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Medio Oriente, EE.UU., Europa :: 25/03/2025

Trump aumenta las tensiones con Irán

M. K. Bhadrakumar
El 15 de marzo, con el inicio de su ataque a Yemen y la poderosa respuesta yemení, Trump perdió el terreno moral para liderar con la paz a través de la fuerza en su política exterior

El sábado 15, Trump ordenó al Pentágono “lanzar una operación militar decisiva y poderosa” contra Yemen con “fuerza letal abrumadora” en la acción militar más significativa de su segundo mandato hasta la fecha.

Los ataques estadounidenses comenzaron el sábado y continuaron el domingo en la capital yemení, Saná, y otras zonas, en los que, según se informa, han muerto más de 50 personas, la mayoría de ellas niños y mujeres.

Esta matanza gratuita de mujeres y niños indefensos solo puede considerarse un acto de cobardía. Trump tiene las manos manchadas de sangre. Trump escribió en Truth Social dirigiéndose a los yemeníes:

Se os ha acabado el tiempo y vuestros ataques deben cesar, a partir de hoy. Si no lo hacen, el infierno caerá sobre vosotros como nunca antes habéis visto.

Acto seguido, Trump se desvió abruptamente para dirigirse a Irán y decirle que debía dejar de apoyar inmediatamente a los yemeníes. Trump amenazó:

¡EEUU os hará plenamente responsables y no seremos amables al respecto!

Irán ha reaccionado con fuerza. El ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, dijo que Trump no tiene autoridad ni capacidad para dictar la política exterior de Irán.

Araghchi señaló que los yemeníes solo están reaccionando al “genocidio y terrorismo israelíes”. El comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, el general Hossein Salami, advirtió de que Irán daría “una respuesta destructiva” a cualquier ataque.

La beligerancia de Trump se produjo dos días antes de la visita de Anwar Gargash, ministro de Estado de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos, a Teherán el jueves para entregar una carta de Trump dirigida al líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, en la que proponía conversaciones sobre el programa nuclear de Irán y el apoyo de Irán a los grupos de la Resistencia.

Teherán sigue abierta a las conversaciones nucleares, pero ha rechazado cualquier vínculo con sus políticas regionales.

Mientras tanto, Teherán ha comenzado a cerrar filas mientras comienza una nueva fase en las políticas exteriores de Trump, con tensiones que aumentan constantemente debido al tema nuclear. La fecha límite de octubre para invocar la cláusula de restablecimiento rápido en el JCPOA (el acuerdo nuclear con Irán de 2015) y reinstaurar las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU se acerca día a día, y, por otro lado, el programa de enriquecimiento de Irán aparentemente ha alcanzado un punto en el que ya tiene un stock suficiente para fabricar «varias» bombas nucleares, según el Organismo Internacional de Energía Atómica.

El 14 de marzo, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, organizó una reunión conjunta en Pekín con los viceministros de Asuntos Exteriores de Rusia e Irán, en la que propuso cinco puntos “sobre la solución adecuada de la cuestión nuclear iraní”, que, a todos los efectos, respaldaban la postura de Teherán. Fue una rotunda victoria diplomática para Irán.

Curiosamente, la reunión de Pekín se programó para que coincidiera con la conclusión de un ejercicio naval de seis días en el puerto iraní de Chabahar con el tema Crear juntos paz y seguridad entre las armadas de Irán, Rusia y China.

Un informe del Ministerio de Defensa chino afirmaba que

el ejercicio naval mejoró las capacidades operativas conjuntas de las tres armadas para responder a diversas emergencias y mantener la seguridad marítima, profundizó la confianza militar y la cooperación práctica entre las armadas de los países participantes y sentó una base sólida para la cooperación futura.

Teniendo en cuenta todos estos acontecimientos, Trump se enfrenta a múltiples desafíos a nivel diplomático en relación con la cuestión nuclear iraní, con Teherán, Moscú y Pekín coordinando sus enfoques en el crucial período de seis meses que se avecina y Teherán dando señales confusas sobre la carta de Trump a Jamenei.

Trump no puede estar satisfecho con la situación que se está desarrollando en la vía diplomática y se le hace necesaria alguna táctica de presión contra Irán. En pocas palabras, la mente egocéntrica de Trump tomó la ruta fácil de golpear a los yemeníes con tanta fuerza para enviar un mensaje indirecto a Teherán (y a Moscú y Pekín) de que no se debe jugar con él.

Aunque parece que le está saliendo el tiro por la culata, ya que Yemen, con sus misiles y drones, hizo retroceder al todopoderoso portaviones estadounidense USS Harry Truman. A tal punto que ahora Trump envía un segundo portaaviones, el USS Carl Vinson

De hecho, Moscú se ha metido últimamente en la cuestión nuclear de Irán y se está posicionando para desempeñar potencialmente un papel mediador, así como proveedor de tecnología.

El ministro de Asuntos Exteriores, Sergey Lavrov, se pronunció recientemente en contra de vincular cuestiones ajenas (por ejemplo, acuerdos verificables por parte de Teherán para garantizar el cese de su apoyo a los grupos de resistencia en Irak, Líbano y Siria) a las negociaciones nucleares.

Lavrov dijo con franqueza:

Es poco probable que algo así dé resultados.

Lavrov también ha hecho hincapié en el apoyo de Moscú a la postura básica de Teherán de que cualquier reanudación de las negociaciones entre EEUU e Irán debe basarse en el acuerdo nuclear de 2015 conocido como JCPOA, que cuenta con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU (que, por supuesto, Trump rompió en 2018).

No debe sorprendernos si Moscú se está metiendo en el enfrentamiento nuclear entre EEUU e Irán con gran deliberación cuando está abordando en una pista paralela las intrusivas llamadas de Trump para el cese de las operaciones militares especiales rusas en Ucrania, incluso cuando hay muchos asuntos pendientes por completar y Ucrania no ha mostrado ningún interés genuino en las negociaciones con Rusia – y de hecho ha promulgado una ley que prohíbe expresamente tales negociaciones.

En concreto, Trump sabe que no está en posición de conseguir que Zelensky acceda a una entrega de armas por parte de las tropas ucranianas en Kursk, aunque Putin ha ofrecido que “Si deponen las armas y se rinden, se les garantizará la vida y un trato digno”.

El plazo ruso para la rendición pacífica expiró hace unos días, y Moscú sigue reconquistando terreno. Dmitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia , escribió en el canal Telegram que

en caso de que se nieguen a deponer las armas, todos ellos serán eliminados sistemáticamente y sin piedad.

Los nervios de Trump deben de estar a flor de piel, ya que entre las fuerzas de ocupación ucranianas hay también mercenarios occidentales.

Dadas las circunstancias, uno sentía lástima por los yemeníes, a quienes Trump está utilizando como saco de boxeo para descargar sus frustraciones y su furia reprimida contra Teherán. Pero resulta que tienen capacidad de atacar y hacer retroceder a portaaviones y al mismo tiempo bombardear Tel Aviv.

Altos funcionarios de la administración Trump han reconocido abiertamente que se está notificando a Teherán que “ya basta”, expresión utilizada por el asesor de Seguridad Nacional de Trump, Mike Waltz, para interpretar el mensaje matizado del ataque aéreo y con misiles contra Yemen.

Los yemeníes han acusado a la administración Trump de exagerar la amenaza de embargo marítimo, que se limita únicamente a la navegación israelí hasta que se entregue ayuda humanitaria a la población de Gaza según el acuerdo de alto el fuego entre Hamás e Israel.

Evidentemente, los yemeníes no buscan un enfrentamiento con Trump ni deben ser considerados como títeres iraníes. Yemen detuvo por completo los ataques con drones y misiles cuando se declaró el alto el fuego en Gaza en enero. Incluso el mejor argumento de Trump es que los yemeníes habían atacado barcos estadounidenses con Biden.

No obstante, el Mando Central estadounidense describió los ataques como el inicio de una operación a gran escala que puede continuar indefinidamente.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, escribió en X:

No se tolerarán los ataques de los yemeníes a barcos y aviones estadounidenses (¡y a nuestras tropas!); e Irán, su benefactor, está sobre aviso. Se restablecerá la Libertad de Navegación.

Detrás de esa retórica ficticia, Hegseth probablemente entiende que Trump espera que mantenga la olla hirviendo en la región del Golfo durante los próximos meses, a medida que la cuestión nuclear iraní se acerca a un punto de criticidad.

El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, en un comunicado ese sábado, declaró que el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio llamó a Lavrov y le informó de la decisión de EEUU de atacar a los yemeníes.

En respuesta, Lavrov

subrayó la necesidad del cese inmediato del uso de la fuerza y la importancia de que todas las partes entablen un diálogo político para encontrar una solución que evite más derramamientos de sangre.

Bueno, ahora el zapato está en el otro pie, ¿no? El 15 de marzo, con el inicio de su ataque a Yemen y la poderosa respuesta yemení, Trump perdió el terreno moral para liderar con la paz a través de la fuerza en su política exterior.

Indian Punchline / observatoriodetrabajad.com

 

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