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Crítica a la Formación para la Paz
x Claudio Velázquez - educador infantil
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El papel del estado en la educación
no es otro que el de formar ciudadanos encajables a un modelo social mercantilista,
que concibe el conocimiento como una fuerza de trabajo añadido al
latido de la vida de una persona y que elabora leyes educativas tomando
posturas hegemónicas sin crear debate social relacionado con el tipo
de educación necesario para un cambio social. No vacila a la hora
de aislar todo movimiento de renovación pedagógica por su
condición de desestabilizador, y por todo ello, no es de extrañar
que entre todos los proyectos pedagógicos y animaciones socioculturales
con carácter de izquierdas -entre los que se pueden encontrar los
que favorecen el pensamiento crítico, la búsqueda de formas
organizativas extrapolables a la sociedad y/o conciencias decodificadoras
de la manipulación mediática- la única que es potenciada
de diversas formas por el sistema, no sólo económicamente
sino incluso con un apartado especial en el Curriculum (documento oficial
que recoge los contenidos a impartir en los centros educativos) como tema
transversal, es la formación para la paz.
Tampoco es de extrañar que la mayoría de estos proyectos,
enmarcados o no en la educación formal, se desarrollen en los barrios
más desfavorecidos de las ciudades, potencialmente más amenazadores
para el sistema por el grado de indignación que en ellos se vive.
Los proyectos realizados de formación para la paz, además
tienen un carácter muy irreflexivo y dogmático, pues inculca
el concepto de la violencia como negativo por naturaleza, inefectivo contra
todo, y generador del empeoramiento de la situación que en un principio
se intentaba paliar. Es algo que a casi todos nos han intentado inculcar
en los colegios.
La violencia no hay que tratarla directamente con los niños como
un valor positivo o negativo en sí mismo, sino como un instrumento
empleado para desequilibrar una correlación de fuerzas, analizable
en su contexto.
Si les vamos a enseñar a amar la paz, debemos enseñarles
a trabajar en comunidad; respetar a sus vecinos, iguales a ellos, con
sus mismos intereses; a descubrir el valor del trabajo colectivo; y hacerles
descubrir a ellos mismos las causas y causantes de sus problemas -comunes-,
para luchar y resolverlos juntos.
(Este texto pretende servir de aporte a los talleres de educación
que los compañeros del Foro Social Trasatlántico están
llevando a cabo en Madrid)
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