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El día que tiramos un presidente
IMC-Argentina
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20 de Diciembre-Informe desde las calles
de Buenos Aires. La noche ya se apropió de todo, y los gritos y tiros
que de vez en cuando trae el viento se apagan con cada gota de lluvia. El
día de hoy pasará la historia como la primera vez que las
masas argentinas tiraron a un presidente que llegó al gobierno por
medio de las urnas. Lo que comenzó como una oleada de saqueos de
hambre y derivó, luego de la declaración del estado de sitio,
en un levantamiento espontaneo de las clases medias y amplios sectores de
trabajadores, dio por tierra el gobierno.
Durante todo el día de hoy se produjeron enfrentamientos en el
centro de la capital Federal, y en Mar del Plata, Córdoba, Río
Negro, Neuquén, Chubut y Mendoza, según los últimos
informes.
Luego del mediodía, una columna encabezada por las Madres de Plaza
de Mayo intentó entrar a una plaza que espontaneos manifestantes
se disputaban con la policía. A pesar de la represión, de
las balas de goma, de los carros hidrantes y la policía montada,
cientos de personas llegaban para sumarse a la protesta. Desde los edificios
llovian todo tipo de elementos contra la policía. Los manifestantes
avanzaban, arrojaban piedras y retrocedían para reagruparse.
En los pasillos del poder se discutía que De la Rua estaba por
renunciar, pero la policía seguía cargando con todo. Llamaban
a un gobierno en común con el PJ. Nadie quería saber nada.
Eramos miles, y ahora nos dirijiamos hacia el Obelisco. Otra vez cargar,
avanzar, retroceder frente a la montada. Cientos de jóvenes en
la primera línea le ponían el pecho a los gases y a las
balas de goma y las corridas duraban solo lo necesario para reagruparse.
Las fogatas paran un poco al humo de los gases, y los negocios de los
costados- la mayoría grandes empresas-comienzan a perder sus muebles
para que la calle siga ardiendo.
A esta altura los muertos son cinco, todos por heridas de bala, asesinados
por la represión. Se viven escenas dramáticas cuando las
ambulancias se llevan los cuerpos. La bronca es mayor todavía,
y la indignación nos saca de quicio. Nadie va a olvidarlos, nadie
va a dejar que su muerte haya sido en vano. Algunos lloran, pero la gente
sigue llegando, y la batalla continua.
Avanzamos, retrocedemos, nos organizamos. Se levantan barricadas en varias
esquinas para aguantar el paso de la policía. Nos movemos por algunas
calles laterales, pero pronto volvemos a Diagonal Norte. La policía
carga de a ratos, con motos y con la montada. Ahora estamos en el obelisco,
y el combate se traslada allí.
Aquí estamos, comiendo gases, gritando que no nos vamos a ir,
que queremos que se vaya De la Rua. Alguien tiene el atino de cantar ¡los
hijos del cordobazo!. Y aqui estamos, seguimos siendo miles. Las remeras
tapan las caras, solo para aguantar los gases, y cualquiera te convida
un limón o un trago de agua.
La policía se planta en frente nuestro. Cuando la gente avanza,
ellos retroceden, y luego se cubren con gases lacrimógenos. De
las agencias de turismo, del Mc Donnals y de una casa de artículos
electrónicos no queda nada. Luego arde OCA, y todo el mundo nos
la señala para que le saquemos una foto;"ponele que se lo
dedicamos a Yabrán, que lo mira por TV". Todavía hay
tiempos para chistes.
Luego, entre gases y barricadas, llega la noticia: Cayó De la
Rua. La alegría estalla, la gente salta y canta. Algunos se abrazan,
pero todavía está la policía allí en frente
y alguien avisa que quedó un grupo de 300 manifestantes atrapados
en Plaza de Mayo. Ellos están allí, sentados y cantando
el himno. La gente sigue avanzando y, como durante todo el día
aparece "la montada", pero la nuestra: decenas de carteros en
moto y en bicicleta hacen rugir sus motores y avanzan sobre la policía.
Algunos llevan banderas argentinas. No sabemos por qué, pero todos
avanzamos cuando los escuchamos venir. Ahora la organización es
un poco mejor. La policía tira; todo el mundo al piso y algunos
avanzando para devolverselos.
Viene una patrulla por la 9 de Julio. Aguantamos. Retrocedemos un poco.
Nadie la orden, como durante todo el día, pero la gente carga dos
veces mas y comienza a caminar por corrientes derecho hacia el congreso.
Y seguimos caminando, y en algunas esquinas tiraron arboles para cortar
el tránsito, de los que ahora solo quedan semillas.
La escena de la gente aplaudiendo desde los balcones se repite por doquier.
Seguimos, y mas alla del congreso vemos barricadas, y gente en las calles.
Ahora se repite el cacerolazo, y los festejos se multiplican por las calles
de la ciudad.
Dimos un paso en este laberinto intrincado de la historia.
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