Se está desplegando un nuevo mapa geopolítico en Oriente Medio
Siria ha entrado en el abismo: los demonios de Al Qaeda, el ISIS y los elementos más intransigentes de la Hermandad Musulmana rondan por los cielos. Hay caos, saqueos, miedo y una terrible pasión por la venganza que quema la sangre. Las ejecuciones callejeras son moneda corriente.
Tal vez Hayat Tahrir Al-Sham (HTS) y su líder, Al-Joulani (siguiendo instrucciones turcas), pensaron que podían controlar la situación, pero HTS es una etiqueta paraguas, como Al-Qaeda, ISIS y Al-Nusra, y sus matones ya han caído en combates entre facciones.
El «Estado» sirio se disolvió en mitad de la noche; la policía y el ejército se fueron a casa, dejando depósitos de armas abiertos para que los shebab los saquearan. Las puertas de las prisiones se abrieron de golpe (o a la fuerza). Algunos quizás eran presos políticos, pero muchos no. Algunos de los reclusos más crueles ahora deambulan por las calles.
Los israelíes, en cuestión de días, destruyeron totalmente la infraestructura de defensa del estado en más de 450 ataques aéreos: las defensas antimisiles, los helicópteros y aviones de la fuerza aérea siria, la marina y las armerías, todos destruidos en la "mayor operación aérea en la historia de Israel".
Siria ya no existe como entidad geopolítica. En el este, las fuerzas kurdas (con apoyo militar de EEUU) se están apoderando de los recursos petroleros y agrícolas del antiguo Estado.
Las fuerzas de Erdogan y sus aliados están empeñados en un intento de aplastar por completo el enclave kurdo (aunque EEUU ha mediado ahora una especie de alto el fuego). Y en el suroeste, los tanques israelíes se han apoderado del Golán y de tierras más allá, llegando a 20 kilómetros de Damasco.
En 2015, la revista The Economist escribió: "Oro negro bajo el Golán: los geólogos en Israel creen que han encontrado petróleo en un territorio muy complicado ". Los petroleros israelíes y estadounidenses creen haber descubierto una mina de oro en este lugar tan inconveniente.
Y un gran impedimento para las ambiciones energéticas de Occidente -Siria-, acaba de disiparse.
El contrapeso político estratégico que Siria había ejercido desde 1948 sobre Israel ha desaparecido. Y el anterior «alivio de tensiones» entre la esfera sunita e Irán se ha visto interrumpido por la intervención grosera de las nuevas marcas del ISIS y por el revanchismo otomano que trabaja con Israel a través de intermediarios estadounidenses (y británicos). Los turcos nunca se han reconciliado realmente con el Tratado de 1923 que puso fin a la I Guerra Mundial, por el que cedieron lo que hoy es el norte de Siria al nuevo Estado sirio.
En cuestión de días, Siria ha sido desmembrada, dividida y balcanizada. ¿Por qué, entonces, Israel y Turquía siguen bombardeando? Los bombardeos comenzaron en el momento en que Bashar al-Assad se fue, porque Turquía e Israel temen que los conquistadores de hoy puedan resultar efímeros y pronto puedan verse desplazados. No es necesario poseer algo para controlarlo. Como estados poderosos de la región, Israel y Turquía desearán ejercer control no sólo sobre los recursos, sino también sobre la encrucijada y el paso regional vital que fue Siria.
Sin embargo, es inevitable que, en algún momento, el "Gran Israel" se enfrente al revanchismo otomano de Erdogan. Del mismo modo, el frente saudí-egipcio-emiratí no acogerá con agrado el resurgimiento de ninguna de las dos renovaciones de la imagen del ISIS ni de la Hermandad Musulmana, de inspiración turca y otomanizada.
Esta última representa una amenaza inmediata para Jordania, que ahora tiene frontera con la nueva entidad revolucionaria.
Esas preocupaciones pueden acercar a esos Estados del Golfo a Irán. Qatar, como proveedor de armas y financiación del cártel HTS, puede volver a verse marginado por otros líderes del Golfo.
El nuevo mapa geopolítico plantea muchas preguntas directas sobre Irán, Rusia, China y los BRICS. Rusia ha desempeñado un papel complejo en Oriente Medio: por un lado, ha llevado adelante una creciente guerra defensiva contra las potencias de la OTAN y ha gestionado intereses energéticos clave; por otro, ha tratado de moderar las operaciones de la Resistencia contra Israel para evitar que las relaciones con EEUU se deterioren por completo. Moscú espera -sin demasiada convicción- que en algún momento del futuro pueda surgir un diálogo con el presidente entrante de EEUU.
Moscú probablemente llegará a la conclusión que los «acuerdos» de alto el fuego, como el Acuerdo de Astaná sobre la contención de los yihadistas dentro de los límites de la zona autónoma de Idlib en Siria, no valen ni el papel en el que fueron escritos.
Turquía, garante de Astaná, apuñaló a Moscú por la espalda. Probablemente, esto hará que los dirigentes rusos adopten una postura más firme respecto de Ucrania y de cualquier conversación occidental sobre el alto el fuego.
El 11 de diciembre, el líder supremo de Irán declaró: " No debe haber ninguna duda de que lo que ocurrió en Siria fue planeado en las salas de mando de EEUU e Israel. Tenemos pruebas de ello. Uno de los países vecinos de Siria también jugó un papel, pero los principales planificadores son EEUU y el régimen sionista". En este contexto, el Ayatolá Jamenei desmintió las especulaciones sobre un posible debilitamiento de la voluntad de resistencia.
No obstante, la victoria de Turquía en Siria puede resultar pírrica. El ministro de Asuntos Exteriores de Erdogan, Hakan Fidan, mintió a Rusia, a los Estados del Golfo y a Irán sobre la naturaleza de lo que se estaba tramando en Siria. Pero ahora el problema es de Erdogan. Aquellos a quienes traicionó, en algún momento cobrarán la revancha.
Irán parece volver a su postura anterior de reunir a los distintos hilos de la resistencia regional para luchar contra la reencarnación de Al Qaeda. No dará la espalda a China ni al proyecto BRICS. Irak -recordando las atrocidades del ISIS en su guerra civil- se unirá a Irán, al igual que Yemen.
Irán será consciente que los nodos restantes del antiguo ejército sirio podrían, en algún momento, entrar en la lucha contra el cártel HTS. Maher Al-Assad se llevó a toda su división blindada al exilio en Irak la noche de la partida de Bashar Al-Assad.
China no estará satisfecha con los acontecimientos en Siria. Los uigures desempeñaron un papel destacado en el levantamiento sirio (se calcula que había unos 30.000 uigures en Idlib, bajo entrenamiento de Turquía, que considera a los uigures como el componente original de la nación turca).
China también probablemente verá el derrocamiento de Siria como una amenaza occidental a sus propias líneas de seguridad energética que pasan por Irán, Arabia Saudita e Irak.
Finalmente, los intereses occidentales han estado luchando por los recursos de Medio Oriente durante siglos y, en última instancia, eso es lo que hay detrás de la guerra actual.
La gente se pregunta si Trump es o no pro-guerra, ya que él ya ha señalado que el dominio energético será una estrategia clave para su administración.
Los países occidentales están profundamente endeudados, su margen de maniobra fiscal se está reduciendo rápidamente y los tenedores de bonos están empezando a amotinarse.
Hay una carrera para encontrar una nueva garantía para las monedas fiduciarias. Antes era el oro; desde los años 70 fue el petróleo, pero el petrodólar ha flaqueado. A los anglonorteamericanos les encantaría tener de nuevo el petróleo de Irán -como lo tuvieron hasta los años 70- para utilizarlo como garantía y construir un nuevo sistema monetario vinculado al valor real inherente a las materias primas.
Pero Trump dice que quiere «poner fin a las guerras» y no iniciarlas. ¿El nuevo trazado del mapa geopolítico hace más o menos probable una entente global entre el Este y el Oeste?
A pesar de todo lo que se habla de posibles "acuerdos" de Trump con Irán y Rusia, probablemente sea demasiado pronto para decir si se materializarán -o puedan materializarse.
Al parecer, Trump tiene que asegurar primero el "acuerdo" interno, antes de saber si tiene margen para acuerdos en política exterior.
Parece que las estructuras gobernantes (notablemente el elemento «Nunca-Trump» en el Senado) permitirán a Trump una considerable cantidad en nominaciones clave para departamentos y agencias nacionales que manejan los asuntos políticos y económicos de EEUU (que es la principal preocupación de Trump) - y también permitirán cierta discreción en, digamos, los departamentos de «guerra» que apuntaron a Trump en los últimos años, como el FBI y el Departamento de Justicia.
El supuesto «acuerdo» parece ser que sus nominaciones aún tendrán que pasar por la confirmación del Senado y deben, en términos generales, estar «del lado» de la política exterior interinstitucional (en particular respecto de Israel).
Sin embargo, los grandes organismos interinstitucionales insisten, según se informa, en su veto sobre las nominaciones que afectan las estructuras más profundas de la política exterior. Y ahí está el quid de la cuestión.
Los israelíes, en general, están celebrando sus «victorias». ¿Esta euforia afectará a las élites empresariales estadounidenses? Hezbolá está contenido, Siria está desmilitarizada e Irán no está en la frontera de Israel.
La amenaza que enfrenta Israel hoy es de un orden cualitativamente menor. ¿Es esto, en sí mismo, suficiente para permitir que las tensiones se alivien o para que surjan algunos entendimientos más amplios?
Mucho dependerá de las circunstancias políticas del propio Netanyahu. Si el primer ministro sale relativamente ileso de su proceso penal en la Corte, ¿necesitará asumir la gran «apuesta» de una acción militar contra Irán, con el mapa geopolítico tan repentinamente transformado?
observatoriocrisis.com