|
|
|
|
Llueven las bombas sobre Irak. Los intereses económicos
del Tío Sam y de los monigotes que le acompañan están
siendo defendidos estupendamente por los F18 y los marines, garantizando
“nuestro” modo de vida y los negocios de la nación
con la sangre y la desgracia de los miserables iraquíes.
Los lamentos de los Estados que, como Francia o Rusia, defienden la
“paz”, demuestran simplemente que sus negocios en Irak están
siendo atacados. La paz en Irak es importante para esos negocios, del
mismo modo que lo es la guerra continua en África patrocinada
por Francia y la constante masacre de Chechenia.
Los pacifistas del PSOE-IU se lamentan de que el Estado español
no se haya puesto del lado de los pacíficos Estados que defienden
sus negocios con la “paz”. Sus peleas de tebeo con el gobierno
son la pugna entre dos contabilidades. En esas trifulcas de mercaderes
quieren meternos estos señores.
El coro de pacifistas mediáticos, artistillas, jueces, militares...se
lamenta de la vulneración de la legalidad internacional y el
quebrantamiento de la moral. Hablemos claro: la legalidad internacional
expresa la relación de fuerzas entre los diferentes buitres imperialistas.
Si la relación de fuerzas cambia, la ley internacional se cambia.
La ley, como la historia, la hacen los vencedores. No preocuparse: una
nueva legalidad internacional vendrá a sustituir a la antigua
y podréis dormir tranquilos, sabiendo que se respeta con misiles
y campos de refugiados. La moral, a su vez, no es más que la
ideología con que los burgueses quisieran tapar sus crímenes.
Descubren de pronto que el capitalismo es injusto y que hace de la matanza
constante su modo de vida...¡la moral se resquebraja! A quien
haya despertado de su apacible sueño democrático, sintiéndose
incomodado por las masacres en directo, le decimos igualmente: no asustarse,
pronto se olvidará todo y podrá seguir viviendo tranquilamente
en el estricto respeto a la moral.
Las manifestaciones ciudadanas por su parte, encajonadas entre los discursos
absurdos de los líderes mediáticos y la necesidad real
de oponerse a la barbarie, se agitan en el vacío, lanzando sus
gritos carentes de contenido y que nadie escucha. ¡no a la guerra!,
gritan los honestos ciudadanos por todas partes, acompañados
por políticos y curas. ¿Querrá decir acaso, ese
no a la guerra, sí a la paz? ¿Sí a la paz, esa
paz que mata de hambre a millones de personas en todo el mundo, que
hace reventar trabajando a otros muchos, que engorda a los de siempre
con la miseria de todos? Seguid gritando, entonces, seguid paladeando
la impotencia, que el engorde de las cuentas corrientes, que las cotizaciones
de las acciones, que los resultados de las grandes empresas exigen hoy,
como lo exigirán mañana, la matanza.
Sin proyecto, sin intereses propios, sin nada que oponer a la carnicería
que llaman “guerra”, el ciudadano y su movimiento, ocupando
el espacio de una revuelta que no existe generan el espectáculo
de una oposición al sistema y le garantizan tranquilidad para
cuando la “paz” regrese a los televisores. Su movimiento
y su paz sólo podrán garantizarnos nuevas y más
sanguinarias carnicerías. Las falsas soluciones que plantean,
las falsas dicotomías que nos presentan, garantizan el orden
capitalista y aseguran el brillante porvenir de la industria de la guerra.
La desaparición de la consciencia de clase y su proyecto histórico
dejan un espacio en blanco para la contestación, espacio que
ha venido a ocupar el ciudadano, su conciencia democrática y
su movimiento impotente. Todos los que han desfilado en las históricas
y multitudinarias procesiones llenas de civismo y respeto por todo lo
que debe ser derribado muestran hasta qué punto el ciudadano
es incapaz de hacer nada y de cambiar cualquier cosa. La gran mayoría
de quienes han protestado y protestan lo saben: su deambular de manifestación
en manifestación no sirve de nada, sus gritos lastimeros no serán
escuchados.
Nosotros, malditos proletarios revolucionarios, tenemos la mala costumbre
de juzgar a menudo las cosas recurriendo a la historia, es decir a lo
que realmente se ha producido hasta ahora. Y
estamos forzados a constatar que ninguna guerra se ha detenido jamás
mediante las pacíficas protestas de los demócratas.
No estamos, noten esto los señores agentes de la represión
democrática, incitando a nada. Señalamos simplemente que
las guerras sólo pueden detenerse mediante la lucha, necesariamente
violenta, de los explotados contra sus explotadores, empleando para
ellos todos los métodos que los explotados tenemos a mano: la
huelga salvaje, el sabotaje, la paralización de la producción
y la circulación de mercancías, los enfrentamientos callejeros,
la insurrección.
Señalamos algo que, si no lo hiciera el sentido común,
enseña la historia. Nuestro enemigo no está en ningún
país extranjero, no está en Irak pero tampoco (o no sólo)
en EEUU o Inglaterra. El enemigo está aquí, junto a nosotros.
Son los burgueses autóctonos, los empresarios y los políticos,
las empresas españolas, sus intereses, sus negocios, sus realizaciones.
Es el Estado español que los representa, su aparato represivo
que garantiza la paz aquí para seguir haciendo la guerra en cualquier
parte, su aparato de propaganda...
Visto que la paz es inútil para detener la guerra, que ni todo
el aparato político y propagandístico de la socialdemocracia
ni todas las fuerzas del ciudadanismo en movimiento son capaces de hacer
nada contra la masacre, es tiempo de retirarse a roer la derrota o de
dar un paso adelante. Transformar la guerra imperialista en guerra social
de explotados contra explotadores es el único camino que nos
queda. Y en la guerra, señores ciudadanos, no pueden escatimarse
medios, ni cegarse con la ideología de la ley y la moral. Mucho
más que la paz o la guerra es lo que está en juego en
estos tiempos: es la profundización hasta lo aberrante de la
barbarie capitalista, o la destrucción completa, consciente,
sistemática, violenta y organizada del sistema capitalista por
parte de quienes estamos interesados en hacerlo: los proletarios. La
pregunta no es “guerra o paz”, la cuestión, como
siempre, es “comunismo o barbarie”.
NI SU GUERRA NI SU PAZ
CONTRA LA GUERRA DE LOS RICOS, GUERRA CONTRA LOS RICOS
EL ENEMIGO ESTÁ ENTRE NOSOTROS: ES NUESTRA PROPIA BURGUESÍA
OTRA GUERRA ES POSIBLE
|
|