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Sevilla: Anulando y marginalizando la acción
directa violenta
x Iban y Clara García - Militantes anticapitalistas
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"Su forma de represión es otra:
las retenciones masivas en las afueras, las identificaciones masivas, la
presencia policial masiva, los cordones masivos, los registros masivos,
la confiscación masiva de material... El acoso asfixiante sobre los
activistas y vecinos supone una parcela demasiado grande de terreno ganado.
Y lo saben aprovechar en beneficio de la 'convivencia' y la 'paz social'.
Esas son sus cartas. "
[La Haine desde Sevilla, 21/06/02]
Tras Génova el movimiento de contracumbres ha ido dejando atrás
uno de sus rasgos mas atractivos e identificadores, el uso de la acción
directa frente a las soporíferas manifestaciones pacificas con
mas siglas que manifestantes. El 18 de Junio en Londres y Seattle lanzan
a la palestra formas de lucha que obtienen algunos éxitos rotundos
en los bloqueos, principalmente la desobediencia civil y la acción
directa violenta. Estas tácticas venían empleandose de forma
local, desde hacia años, precisamente para salir de las manifestaciones
anodinas e inútiles, monopolizadas por la izquierda institucional
de turno. Sin embargo pareciera que en el semestre europeo en el Estado
hayamos empezado a desandar el camino.
Es importante saber diferenciar entre la desobediencia civil pacífica
y la acción directa violenta. Hasta el momento diferentes partes
del movimiento de contracumbres han estado utilizando alguna de estas
dos estrategias. Los increibles desplieges policiales y la represión
han hecho imposibles o fácilmente controlables los actos de desobediencia
civil, al menos en las contracumbres. Más cuando la desobediencia
civil es un instrumento de lucha que tiende a publicitarse, aún
cuando necesita del factor sorpresa.
El problema con el que se enfrenta el empleo de la acción directa
violenta reside más bien en que la amenaza policial a sus consecuencias
y la campaña mediática de criminalización han funcionado
muy bien entre la masa de manifestantes.
Es muy posible que este tipo de acciones sean progresivamente marginalizadas
y el semestre europeo puede enseñarnos mucho en ese sentido. En
Barcelona, a diferencia de Madrid y Sevilla, la confrontación tuvo
mucho apoyo, sin embargo Mars Attack no funcionó por el error táctico
de publicitar la acción, y durante la gran manifestación
unitaria las plataformas que la convocaban se encargaron de marginalizarles
con su actitud pseudo-policial. Situado el bloque negro entre la manifestación
nacionalista y la campaña estatal, era fácilmente identificable
y controlable por la policía, los daños que pudieran causarse
parecían asumidos por las fuerzas represivas y silenciados por
los medios.
Si contamos con poca fuerza, como en Sevilla, es fácil marginalizarnos
y cazarnos entre el acoso policial y la incomprensión del resto
de manifestantes; si tenemos mucha fuerza y abandonamos el factor sorpresa,
somos fácilmente controlables. El futuro de esta táctica
se encuentra en primer lugar en organizarnos los que creemos en ella mucho
mejor que en Sevilla, buscar el factor sorpresa evitando caer en el error
de Barcelona, y quizás descentralizar este tipo de acciones para
no ser un blanco fácil como en Génova. Además de
intentar trasladar la energía del joven movimiento anticapitalista
hacia acciones fuera de las cumbres saturadas de policía sin perder
contundencia.
Terror sin violencia
El "terror sin violencia" empleado en Sevilla ha servido, entre
otras cosas, para anular la legitimidad de la acción directa violenta.
Una vez que se producen cargas policiales, se pueden crear disturbios
no sólo como forma de frenar las embestidas policiales sino para
mostrar el odio y la rabia hacia las instituciones.
Tendremos que planear acciones en el futuro con vistas a que el aparato
represivo se transforma continuamente y de forma muy inteligente. Lo más
importante del método represivo utilizado en Sevilla (y en general
durante la presidencia) es que lograron anular nuestro propio discurso,
el de la "autodefensa".
Si la policía no nos ataca físicamente, no podemos "autodefendernos".
Muchos hemos estado absurdamente esperando la violencia policial para
poder actuar con legitimidad, y "responder" a su violencia.
Pero no ha sido así. Nos han aterrorizado, nos han acosado hasta
el agotamiento, pero sin usar la violencia física directa. Nos
han anulado a nosotros y a todos aquellos que hablan de violencia policial
y autodefensa (sean pacifístas o no).
Quizá debemos reinventar nuestro discurso, porque sobran los motivos.
No es autodefensa, sino atacar directamente las estructuras represivas
del sistema. No es esperar a que nos peguen (que lo hacen cuando quieren
y cuando les conviene estrategicamente), es pegarles nosotros a ellos
para que se aparten del camino hacia la cumbre de jefes de estado...
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