Los caminos de la “antiglobalización”

x Juan Girtz

1. Las movilizaciones contra la invasión de Irak durante marzo y abril han alcanzado unos niveles sin precedentes en cuanto a masividad, entusiasmo, espontaneidad y hasta creatividad si se quiere. Por momentos tales niveles han permitido pensar en la aparición de una fase o ciclo de protagonismo social, de emergencia de subjetividades individuales y colectivas enfrentadas a la guerra y a su lógica desde luego, pero potencialmente también al orden político y económico imperante tanto a la lógica que lo inspira y lo alimenta.

Consumada la conquista y hundido el régimen de Sadam Hussein, todas las fuerzas políticas han vuelto la mirada hacia la agenda doméstica y sus prioridades, en primer lugar las elecciones municipales y autonómicas. El PP para contrarrestar los efectos del desgaste de su política belicista y su servilismo para con Bush. El PSOE e IU para intentar traducir, cada uno en su espacio, las movilizaciones contra la guerra en apoyo electoral.

2. Los resultados de las elecciones permiten obtener algunas conclusiones útiles de las que se presentan aquí sólo las fundamentales. La primera es que, ciertamente, las grandes movilizaciones se han traducido en mayor participación electoral(1) . De quienes han participado en ellas o han simpatizado con sus motivos, desde luego, pero también de quienes las rechazan y/o hayan apoyado la causa del gobierno Aznar quien ha realizado una intensa campaña de movilización de su electorado, especialmente realizable en la utilización de la “cuestión vasca”.

Tal parece que esta capacidad de reacción ha cogido desprevenida a alguna dirección política y a algún grupo mediático que acaso soñaban con una reedición a la española de la victoria de la izquierda plural francesa como resultado de las movilizaciones de fines del 95.

3. La segunda conclusión es que aún cuando ha estado presente en la campaña, el debate sobre la guerra no se ha incorporado a la agenda de temas básicos sobre los que se produce el posicionamiento masivo del electorado. A pesar del tiempo que se le ha dedicado a estos, sobre todo de la izquierda, la guerra ha permanecido como una preocupación periférica de carácter todo lo más moral, el núcleo de la contienda electoral.

El núcleo de la contienda electoral, para la gran mayoría del electorado se ha circunscrito a la cuestión de quién gobernaría el ayuntamiento o la CA en los próximos años, quién administraría los recursos públicos y en qué forma. Y la respuesta en esos términos, expresa una geografía política cuyo análisis desborda las posibilidades de estos comentarios, pero del que cabe avanzar que refleja con claridad los profundos cambio sociales derivados del largo proceso de reconstrucción capitalista iniciado en los gobiernos del PSOE. Modificaciones en el modelo productivo, cambios en la estructura social complementadas con el asentamiento de una hegemonía de valores insolidarios e individualistas que si bien no excluye el juego de la alternancia izquierda derecha, lo hace en unos límites tan estrechos que impide contemplar siquiera la perspectiva de cambios en la dirección de una mayor igualdad y justicia en el acceso a los bienes.

4. Estos límites tan estrechos constituyen el marco social político, y económico que desde hace más de una década viene siendo objeto de denuncia primero como neoliberalismo y ahora en términos de globalización capitalista. La fase más reciente de este orden injusto se presenta bajo la forma de la guerra. Guerra de invasión y conquista, de sometimiento de pueblos y naciones a un yugo colonial o bajo gobierno títere. Pero guerra también y sobre todo contra los propios pueblos, para oponer un profundo cambio en las relaciones sociales de producción y reproducción social consagrando formas próximas a la esclavitud, ampliando el campo de la exclusión, generalizando en fin la inseguridad y la incertidumbre, descargando el riesgo y la responsabilidad sobre los más débiles y levantando un impresionante dispositivo de guerra y prevención-disuasión contra los intentos de los sectores más desesperados por sacudirse, siquiera parcialmente, tan pesada opresión.

5. El movimiento contra la guerra y la globalización capitalista en el Estado español, ha denunciado este orden global, también en sus agresiones locales. Ha sido pionero en la oposición a los planes imperiales de guerra y al montaje de dispositivos estatales de limitación de derechos y libertades. Una oposición que al principio gozó de la enemiga de todos los partidos políticos, incluyendo alguno que trabajó activamente para torpedear los intentos de levantar organizaciones autónomas.
Sólo tras el éxito inicial de la marcha a Torrejón y con una más que ambigua posición en su oposición a la guerra, los partidos de izquierda y los sindicatos mayoritarios, se han sumado a las movilizaciones. Lo han hecho estableciendo o definiendo límites muy angostos, para la acción espontánea de la multitud y la voluntad de sus sentires más avanzados de extender al gobierno cómplice del PP su rechazo a la guerra. Cuando estos actores haciendo gala de un coraje que no se recordaba desde hacía tiempo, se han enfrentado a la violencia de las bandas uniformadas de Anzuátegui, los representantes de esos partidos no han mostrado a reparo alguno en dejarlos aislados ante la represión recurriendo a la vomitiva teoría de los provocadores de la extrema derecha.

6. En el curso de la radicalización en la calle se ha podido observar que el slogan “que no nos representan” se transformaba en la consigna “que no nos representen”. Un fuerte rechazo a los mecanismos de la mediación de los regímenes parlamentarios que han aparecido, a los ojos de la multitud, como meras coberturas de los despóticos procedimientos decisionales de los gobiernos, se han prolongado en una radical aunque minoritaria exigencia o afirmación de su condición de sujetos protagonistas, de su voluntad de supresión de la condición pasiva y subalterna en que los quieren los poderes del Estado y el capital.

7. En las movilizaciones contra la guerra ha habido otra componente social, seguramente mayoritaria desde que los partidos de izquierda hicieran acto de presencia. Son aquellos sectores que se han opuesto fundamentalmente al unilateralismo USA, al extremismo de Bush y su banda, en defensa de la ONU y el Derecho internacional. Estos sectores son los que probablemente se han movilizado en apoyo electoral de la izquierda, básicamente del PSOE.

8. Los dos componentes del movimiento social contra la guerra no se han encontrado o confluido en la cita electoral Sólo esa circunstancia había hecho posible el vuelco en la dirección de guerra impresa por el gobierno del PP. Para ello hubiera sido imprescindible que ambos sectores –y algún otro absolutamente escéptico respecto a la política- hubieran recibido un claro mensaje de voluntad de cambio por parte de los partidos de izquierda. No ha sido así y el componente más inequívocamente anticapitalista del movimiento ha vuelto la espalda a las elecciones o ha hecho un voto antisistémico.

9. La cuestión a discernir se relaciona con las perspectivas para el movimiento contra la guerra y la globalización capitalista en el Estado español. Ningún programa político de los que han concurrido a las elecciones puede proclamar para sí orientación coincidente con las del movimiento, si bien es verdad que algunos aspectos del programa de IU, del BNG, u otras formaciones de izquierda radical tienen indudables componentes anticapitalistas.

En estas condiciones resulta imprescindible un proceso de clarificación en el propio movimiento. Sin que ello implique ninguna posición rígida que sería fácilmente superable por la dinámica de los acontecimientos, el movimiento se ve inevitablemente confrontado al establecimiento de unas líneas de intervención, una especie de “contrato diacrónico” o “compromiso histórico” para el asentamiento de instituciones alternativas.

10. La ruptura efectiva con el Estado y la democracia capitalista(2) , se convierte en un elemento constituyente. Las elecciones son, desde luego, una ocasión señalada para experimentar o expresa prácticas antagonistas. El boicot o la abstención activa son solamente algunas de las posibilidades de expresión antagonista. Pero en modo alguno, debiéramos descontar la presentación de candidaturas articuladas al servicio de plataformas anticapitalistas que sirvieran de expresión, una expresión más, a las dinámicas sociales antagonistas. En otro caso, en el que acabamos de pasar el 26 de mayo, es difícil que la izquierda del sistema entre la tentación de pretender capitalizar tales dinámicas.

11. Rechazamos la idea de un proyecto electoral para expresar las luchas anticapitalistas. Quienes postulan, pretenden homologar estas expresiones en la escena política institucionalizada, convertir sus aspiraciones en propuestas de gobierno. Y lo hacen privilegiando la escena institucional como la (única) sede la política, el lugar de las mediaciones y la formulación de los intereses generales,

Nuestro punto de vista es el del antagonismo. No sentimos necesidad alguna de presentar en sociedad las exigencias y deseos anticapitalistas, exigencias de ruptura y superación.

Nosotros no creemos que el movimiento anticapitalista alcanza su madurez “elevándose” a la dimensión política, convirtiéndose en partido anticapitalista. La madurez del anticapitalismo la vemos asociada al desarrollo de la diversidad de sus expresiones. La “sostenibilidad” del ecosistema anticapitalista es directamente proporcional a la diversidad de sus componentes; su fragilidad, el riesgo de extinción a la uniformidad de los mismos.

Ni partido ni ejército anticapitalista. Cualquier homología con las formas y las instituciones del capital y del Estado, pueden ser letales para el movimiento que se pretende antagonista a ellos. Ninguna unidad es necesaria para enfrentarlo a la unidad del Estado-capital. Y no lo es porque tampoco existe un sujeto social histórico en demanda de representación (Que no nos representen). La única unidad e identidad realmente existente es la que produce el Estado-capital expropiándonos nuestras singularidades a favor de la abstracción “ciudadano-consumidor”.

12. Es ya un lugar común cuando se analiza el movimiento antiglobalización hablar de dos fases marcadas por un antes y después de Génova (algunos eligen Gotemburgo como el punto de inflexión). La muerte de Carlo Giulliani y la violencia y brutalidad indiscriminada de la policía de Berlusconi, podría haber sido, en efecto, la señal de que los Estados y los gobiernos habían decidido pasar a la ofensiva y atacar al movimiento con toda la violencia que disponían, incluyendo el aislamiento y la introducción mediática. Todos nos hemos visto sorprendidos durante el primer semestre del 2002 por la capacidad del Estado para desplegar violencia, y es preciso reconocerlo, no ha habido una respuesta precisamente satisfactoria.

13. El despliegue de esta inusitada violencia estatal, ha aparecido al mismo tiempo que cobraba presencia creciente, al interior del movimiento, tendencias de reconducción del mismo hacia propuestas “viables (¿)” de reforma del sistema y de sus instituciones. Auspiciados en el espíritu de Porto Alegre y con el indudable impacto favorable de la victoria de Lula, una fortísima tendencia a favor de la recuperación del Estado del Bienestar y las políticas keynesianas y el ciudadanismo, se ha incorporado al movimiento de la mano de Attac y otras Ongs, desde luego, pero también, y con no menos importancia, de sindicatos, partidos de izquierda y hasta poderes locales. Este movimiento dentro del movimiento que algunos ya han bautizado como “forismo” y que obtiene su fuerza mediática del prestigio de Porto Alegre ha tenido su zenit en Florencia, en donde miles de personas, colectivos, organizaciones, sindicatos, partidos políticos, Ayuntamientos, etc., se han encontrado para expresar su rechazo a la guerra y definir perspectivas para el movimiento. Más adelante si hay ocasión, intentaremos algún balance por tosco que sea, de este acontecimiento. Ahora debemos centrar nuestra atención en la medida en que Florencia (como paradigma del forismo) afecta a la morfología y la naturaleza del movimiento antiglobalización.

14. El forismo se distingue ante todo en nuestra opinión, por su vocación ecuménica. Encontrar un ámbito en el que quepan todas las manifestaciones del discurso (con excepción de los que practican la violencia) parece ser su ideal organizativo.


Acompañado de otra gran aspiración estratégica: encontrar propuestas que tengan la virtud de aglutinar una inmensa mayoría social en contra de la minoría de políticos financieros y académicos neoliberales que orientan la actual dirección de la globalización

Se comprenderá inmediatamente que estas dos características determinan el contenido de las propuestas foristas. Y lo hacen en un sentido fuertemente restrictivo, muy de mínimos. Genéricos rechazos de la guerra, más genéricas invocaciones del Derecho y la ciudadanía frente al dominio exclusivo del mercado, denuncia de los excesos de la financiarización de la economía frente a las virtudes de la economía productiva, propuestas para gravar fiscalmente el tráfico de capital, a modalidades “distintas” de integración económica. Algunos de los contenidos y propuestas que impulsadas desde los foros se van configurando como el discurso hegemónico del movimiento antiglobalización.

15. El resultado de este esfuerzo por encontrar el mínimo común denominador no está siendo otro, que la pérdida de identidad de los diversos componentes del movimiento, excepción hecha de sus sectores más “ciudadanistas” y socialdemócratas, que ganan así una audiencia con la que no podían soñar hace tres años. Lo hacen, además, sobre propuestas que además de inviables (¿quién va a empezar a gravar capitales?. El primer estado que lo hiciera estaría en quiebra) –como la Tasa Tobin sin una autoridad mundial- son regresivas, pues postulan volver atrás la marcha del desarrollo capitalista (volver a los Estados nacionales del Bienestar)

Si alguien tiene duda de la veracidad de lo expuesto, consúltense los programas electorales de partidos que se reclaman del movimiento (IU) o que simpatizan con algunos de sus componentes como ATTAC (el PSOE) en busca de alguna propuesta siquiera moderadamente anticapitalista.

Una vez más, los aparatos de partidos y sindicatos, incapaces por sí solos para enfrentarse a la agresividad del capital y la derecha política, vampirizan las energías de los movimientos sociales para disponerse a participar, con vigor renovado en la administración del capital y el Estado en crisis desde hace tres décadas.

16. Tenemos pues que reflexionar a fondo sobre las perspectivas del movimiento. Todas las posiciones son igualmente legítimas pero no todas conducen en la misma dirección.
Lo que hemos dado en llamar en este papel el forismo, está construyendo una sólida coalición neo-reformista a nivel global que puede obtener positivos resultados electorales en el corto plazo. Toda esta larga época de retroceso vivido desde los 70, las ilusiones del eurocomunismo, del programa común, del cambio en el 82 en España, podrían ser enjugados con fórmulas en las que pudiera encontrarse toda izquierda, desde los de extrema izquierda hasta el socialiberalismo, bajo la hegemonía de esta última y con un discurso ciudadanista como cemento de unión.

17. De nuevo las ilusiones estatistas y sustitucionistas volverían a ser suscitadas. Una generación de anticapitalistas que acaban de irrumpir en la escena confrontando directamente con el Estado, está siendo solicitada para formar la tropa de la coalición neo-reformista. Lo hemos visto desde las luchas contra el Plan Hidrológico, contra la LOU, cuando el Prestige, cuando la guerra. Todas estas experiencias en las que se ha desplegado una amplísima gama de comportamientos antagonistas (individuales y colectivos) han pretendido ser encauzadas en los límites constitucionales y orientadas a construir la mayoría de izquierdas que desbancase al gobierno del PP.

18. Encauzados y orientados de tal modo, las luchas han perdido gran parte de su sentido más radical. La oposición al PHN no ha estado motivado sólo por los comportamientos caciquiles del PP ni por su inclinación a proporcionar negocio a las grandes constructores a costa de los contribuyentes. La raíz profunda de esta oposición social es la convicción que representa una gigantesca operación de expropiación de un patrimonio común tan crítico como el agua. En el Prestige la lucha no se ha orientado sólo contra incompetencia y la irresponsabilidad de los políticos y los burócratas, sino contra la rapacidad capitalista que amenaza día a día la conservación de la biosfera.

Los partidos de izquierda, el forismo tienen un papel destacado en el ejercicio de esta función de encauzamiento. Su función de agrupamiento de cómo la pluralidad motivada en torno a genéricas oposiciones al neoliberalismo y a la guerra, en defensa del Derecho Internacional, parece fundamentalmente orientado a representar esas oposiciones en la dimensión general de la opinión pública.
Esa dimensión o elemento representativo está presente prematuramente en los hechos forzados a la generalización o unificación de consignas centrales (“unificadoras”) los hechos pierden su componente más radical y antagonista, lo que les hace no homologables, ni equivalentes, su singularidad.

19. Es preciso ser tajante al respecto. Toda unificación o centralización prematura juega a favor de la subalternización –y, por lo tanto, a la liquidación- de las formas antagonistas. Con demasiada frecuencia (todos) hemos dedicado más esfuerzo a los ámbitos de coordinación y encuentro que al propio trabajo de cada colectivo que –se supone- queríamos coordinar.
Y no es, entiéndase bien, un problema de organización. Es una cuestión de concepción que diferencia radicalmente las posiciones. De un lado están aquellos que honestamente confían en que la confluencia del máximo de organizaciones y entidades y de movilizaciones ciudadanas, si se encuentran en un punto, pueden permitir éxitos significativos (aunque a veces no se reconozca) en el campo electoral. Hay que considerar en todo caso con sumo cuidado, las condiciones de posibilidad de la centralización de las luchas (“foros”, coordinadoras”, etc.).

20. De otro lado se encuentran (nos encontramos) quienes desconfían de las imágenes analógicas con el capital y con el Estado y que, por ello, dudan de la eficacia de las grandes manifestaciones y sus efectos mediáticos, a los que tantas veces se les ha visto incorporarse al conjunto de los mecanismos de representación-mediación, y que han solido concluir en su efectiva neutralización. De este lado se confía más en el antagonismo vivido y desarrollado en cada situación, en la ruptura con la lógica capitalista (incluso cuando se invocan razones de eficacia para aceptarla) en los conflictos de los que formamos parte en nuestra vida cotidiana.

Claro que todos los conflictos tienen enfrente al sistema capitalista. Pero la complejidad del mismo nos impide seguir viviendo la ilusión de que tal sistema fuese como una fortaleza cuyas murallas fueran susceptibles de abatir por el ejército anticapitalista. El siglo XX nos ha mostrado sobradamente los efectos negativos que ha tenido la hegemonía de esta concepción entra la gente de la izquierda. El capitalismo ha colonizado y coloniza la totalidad de los aspectos de la vida social e individual, y es en cada uno de ello donde hay que superar o liberarse de esa colonización. Y no hay atajos


21. Para decirlo en breve. Hay que EXPLOTAR en vez de COMPACTAR. Hay que explotar las unidades artificiales impuestas, las que fomentan subalternidad y pasividad. Hay que acabar con la obligada unificación de los proyectos y los programas, con la urgencia y la ansiedad del tiempo de la política estatal y capitalista. Que emerjan y se desarrollen todas las subjetividades antagonistas si las hay. Y que su desarrollo adopte las formas de resistencia que les sean propias y que deben tender, en general, a la desestructuración de cada uno de los micropoderes que se ejercen a lo largo y a lo ancho del tejido social.

22. Insistimos, no hay atajos. Si estas resistencias no cuajan en modalidades diversas de contrapoderes (en un equilibrio con el poder del Estado capital de duración y solución impredecible) articulado en alguna forma reticular, toda forma de configuración de u espacio central con pretensiones de representar la diversidad, no hará sino otorgar la constitución de las subjetividades que la integran y facilitan, por tanto, las operaciones de reabsorción y de neutralización que son inherentes al estado capitalista.
Yendo un poco más allá: determinados discursos de auge reciente en los Foros, como el que postula democratizar la globalización así como el “ciudadanismo” al que hemos aludido más arriba, contribuyen a esta misma operación de reabsorción por la vía de convalidar las exigencias antagonistas en derechos consagrados en alguna suerte de Constitución global. Que la lucha por los servicios públicos contra su mercantilización se resuelva en una Declaración de Derechos en la futura Constitución europea puede parecer un ejercicio de realismo pero es seguro que contribuye a reproducir los mecanismos de delegación y mediación que son la fuente de la aceptación social del dominio capitalista. Se pueden ahorrar los realistas sus tentaciones sarcásticas: lo anterior no implica renuncia alguna al ejercicio de los derechos hasta el límite de sus posibilidades. Pero sí expresa la determinación de no confundir las reivindicaciones de derechos con la construcción de contrapoderes. En la lucha por los servicios públicos en Francia y en los movimientos piqueteros y asamblearios en Argentina hemos visto la configuración de estos contrapoderes. Y hemos visto como el estado, simultáneamente, pretendía institucionalizarlos y reprimirlos. En todo caso destruirlos como contrapoderes.
23. La constitucionalización del movimiento antiglobalización es mucho más que una hipótesis teórica. No solo porque la reclamen insignes juristas y filósofos como Ferrajoli y Habermas, sino porque existen poderosas fuerzas comprometidas en su materialización. El intento de tender puentes entre Davos y Porto Alegre, las propuestas de Florencia y, sobre todo, el accionar de la socialdemocracia internacional junto con las ONGs más solventes postulándose como la mediación indispensable para garantizar la gobernabilidad de la globalización (o la gobernanza como dice Prodi) son elementos inequívocos de este proceso.

24. Estamos hablando, ciertamente, de tendencias. Durante un período de duración imprevisible “antagonistas” y “constitucionalistas” pueden convivir en el movimiento antiglobalización. En la movilización contra la guerra se ha coincidido no sin diferencias. En Madrid, la Asamblea contra la Globalización y la Guerra y el Foro Social de Madrid serían, con matices, la representación de esas dos almas. Sabemos de los esfuerzos que ha costado montar cada uno de estos ámbitos. Y de la indisimulada parcialidad del principal grupo mediático en su apoyo al Foro Social de Madrid. Es por ello la necesidad de claridad y rigor en concertaciones para un futuro inmediato.

25. Lo más importante no es si convoca tal o cual manifestación y si se convoca con tal o cual organización. Lo verdaderamente importante es ser o no capaces de desarrollar una metodología de trabajo antagonista como la descrita. Ello exigirá, a su vez, cambios fundamentales tanto en las prioridades como en los objetivos de trabajo. Para decirlo con claridad, el centro del trabajo debería desplazarse de as convocatorias centrales a la intervención en los conflictos locales buscando potenciar al máximo su protagonismo agente.

26. Una convocatoria próxima ejemplifica cuanto venimos diciendo. Hay que apoyar sin vacilación toda iniciativa contra el paro, la precariedad y las privatizaciones. Son muchos los colectivos y personas que se afanan, desde hace tiempo, en un paciente trabajo de resistencia, en situaciones concretas, contra estas modalidades de violencia capitalista contra la composición social de la clase obrera. Lo verdaderamente importante es este trabajo de resistencia y contrapoder cotidiano; mucho más, desde luego, que la realización de una manifestación descontextualizada, de consignas genéricas, en absoluto relacionadas con luchas realmente existentes. No hay que descartar, por supuesto, la posibilidad que una buena manifestación puede actuar de revulsivo para una movilización que no termina de arrancar. Pero hay que encontrar una metodología en la que estos recursos de vanguardia sean la excepción. No se acierta a comprender, por lo demás, esta improvisación “por el contrario” cuando de todos son conocidos los trabajos que se vienen realizando, por ejemplo, en el campo de los servicios sociales por colectivos diversos o el que realiza Ecologistas en Acción en el campo de las aguas, los RSO o los Espacios Naturales Protegidos.
Avanzar en este debate y evitar precipitaciones en el mismo, conscientes de su alcance estratégico, es indispensable que las posiciones se expresen con la mayor transparencia y honestidad

27. Concluyendo este paso inicial de constatación de la realidad, y sin pretensiones ni recetarios, queremos resaltar algunos de los aspectos mencionados y emergentes del período pasado inmediato y, especialmente, en el contexto de la oposición mundial a la guerra, y ahora en que el lapso álgido ha dejado lugar al lógico momento de descenso, dejemos de lado los ruidos de la campaña electoral, entre otros, y hablemos.

Absolutamente incontestable es que la barbarie avanza cada día un poco más, que se “solidifican” alianzas aniquiladoras, que la impunidad del capitalismo parece no encontrar contención ni freno, que todo parece absorbido por el espectáculo mediático político de la vulgaridad, que el robo de la condición humana protagónica a cambio de meros objetos consumidores parecería tomar cariz de normalidad cotidiana, pero sin embargo, emergen también y se corporizan formas de resistencia a todas las caras del capitalismo.
Sin caer en el optimismo engañoso, parece perfilarse con cierta nitidez, que en esta primavera pasada, se ha iniciado el inicio del fin del tiempo de delegación y se ha recuperado la rebeldía como elemento constituyente y constructor de las subjetividades, puestas en movimiento, creando resistencia.
Resistencia a las variantes del capitalismo tanto bajo su forma neoliberal como a las fórmulas posibilistas, pragmáticas. Tanto unas como otras, pretenden con brutalidad o con cinismo, que abandonemos cualquier sueño de ruptura, de emancipación y de liberación.

Desde el posibilismo se acepta y acata la incapacidad de oponerse a la hegemonía del capitalismo, y se niega -en sus términos- hasta la simple mención de la caída del sistema del capital. El posibilismo en su quehacer político sólo practica la gestión de la política del espectáculo, y como horizonte estratégico, únicamente aspira a la gestión administrativa del aparato del estado. Esta aspiración es inherente al forismo.

No obstante, y tal como lo venimos diciendo en líneas anteriores, paralelamente emergieron y cuajaron nuevas posibilidades en el movimiento antiglobalización, y que no buscan saber que el capitalismo es intocable y permanente, sino que crean nuevas búsquedas, nuevos caminos, antagónicos a la opresión del capital, nuevas formas de crear en el presente el proyecto de emancipación, y sin esperar la promesa falaz que la historia traerá la irremisiblemente la caída del sistema y la liberación de la humanidad entera.

28. En estas posibilidades emergentes, la diversidad, el mestizaje, atravesaron todas y cada una de las grandes movilizaciones habidas, como también las propuestas de ruptura con el orden del capital, una práctica antagonista radical expresada “desordenadamente” en las calles, y objeto de la criminalización –además de la de las fuerzas represivas- por parte de los adscritos al forismo.
Porque desde dicha posición, dominada por la concepción reaccionaria del mundo de pensamiento único, donde lo diferente es sospechoso, la multiplicidad, amenazadora, y lo radical y antagónico entra en el campo del terrorismo; y aquí llegamos al tremendo efecto socio-político conseguido: la inducción a asumir (aún cuando se tenga un tímido lenguaje crítico) el mensaje nodal del poder, asumir como tales a los enemigos de los patrones, y denotan más miedo al “anarquista” que al orden capitalista. Y este es uno de los puntos a no olvidar en ninguno de los análisis ni en las prácticas.
Claro que el grado de violencia no es indicativo del grado de radicalidad, la radicalidad se expresa en la subjetividades y las consignas dispuestas a llevar a la práctica, y que sea el sistema que quede en evidencia y que sea su propia impotencia que le hace reaccionar con violencia.

29. Finalmente, el capitalismo es un mundo de pensamiento único, un sistema consolidado, y sin embargo más allá de esta afirmación, no dejan de crecer y emerger paralela y yuxtapuestamente, otras formas de sociabilidad de las que el sistema nos impone, formas de enfrentarlo, de negarlo, modos de alternativa cotidiana, en suma, resistencias transitadas por la diverso y lo diferente, donde la imaginación es uno de los elementos imprescindibles de la construcción rebelde.
Desear el poder capitalista es tajantemente contrapuesto a la libertad, y la libertad es andar en lucha, sin disciplinas ni sumisiones.

Ciertamente que la complejidad social y política puede paralizar a much@s de los que poblaron las respuestas, y l@s que no sucumbieron a las tentaciones pragmáticas o se dispersaron con nuevas frustraciones, o se cayeron en urnas electorales; dicha complejidad es un acicate potente para construir incontables núcleos de resistencia, de prácticas anticapitalistas, de luchas y revueltas sin modelos de referencia, creciendo en la riqueza del mestizaje. Resistir y crear aquí y ahora, la superación del capitalismo, de este sistema de barbarie y muerte, de impotencia, amargura, expulsión y tristeza; resistir y contraponer la alegría de esta determinación de enfrentamiento al monstruo, la alegría de la utopía andando día a día; alegría porque la libertad es siempre una práctica, y sólo nos construimos libres luchando por la libertad.

Madrid, junio 27 , 2003

Notas

1- Sin afectar no obstante la gran bolsa de la abstención
2- Por democracia capitalista, entendemos el conjunto de instituciones, procedimientos y dispositivos que actúan en la gestión de los conflictos inherentes al sistema capitalista para garantizar que su resolución reproducen ampliadas las condiciones generales del funcionamiento del sistema en su conjunto.

 
       

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