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Después de Génova: Más allá del
debate sobre tácticas callejeras
Brian Becker
Workers World (US)
En estos días, todos los activistas antiglobalización están asistiendo a asambleas y reuniones privadas en las que se da un acalorado debate de las tácticas callejeras. Después de los enfrentamientos ocurridos en Génova y a los que tanta publicidad se les ha dado, los medios en manos del capitalismo han servido de vehículo para una campaña altamente coordinada contra los "manifestantes violentos" y los "anarquistas".
Lamentablemente, algunos liberales del movimiento antiglobalización se han unido a la alarma. Intentan labrarse la imagen del "manifestante bueno" al que los medios de comunicación pueden dar unas palmaditas en la espalda a fin de poder preparar a la opinión pública para la represión contra los "manifestantes malos".
Esta campaña de etiquetar al movimiento antiglobalización como "violento" ha llegado a su momento más álgido cuando cientos de miles de personas se han manifestado en Génova fuera de la cumbre del llamado G8, los siete principales gobiernos imperialistas más Rusia.
La policía atacó violentamente a los manifestantes y las sedes de éstos. La policía infiltró provocadores en las acciones. La policía asesinó a tiros a un joven manifestante, Carlo Giuliani, que fue disparado a bocajarro.
Miles de manifestantes intentaron defenderse lo mejor que pudieron.
No nos llevemos a engaño: el pánico inducido por los medios no es una evaluación genuina de unas tácticas callejeras apropiadas. El movimiento progresista anticapitalista tiene, desde luego, todo el derecho y la necesidad de evaluar sincera y regularmente sus tácticas. Pero los medios capitalistas intentan sembrar confusión y división en el marco falsamente presentado de la "violencia contra la no-violencia".
Esto es parte de la campaña que tiene como objetivo aplastar el movimiento antes de que pueda unirse a él millones de obreros y personas pobres que están cada vez más airadas por la creciente diferencia entre ricos y pobres.
Por ejemplo, a principios de agosto, el jefe de la policía de Washington DC, Charles Ramsey, reunió a las cámaras de televisión para anunciar espectacularmente que el departamento había encargado 1.000 uniformes incombustibles. ¿Para qué son? Para que la policía los utilice durante la semana de protestas del 28 de septiembre al 4 de octubre-
Ramsey explicó que "la policía se está preparando contra los manifestantes que puedan lanzar cócteles molotov". También dijo que la policía espera que se congreguen más de 100.000 manifestantes para protestar contra el FMI, el BM y la administración Bush.
El movimiento antiglobalización entiende perfectamente que las declaraciones de Ramsey son parte de una campaña pública deliberada para criminalizar el movimiento y etiquetarlo de "violento" a fin de justificar la represión planificada y la violencia de la policía contra los manifestantes.
La campaña de la policía en los medios también pretende intimidar a la gente para que decida no participar.
¿ES NO-VIOLENTO EL ESTADO CAPITALISTA?
El "establishment" capitalista y el gobierno de los EEUU intentan acabar con el movimiento radical pero no porque algunos manifestantes sean presuntamente violentos. El quid de la cuestión no es la violencia. Los guardianes de este sistema político y económico no repudia la violencia, al contrario, son los principales agentes de la violencia en el plantea.
En los últimos 50 años, el Pentágono ha sido responsable de la muerte de millones de personas en guerras de agresión: Corea, Vietnam, Cuba, República Dominicana, Laos, Camboya, Granada, Líbano, Libia, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Panamá, Irak, Angola, Somalia, Congo y Yugoslavia han sido invadidos, bombardeados o arrasados por las guerras de las agencias estadounidenses.
Los métodos elegidos para disuadir o destruir a todos los que se oponían a la los planes de dominio de EEUU eran los niveles sostenidos de violencia sistemática. Las guerras y las represiones son las expresiones más dramáticas de la violencia cometida por el sistema capitalista. Menos dramáticas pero no menos violentas en su resultado son las estrategias económicas de EEUU que utilizan los alimentos y las medicinas como armas.
Cuando a finales de 1995, en el programa "60 minutos" el periodista de la CBS Leslie Stahl preguntó a Madeleine Albright, secretaria de estado con Clinton, si la muerte de 500.000 niños iraquíes a causa de las sanciones económicas le parecía un precio justo, Albright respondió: "Es una pregunta muy difícil, pero sí, es un precio justo.
Si hablamos de violencia, es muy difícil llegar a igualar la muerte deliberada de medio millón de niños.
Además, el empleo rutinario de la violencia del estado capitalista no se limita a las guerras externas y a las intervenciones. Dentro de EEUU la policía tiene licencia para matar y pegar en las comunidades de latinos y afroamericanos.
Si la gente se manifiesta o se rebela contra el terror policial, se encuentran con más represión aunque para los medios corporativos las víctimas de la violencia policial siempre los culpables de ella.
Cuando en 1992 fueron absueltos los torturadores policiales de Rodney King, las comunidades negras y latinas se levantaron pidiendo justicia. La policía capitalista y la Guardia Nacional tuvieron luz verde para cometer unos pasmosos niveles de violencia.
Murieron 55 personas por herida de bala, cientos resultaron heridas de gravedad, la policía peinó comunidades enteras y detuvo a 12.000 personas, casi todas jóvenes.
La policía ha hecho gala de violencia como ésta en una ciudad tras otra. Los trabajadores saben que si intentan impedir que los patrones utilicen esquiroles tendrán que afrontar la violencia policial. La violencia de la policía es unilateral. Los obreros no pueden llamar a la policía para que detengan a los esquiroles.
LOS MULTIMILLONARIOS TEMNEN UNA NUEVA RADICALIZACIÓN
Las empresas y los bancos temen que el movimiento antiglobal que actúa en todo el mundo crezca, se fortalezca y se vuelva más militante a menos que sea dividido o aplastado.
En todo el mundo, la clase trabajadora sufre cada vez más una mayor pobreza y humillación. El FMI y los banqueros representan un diminuto estrato de la población que se ha enriquecido mientras que los trabajadores viven en la miseria.
400 multimillonarios poseen lo mismo que los tres mil millones de personas más pobres del planeta.
El movimiento antiglobalización puede evolucionar rápidamente en un movimiento revolucionario capaz de amenazar el poder económico y político que ahora ejercen los capitalistas. Si la actual recesión económica va adelante en Estados Unidos y otros países capitalistas, decenas de millones de trabajadores airados podrían incorporarse a las filas de un movimiento compuesto ahora básicamente por estudiantes y jóvenes.
Los señores de las altas finanzas de Estados Unidos tienen un nivel supremo de conciencia de clase. Son muy conscientes que la situación actual puede desembocar en unas tempestuosas tormentas revolucionarias.
Para su pesar, el desmembramiento de la Unión Soviética no supuso el final de la lucha de clases. El nuevo movimiento revolucionario anticapitalista renació.
Ahora los capitalistas intentan utilizar las porras de la policía y los medios de comunicación "marionetas" para impedir que este movimiento radical evolucione, madure y avance. El deber de todos los progresistas es defender a los radicales, jóvenes y mayores, cuya fuerza y autosacrifio está despertando el espíritu de la lucha y la resistencia.
(Indymedia Barcelona)
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