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Ideas nuevas, ideas viejas: La vieja izquierda
cuestionada
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Un debate crucial sobre cómo pensar el poder,
entre un militante del MTD y la teórica chilena Marta Harnecker.
Y un norteamericano que explica que en su país," la
tarea del movimiento anti-guerra no es tan solo impedir la guerra contra
Irak. Nuestra tarea es el anti-imperio"
La charla comenzó con una Martha Harnecker proponiendo a la
audiencia -unas trescientas personas que con el correr de la reunión
crecieron hasta transformarse en más de 700- que si querían
escucharla hablar sobre Venezuela regresaran al día siguiente
a una reunión organizada especialmente sobre el tema donde ella
se expresaría largamente. Ese día se extendería
sobre otro tema. Dicho esto, comenzó entonces un debate que amplificó
la polémica que divide al Foro y a todos los movimientos que
allí se expresan. Si la cuestión es cómo seguir
o, dicho de otra manera, cómo debe construir su futuro la resistencia
anticapitalista o anti Imperio -para ponerlo en términos más
actuales- aquí hay quienes tienen recetas y quienes tienen certezas.
Alberto Spagnolo, del MTD de Solano, fue el primero en hablar y el
primero en dejar en claro hasta dónde la crisis que se expresa
en la Argentina incluye a esas recetas.
Spagnolo explicó su visión: no se trata tan solo de una
crisis de representantes que se podría solucionar cambiando malos
por honestos. Se trata de una crisis de representatividad que incluye
a los partidos de izquierda.
Spagnolo comenzó por desandar el camino que recorrió
el movimiento piquetero, con las puebladas que desencadenaron los trabajadores
expulsados por la privatización de YPF. "El populismo de
Menem le dio la impunidad que necesitaba para privatizar". Una
de las consecuencias de este proceso es que en la actualidad "del
Estado lo único que queda en pie es la represión."
Luego, fue directo al grano: "La izquierda en la Argentina no
puede ver la realidad. En vez de fortalecer, disputa. En vez de contribuir,
destruye para ver cómo se lleva militantes a costa, incluso,
de destruir esos espacios que crecieron y se fortalecieron a partir
de nuevas herramientas políticas: la democracia directa, la horizontalidad
y la autonomía."
Para definirse más claramente aún, aseguró: "Nosotros
no somos una organización revolucionaria, sino popular".
Y al explicar por qué llegó hasta el Foro reveló
también la única utilidad de este espacio para este tipo
de movimientos: "Articular y coordinar acciones, encontrar información
y ver cómo podemos seguir obteniéndola. Luchar contra
el terrorismo de estado norteamericano es una tarea de todos los que
luchan por construir algo distinto".
Distinto, también, es el trabajo político de Robert Jensen,
de la organización Anti-War. Este norteamericano alto, blanco
y de anteojos, describió una realidad de manera tan diferente
y, como él mismo la llamó, paradojal que constituye una
de esas informaciones de las que hablaba Spagnolo que solo en el ámbito
del Foro se puede encontrar. La cuestión podría presentarse
así: ¿Cómo hace un activista norteamericano para
resistir al Imperio dentro del Imperio?
Así:
"La tarea del movimiento anti-guerra no es tan solo impedir
la guerra contra Irak. Nuestra tarea es el anti-imperio. Sé que
es difícil hablar de esto en una realidad tan diferente como
lo es la Latinoamericana, pero el sol sale en el Este y yo vivo allí.
De lo que se trata, entonces, es de convencer a las personas de eso:
que los Estado Unidos no son el primer Imperio benovolente de la historia
de la Humanidad. Sé que esto aquí suena absurdo, pero
es lo que vende la administración Bush. Y lo que la gente compra."
"Los luchas civiles libradas en mi país han ganado
batallas muy importantes. El resultado es que hoy gozamos de las garantías
más altas del mundo. La paradoja más importante que produce
esta situación es la siguiente: tenemos la libertad política
más importante del planeta, comparada con otros países.
Tenemos esa libertad, pero tenemos también muy poca gente dispuesta
a usarla. A esta paradoja se la llama despolitización".
A su vez, quienes podrían sumarse a un movimiento como el
nuestro, por ejemplo, gente de clase media, con tiempo y dinero como
para involucrarse, le tenemos que pedir que trabaje en contra de sus
propios intereses porque el Imperio le da recompensas materiales. Tenemos
que trabajar en medio de una sociedad rica a costa del flujo de capitales
del Sur al Norte. Nos compraron".
"La administración Bush, además, implementó
a través del cine, la televisión, el marketing, una campaña
muy exitosa para instalar una escala de valores basada en el consumo
que ha redefinido hasta el sentido de la vida. El Imperio da cosas baratas
a costa de valores muy caros.
Para nosotros, entonces, una de las tareas políticas centrales
es dar batalla para que los norteamericanos entiendan un concepto: ser
es ser humano. Que la compasión no es solidaridad, por ejemplo.
Que el máximo valor que hoy le imponen es el de una vida confortable,
el de ser influyentes. Lo que quiero decir es que nuestra tarea política
es constuir el concepto de humanidad.
Esto puede sonar frívolo o banal para gente que lucha para
alimentar a su familia, pero para nosotros representa casi la única
opción".
"Luego del 11 de setiembre, la administración Bush
ha reforzado aquello del estilo de vida americano. Parecía fácil
luchar contra él: es estúpido, habla mal y conoce poco
del mundo, pero cuando se dirigió al público luego del
atentado dijo algo que a la gente entendió perfectamente. El
mensaje podría decodificarse así: "Si les gustan
los juguetes que tienen, si les gusta la manera de vivir que tienen,
deben dejarme seguir con el Imperio y les aseguro que ustedes y el estilo
de vida americano estarán protegidos".
Ese estilo de vida es el que tenemos que redefinir.
La izquierda norteamericana está involucrada con ese estilo
de vida. Ese nivel de lujo, de status, le ha quitado autenticidad.
Es así como llegamos a la segunda gran paradoja: la izquierda
que tiene más recursos -computadoras, dinero, preparación,
información- la que tiene más herramientas para trabajar,
hace menos."
"Por último, les digo que cuando vi el 11 de setiembre
a esos aviones chocar contra los edificios fue para mi como tener una
visión del futuro. Pensé: así terminará
el Imperio sino lo combatimos. Derrumbándose sobre nosotros mismos."
Llegó el turno de Marta Harnecker, quien informó que
todo lo que iba decir formaba parte de su nuevo libro, el cual podía
ser comprado allí mismo, al finalizar la charla. Luego, apoyó
el libro en el micrófono, de cara a la platea y parado. Sin más,
se refirió a los mensajes explícitos y subliminales con
los que el capital "deforma la cabeza de la gente hasta transformarla
en siervos". Aconsejó, entonces, mantener la distancia de
estas prácticas ejerciendo el pensamiento crítico.
Veamos.
Harnecker demostró ser una eficaz compiladora de pensamientos
ajenos y una gran acopiadora de información periodística
sobre países e instituciones latinoamericanas. A partir de reunir
una y otra, elabora su propia tesis: la gran tarea para América
Latina es articular a la izquierda de partido con la izquierda social
para formar así un gran frente antiliberal.
Su razonamiento une experiencias diferentes en tiempo y forma: el PT
de Brasil y los Sin Tierra; el Frenta Amplio en Uruguay, Chávez
en Venezuela, el movimiento zapatista de México y las fuerzas
políticas de El Salvador.
"La izquierda no solo debe decir que es buena, sino demostrarlo"
dice citando a un argentino al que no menciona. "Debe demostrar
que cuando sus cuadros llegan a la función pública no
se alejarán del movimiento social que los ha llevado hasta allí".
Por supuesto, "los movimientos sociales no son ningunos santos.
No son perfectos. Es fundamental que entiendan que deben contar con
un instrumento político porque sino se dirigen hacia un fracaso".
La tesis de Harnecker es que cada uno tiene lo que le falta al otro,
y reunirlos es la gran tarea.
Suena fácil.
Salvo por un detalle: en la Argentina no está funcionando.
Alberto Spagnolo fue el encargado de informárselo.
"El 19 y 20 de diciembre hubo una reacción que nada
tuvo que ver ni con los partidos ni con los sindicatos, ni con la iglesia.
Fue la gente la que salió a la calle a desobedecer el estado
de sitio y la síntesis de lo que esa gente siente por las instituciones
es ese grito de "que se vayan todos". No es mi interés
ofender a nadie, pero los partidos de izquierda están incluídos
por culpa de su dogmatismo y su miopía. Y este movimiento que
surgió no es apolítico. Estamos altamente politizados.
Esta nueva política ya no hace la clásica división
entre movimiento y aparato (o herramienta política, como Harnecker
la llamó). Está pensando una sociedad nueva a partir de
nuevas formas de organización. A un caudillo lo pueden matar
o lo pueden corromper y chau organización. Pero estos movimientos
basados en la democracia directa, la horizontalidad y la autonomía
pretenden construir algo más sólido. Lo que se comenzó
a construir es una nueva radicalidad. Autónoma y con un objetivo
concreto: el cambio social. Y por eso están en el poder tan preocupados.
Sé que esto es incipiente, pero no es una forma de hacer
política creada con discursos y tele, como lo fue la Alianza.
Ese modelo de partidos está agotado, por ahora. Y no es culpa
del FMI, sino de los que votaban las leyes que el FMI exigía.
Algunos partidos de izquierda proponen ahora Asamblea Constituyente.
El 19 y 20 de diciembre se hizo una asamblea constituyente que decidiõ
que se vayan todos. No es una invitación, es una lucha. Vamos
a organizarnos para sacarlos, para echarlos y para que nunca más
nos saquen nuestras riquezas."
"Ahora nos dicen que construyamos una herramienta política
para participar de elecciones, acumular cargos y llegar al poder. Pero
nosotros pensamos que el capitalismo no puede ser reformado. Es perverso
y pone en riesgo la vida. Esa es su naturaleza. No puede haber otro
capitalismo. Como, quizá, tampoco otro mundo. Hay muchos mundos
posibles. Hay muchas maneras de luchar y cada país y cada región
encontrará la suya. Lleva más tiempo, pero genera organizaciones
que no nos llevarán a una nueva frustración."
Como respuesta y con la intención de cerrar el debate, Harnecker
-chilena de nacimiento, residente en Cuba durante más de veinte
y años, pero presente en este Foro como representante de Attac
Venezuela, según rezaba su acreditación- reiteró:
"los movimientos sociales solos no tienen perspectivas. Los gobiernos
solos, no resuelven los problemas: necesitan a los movimientos populares
organizados, presionando. Su fuerza está en el pueblo organizado.
Algunos dicen que amor con hambre, no dura; pero fueron los hambrientos
de Venezuela quienes salieron a restituir a Chávez cuando quisieron
derrocarlo". Por último, esta teórica de la izquierda
latinoamericana alzó su dedo y proclamó: Los movimientos
sociales debe institucionalizarse, definir sus programas, crear su herramienta
política. Porque son muy lindas las palabras que hablan de autonomía,
pero son solo eso: lindas palabras. Y yo hablo desde los hechos."
La última palabra, sin embargo, la pronunció una mujer
tucumana, quien se acercó al podio desde el cual Harnecker hablaba
y comenzó a flamear una inmensa bandera con la cara del Che.
Solo le dijo:
"Te olvidaste, Marta. Te olvidaste de él".
Lo gritó tres veces. Y se fue.
La Vaca
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