenamente repetidos desde el inicio de los ataques
contra el pueblo de Irák.
Con las mentiras más viles querían que permaneciéramos
impasibles ante la masacre; que mirásemos al Congo o que festejáramos
la bajada de la gasolina o la subida de la bolsa; pretendían
expropiarnos las razones contra la guerra y considerar a los verdugos
como pobres víctimas que no tuvieron otra opción. Göebbles
dejó escuela, y alumnos aventajados cumplen con sus enseñanzas.
Y aquí no se salva ninguno, ni uno sólo de los diputados,
senadores, presidentes de comunidades autónomas, alcaldes, concejales,
miembros del Partido Popular., como tampoco los dueños y directores
de los medios de comunicación.
Al día de hoy, el plan de terror y muerte llevado a cabo por
la administración de extrema derecha de EEUU, con los cómplices
necesarios de Blair y Aznar, ha configurado un orden internacional hecho
a la medida de las necesidades del imperio, y de las multinacionales
que lo sostienen. La campaña genocida contra Irák fue
lisa y llanamente la invasión y la ocupación de un país,
invasión con misiles y miles de cadáveres. Su objetivo
no era derrocar a Sadam Hussein, ni terminar con el terrorismo internacional,
ni mucho menos liberar al pueblo iraquí. Esta matanza desatada
por EUU con el apoyo hediondo de Aznar y Blair, es la concreción
del dominio del gobierno de los EE.UU., es la repulsiva aplicación
de la doctrina de la guerra preventiva, llevada a cabo por USA. La lucha
contra “el eje del mal” comenzó en Afganistán,
continuó en Irák, pero las amenazas contra Siria, Irán,
o cualquier país que desde el Pentágono se decida, están
flotando en el temor colectivo.
Las tropas invasoras estadounidenses, inglesas (y españolas
también) prometen establecer la democracia con generales, marines,
virreyes que aplicarán el terrorismo de estado como bien lo hace
Sharon en Palestina. Porque ni las resoluciones de la ONU –jamás
obligadas para el Estado de Israel- ni el informe de los inspectores,
cambiaron la decisión de salir a masacrar que tomó EEUU.,
que puede cometer todo tipo de crímenes y tropelías en
cualquier lugar del mundo, en cualquier momento y con toda impunidad,
amputando las aspiraciones de justicia contenidas en tímida medida
en el recién nacido Tribunal Penal Internacional. Lo que indefectiblemente
ha quedado claro que desde una guerra ilegítima, nada legítimo
puede engendrarse, todo está repugnantemente viciado, como lo
prueba el anuncio de ejecuciones, pisoteando el más mínimo
atisbo de derecho. Pero los cómplices también son criminales.
Ira y dolor que nos explota en el alma comunitaria. Porque podemos comprobar
una vez más que después del estallido de una bomba quedan
dos campos, el de los muertos y el de los vivos. En este último,
están los que festejan las matanzas, los carroñeros que
se disputan la reconstrucción de un país devastado, las
multinacionales del petróleo... el campo hediondo de los que
fabrican las bombas, las transportan y las arrojan, y los que jalean
desde la barrera y se ofrecen sin vacilar como felpudos o como si no
se enteraran, tal como lo hizo la ONU que se reconvierte en una ONG
de asistencia inmobiliaria. Todas las empresas que participen en este
festín de muerte, tendrán también las manos manchadas
de sangre. Y las Onegés que corran presurosas a tapar esas manchas
quedarán en el cubo de las basuras.
Y nosotras y nosotros, que no nos callamos ante esta cruzada deleznable,
porque el silencio nos representaría un envilecimiento moral
similar al que en su día produjo Auswischt, Hiroshima o Nagasaki.,
y que hemos andado las calles gritando NO A LA GUERRA, NO EN NUESTRO
NOMBRE, estamos en el bando de los muertos, de los heridos, de los asesinados.
Y que a pesar de la sangre y del dolor, este campo no huele a putrefacto.
En este lado del bombardeo hemos quedado la ciudadanía, con
ira justificada, conscientes que el porvenir de la democracia, y de
las propias sociedades, depende de la combinación y coordinación
de las resistencias contra el proyecto totalitario imperial. Ira que
no arrinconaremos, porque las movilizaciones multitudinarias han trocado
el panorama de este Estado: el cambio no sólo está en
la potente marea humana mestizada de generaciones, enriquecida con cánticos
y banderas, que además de superar los límites de calzadas
y aceras, ha traspasado una frontera determinante : la superación
del miedo, la insumisión social.
Tampoco arrinconaremos el dolor por todos y cada uno de los muertos
del pueblo iraquí, como jamás arrinconaremos las miradas
de Julio Anguita Parrado y de José Couso, a quiénes pretenden
convertir en simples errores colaterales. Ira y dolor de saber que seguramente
ahora les darán premios los cínicos que despreciaron sus
vidas, su lápiz o su cámara, y los que les desprotegieron
de chalecos o de contratos estables.
Y en este campo de voces rotas, de puños apretados, de compromiso
crecido, aumenta con la ira y el dolor, la satisfacción de reencontrarnos
e identificarnos en oficios y en derechos: en los primeros la solidaridad
urgente, y en los segundos, la ciudadanía como distinción
de especie. Y esto lo protegeremos con todas las fuerzas de la lucha,
porque lo debemos a todos los seres que han venido a lo largo de la
historia peleando por la justicia, la libertad y la dignidad, y lo debemos
a las esperanzas del futuro. Aún cuando nos hayan querido borrar
de la faz de la tierra, tergiversar nuestras metas, silenciar nuestra
palabra, empecinadamente seguimos soñando por otro mundo en el
que nunca más habrá lugar a la barbarie.
ASAMBLEA CONTRA LA GLOBALIZACION CAPITALISTA Y LA GUERRA
|
|