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Mundo :: 21/04/2025

Ecuador: fraude por todos lados

Xavier Lasso
En ningún cálculo de probabilidades puede caber que los votos de quienes ya no tenían en la papeleta el nombre de su preferencia, se volcaron el cien por ciento con Noboa

Más dudas que certezas tenemos en el resultado electoral del 13 de abril en Ecuador. La institución que organiza la fiesta (nunca mejor dicho) electoral, CNE (Consejo Nacional Electoral), la echo a perder con su descarado comportamiento: nunca llamó la atención el presidente-candidato que violó la constitución y la ley; nunca pidió licencia como la ley ecuatoriana exige, desde 2020, para poder hacer campaña para que no ocurra, lo que en efecto sucedió: uso y abuso de fondos públicos como regalar bonos, por 500 dólares en promedio, a la gente afectada por las fuertes lluvias; también a la gente afectada por el derrame de más de 25.000 barriles de crudo en la provincia de Esmeraldas, de las más pobres de Ecuador, y desde donde se exporta la mayor cantidad del petróleo ecuatoriano; el invento, en pleno proceso electoral, de regalar bonos a jóvenes para que emprendan negocios. Un libertario, que no cree en el Estado, uso cerca de 500 millones de dólares en actos de populismo electoral (ayudas de sólo una vez).

Diana Atamaint, nombre que un gran número de ecuatorianos no vamos a olvidar, es la presidenta de ese Consejo, ella con el cinismo que se le desbordaba por la cara, ha sido cómplice en este proceso plagado de irregularidades. Daniel Noboa, presidente de Ecuador, dos días antes de la cita con las urnas decretó, otra vez, estado de excepción menoscabando una serie de derechos ciudadanos: inviolabilidad del domicilio, libre reunión, miedo en los barrios. Los militares ocuparon los recintos electorales amenazando a la gente y, como es fácil suponer, a los simpatizantes de la candidata de Revolución Ciudadana preferentemente.

Atamaint alcahueteó a Noboa cuando prohibió, sin ley alguna que respalde semejante despropósito, el uso de teléfonos celulares. Ellos dijeron, fieles al relato de vincular siempre al progresismo con el crimen organizado que, desde ahí, desde el progresismo, se ha venido amenazando de muerte, en connivencia con las banda criminales, a los electores que no voten por los candidatos que la corrupción señale. Ha sido todo lo contrario: empresarios han pedido a su empleados, obreros, servidores, mostrar la foto que inequívocamente demuestre que siguieron la orden del voto. Son ellos los tramposos, los que desprecian la democracia, los que la menoscaban con sus miedos, sus intereses, sus burlas, a las ya raquíticas libertades.

Desde hace ya mucho tiempo que el laboratorio del fraude se ha venido perfeccionando, parece que en este 2025 han encontrado una fórmula que, a pesar de todo, incluso por los cálculos de cantidad, levantan sospechas del mega fraude.

En Ecuador sufragan 13.7 millones de ciudadanos, así constan en el padrón. En la primera vuelta, en febrero de este mismo año, Noboa alcanzó el 44.17% de los votos válidos; Luisa el 44%. En ese momento hubo 14 candidatos más: Leonidas Iza, de Pachacutic obtuvo más del 5.25% y Andrea González 2.69%. Los otros 12 se repartieron lo poquito que quedó.

Luisa, dos semanas antes de la segunda vuelta, aglutinó el respaldo de las izquierdas, donde sobresalía el de los indígenas con su 5%. Es decir, Luisa ya llegaba al 49% de las preferencias, lo que definía que faltaba un pequeño empujón más. Pero no, el domingo 13 resulta que Noboa llegó al 55% dejando a Luisa con el mismo 44% de la primera vuelta. ¿cómo así?

¿Quiere decir eso que hasta parte del voto duro del progresismo, mal llamado correismo, se pasó de bando?

Fueron descarados porque la consistencia de la base de la Revolución Ciudadana, el movimiento más sólido del escenario político del Ecuador, ha quedado demostrada en las más recientes elecciones. En ningún cálculo de probabilidades puede caber que los votos todos de los restantes electores, que ya no tenían en la papeleta el nombre de su preferencia, se volcaron el cien por ciento con Noboa.

¿Y ahora? Ya han aparecido expresiones fachas del comportamiento obsceno de Noboa, como una lista, por ahora de 100 personas, a quienes habrá que hostigar, como lo que ya se ha visto al entrar o salir del país. Violencia que desvela esta suerte de ensayo de lo que podría ser la búsqueda del exterminio del movimiento de la Revolución Ciudadana. Al otro, en esa visión criminal de la política, no se lo enfrenta con ideas, con debates, se busca acabarlo, criminalizándolo.

Para eso cuentan con el otro fraude: el fraude mediático, acólitos de una narración que incluso viene de afuera. Noboa fue tan canalla que trajo, en la recta final de la campaña, a un mercenario estadounidense, Erick Prince, fundador de la conocida Blackwater, que metió las narices en la política interna con expresiones muy miserables, como las que usan los delincuentes que matan, asesinan, destruyen países, como Ruanda, Siria o Libia.

Todo fue muy turbio, muy desconcertante, pero ya ha quedado demostrado, como ha ocurrido también en otros contextos, que no queda otro camino que resistir, que es otra forma de vencer.

* Ex vicecanciller de Rafael Correa.
CALPU

 

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