Europa ya no oculta su miedo a la irrelevancia


La mal llamada Unión Europea, cada vez más desunida, es en estos momentos cualquier cosa menos "democrática". Ya no esconde su miedo, ni sus filias neonazis, ni su deriva belicista con perogrulladas estériles como "los valores democráticos" y todas esas historias para niños tan habituales hasta hace nada. El plan de rearme que ha presentado la presidenta del Consejo Europeo de 800.000 millones de euros para "la defensa" indica que la población europea va a ser sacrificada en aras de la guerra y del lucro de los de siempre.
No es un decir, es una realidad porque lo primero que recoge ese plan es derogar el Plan de Estabilidad y Crecimiento, aprobado inicialmente en 1997 y cuya última modificación es de 2023, nunca implementado en su totalidad. Eso significa, lisa y claramente, la derogación oficial de la llamada "Europa social". Porque en el plan de Von der Leyen se prevé que 650.000 millones de esos 800.000 reclamados para armas salgan de ahí (1).
Durante años los plutócratas de Bruselas han impuesto políticas de austeridad draconianas, recortado servicios públicos, atención sanitaria, educación y bienestar, todo en nombre del sagrado equilibrio presupuestario. Destruyeron países como Grecia en ello (y la supuesta izquierda se dejó degollar en aras del altar de sacrificios europeo). Y ahora todas las restricciones, esas políticas de austeridad, no se van a aplicar para las armas pero se mantienen para todo lo demás, es decir, no habrá ninguna mejora en la vida de los pueblos europeos. Lo que sorprende es la nula oposición popular a ello. El nivel de sumisión de la población europea, con muy escasas excepciones que vienen más del espectro más derechista que de los supuestos progresistas. Vivir para ver.
Los datos sobre el declive inexorable europeo se multiplican, pero no hay reacción. Lo penúltimo es que la organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acaba de publicar un estudio afirmando que "las sanciones contra Rusia provocarán un fuerte aumento del déficit de pescado en la UE por el aumento de precios y la grave escasez de productos pesqueros populares" (2). Porque el grado de estupidez de los "dirigentes" europeos llega hasta el extremo de que, como en Alemania, se imponen sanciones al abadejo (una especie de bacalao) que se pesca sobre todo el aguas rusas.
La rusofobia patológica de Europa se manifiesta en cosas como estas, sin sentido alguno: en Alemania y Escandinavia es muy popular una comida de palitos de pescado (Alaskan saithe), de los que se consumen ni más ni menos que 5,2 millones de unidades diarias, cuya materia prima es el abadejo que se captura en aguas rusas desde hace mucho tiempo. Como esas aguas están cerca de Alaska, en Alemania decidieron evitar la referencia a Rusia y por eso lleva el nombre que lleva. Pero eso no cambia el origen.
Pues bien, los plutócratas europeos han vuelto a tomar psicotrópicos y, por iniciativa de Alemania, han decidió en 2023 incluir el abadejo en los paquetes de sanciones contra Rusia (y van 16 ya). El simple anuncio hizo que el precio de esta comida popular haya subido el 42%. Eso ya de por sí es grave, pero lo es más cómo ha repercutido no solo en la industria pesquera, como reconoce ahora el informe de la FAO, sino que está empezando a desaparecer de los mercados y del consumo popular.
Añádase a eso la larga lista de empresas alemanas que están paradas o han quebrado: Agfa, Polaroid, Praktiker, Hertie, Karstadt, Kaufhof, KaDeWe, Body Shop, Woolwort, Varta. Eso por no hablar de la industria automovilística, toda en decadencia (incluso la hasta ahora intocable Mercedes Benz ha decidido despedir a 12.000 trabajadores, que se suman a los despidos en Volkswagen, en Audi, etc.), y la situación de toda Europa en el pelotón de cola de la manufactura industrial. Hoy día Alemania se sitúa en el puesto 32 del mundo en manufactura industrial, por debajo de países como Colombia, Indonesia, Tailandia, o Malasia.
No es el único país europeo que está tan abajo: solo hay dos países, España y Polonia, que superan la media mundial que se considera idónea para el crecimiento de un país y que se sitúa en el índice 50. La media de la eurozona está en estos momentos en el 46 mientras que el país que lidera este índice, India, está en el 58.
Teniendo en cuenta estos datos, es curioso que la presidenta de la UE haya acudido recientemente a India a pedir que este país se sume a la campaña contra Rusia (27 y 28 de febrero). Formalmente la visita a India era para tratar la posible firma de un acuerdo de libre comercio, el acceso de los productos europeos -que se enfrentan a unos aranceles altos impuestos por India para los automóviles y el vino, por ejemplo- y, lo más importante, que India colabore en las sanciones contra Rusia. Mostrando su nivel intelectual, Von der Leyen dijo que "la guerra de Rusia en Ucrania amenaza a la India no menos que a Europa". El nivel intelectual de la "dirigencia europea" no llega al nivel del asa de un cubo cuando dice esto habiendo sancionado a empresas indias "por intentar eludir las sanciones". Colonialismo en estado puro.
Cuando India lidera estadísticas como la del sector manufacturero mientras la UE está hundida, decir esto es una perfecta estupidez que indica a todo el mundo el nivel intelectual que hay hoy en Europa. Sobre todo porque India ha demostrado, en estos tres años que lleva el conflicto ucraniano -ese que da tanto miedo a los plutócratas-, que los recursos energéticos rusos son vitales para ella. Justo lo contrario de lo que han hecho los vasallos europeos, que han aceptado la presión de EEUU y se han desindustrializado.
Pensar que el zombi en que se ha convertido ahora la Unión Europea puede presionar a India es de locos, pero este es el nivel, además de hacer una demostración práctica de una total ignorancia sobre India, una ignorancia colonial: el primer país que visitó Modi tras su reelección como presidente el año pasado fue a Rusia. Es más, la respuesta oficial de India a la pretensión europea de que se sumase a las sanciones contra Rusia no deja lugar a la duda: "India no reconoce las sanciones y no tiene intención de cambiar su política. Las sanciones no son un método diplomático a menos que sean introducidas por las Naciones Unidas".
Es sangrante que mientras la ciudadanía europea se enfrenta a una crisis económica sin precedentes -de la que Alemania es el exponente más claro-, con una inflación galopante y un poder adquisitivo en caída libre, el zombi europeo hable tan alegremente de miles de millones para armas. Para armas, no para mantequilla. Y los llamados "socialdemócratas" europeos lo apoyan reforzando tal aberración con un llamamiento "Por una Europa libre y fuerte", mientras en el Estado español la gente de Sumar dice que cuestionar todo esto (el armamentismo, la OTAN y demás) es "un eslogan del siglo pasado".
¿Una Europa fuerte sin sanidad, sin educación, sin pensiones... sin europeos? Bueno, está bien. La pobreza, el desempleo, la crisis energética provocada por el abandono de las muy baratas fuentes energéticas rusas han surgido como las setas, o mejor, como pasa la luz por el cristal: sin tocarlo ni mancharlo.
Desde febrero de 2022 nos hemos desayunado, comido y cenado con que se nos decía que Putin se moría, que los soldados rusos robaban las lavadoras en el Donbás para recuperar los chips, que peleaban con palas y caballos, que tenían los calcetines agujereados, que se quedaban sin tanques y sin misiles y muchas cosas por el estilo y, pese a todo eso, son un peligro que nos amenaza por lo que hay que responder con 800.000 millones de euros en armas y evitar ese peligro.
El intento de recuperar protagonismo
Esto no es casual. Viene precedido de varios movimientos que indican cómo Europa tiene miedo a la irrelevancia y los plutócratas creen que así recuperarán protagonismo. Hace tiempo que está en la irrelevancia, como fiel vasallo de su señor estadounidense, pero desde la victoria de Trump en las elecciones de EEUU ese sentimiento ha aflorado sin traba alguna.
Fue el esperpéntico Secretario General de la OTAN quien dijo por primera vez en diciembre del año pasado que se gastaba mucho en pensiones, sanidad y bienestar social y que eso tenía que ir para la guerra. Cuando Trump, ya presidente, decidió iniciar conversaciones con Rusia para normalizar relaciones - la paz en Ucrania aún está muy lejos - Europa entró en pánico total y ha decidido dar el salto hacia el abismo.
Gran Bretaña inició el movimiento convocando una reunión en Londres el día siguiente a la histórica reprimenda pública que sufrió Zelenski en EEUU. Una reunión grotesca donde se vio a un personaje como este flanqueado por los "líderes" de las potencias neocoloniales en decadencia vendiendo un circo de "lucha por la democracia y contra el totalitarismo". No era solo una reunión para apoyar a este sujeto, sino contra Trump. Estuvieron presentes presentes varios países europeos, pero contando con y actuando para los demócratas estadounidenses, para Soros, para los Rothschild, para los BlackRock. La convicción que existía hasta ese momento de que al zombi europeo le interesa provocar un conflicto a Trump alargando la guerra en Ucrania hasta 2026 para dar tiempo a que los demócratas recuperen el Congreso y el Senado en EEUU se convertía en certeza.
La actitud de Zelenski en la reunión con Trump solo podía tener una explicación: los países europeos (Francia, Gran Bretaña y Alemania, sobre todo) le habían convencido para que volase todos los puentes con Trump garantizándole protección dado que las visitas previas de Macron y Stramer a Trump no condujeron al objetivo principal: que EEUU proporcionase garantías de seguridad a las "fuerzas de paz" británico-francesas en Ucrania.
En su loca cabeza, un hipotético ataque ruso a esas fuerzas obligaría a EEUU, como garante, a atacar a Rusia. Es más que probable que a eso fuera a lo que refería Trump cuando acusó a Zelenski de provocar la III Guerra Mundial. Trump será un bocazas, pero no es un imbécil. Y menos quienes le asesoran. De ahí también que Trump hubiese dicho, antes y después, que las "fuerzas de paz" son asunto de Europa.
Como mínimo, Macron y Starmer querían obligar a EEUU a interrumpir las negociaciones bilaterales con Rusia. Esa fue otra de las pretensiones de Zelenski en esa histórica reunión de la que salió vapuleado. No es casualidad que Trump se comunicara con Macron y Starmer de una manera manifiestamente poco ceremoniosa, especialmente a Macron, a quien no recibió sino que fue una empleada del servicio de protocolo. Y a Starmer le espetó, también públicamente, que si la valiente y audaz Gran Bretaña podría enfrentarse sola a Rusia.
Europa está al borde del abismo. Está haciendo lo posible y lo imposible para descarrillar cualquier acuerdo de paz, por lejana que esté esa paz, porque se ha convertido en un actor irrelevante, un extra en política internacional. Ya ni siquiera es un actor de reparto.
Porque es imposible no notar las contradicciones más obvias de todo este esperpento: Gran Bretaña, un país que ya no pertenece al zombi conocido como Unión Europea, ejerce como eje y mando de todo el resto de países europeos con ideas absurdas como crear una "tregua temporal" para salvar lo que queda del ejército neonazi, y luego bombear rápidamente armas al país mientras se celebran oficialmente "conversaciones de paz" y posicionar a sus escuálidos ejércitos en Ucrania en un intento de cambiar el equilibrio de poder sobre el terreno. Todo esto, no hace falta decirlo, se basa en la esperanza de que EEUU mantenga su compromiso de "cubrir" todo el escenario europeo con su fuerza nuclear.
Es un plan de niños o mejor, de locos, sin posibilidad alguna. Pero como son burros con anteojeras solo se ven a sí mismos y a su paranoia antirrusa. Están presos de sus propias narrativas sin ver que Rusia los ve y que no está jugando en una reunión de niños: justo cuando terminaba la reunión de Londres bombardeó un carguero que transportaba armas británicas desde Turquía.
Esto tiene que ver con la historieta de Macron, que intenta quitar protagonismo al británico Starmer, diciendo que "como primer paso hacia la paz tiene que haber una tregua en el aire, en el mar y en relación con la infraestructura energética". Da por hecho que los rusos son estúpidos y que van a renunciar a sus ventajas en el aire y en el mar, por donde llega una parte importante del suministro de armas a los neonazis, como ha quedado claro con este ataque. Y que la infraestructura energética no es vital para lo que queda de fuerza militar de los neonazis.
Por alguna razón que se me escapa, salvo que una tregua solo favorece a quien se retira, esto de la tregua no lo propuso Occidente cuando los rusos se retiraron de Jarkov y Jerson o en los primeros días de la "operación Kursk" (donde, por cierto, los rusos ya han recuperado el 75% del territorio que lograron ocupar los neonazis).
Europa sabe que su mundo, ese que manejaban (en lo que permitía EEUU) ya no existe. Ha sido cómplice de la expansión de la OTAN, lo que desencadenó el conflicto, ha sido cómplice de la enemistad con China (lo de los aranceles a los coches eléctricos ha sido la puntilla a la industria europea), ha apoyado el genocidio en Gaza, ha llevado a sus países a la recesión y todo por seguir como fiel vasallo a EEUU. Pero ahora EEUU está a otra cosa y Europa se ha quedado con el culo al aire. Y ha visto su desnudez y ha entrado en pánico.
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Notas
(1) https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/sv/statement_25_673