La importancia de Kurajovo y Krasnoarmeisk
Capturada finalmente la localidad de Ugledar tras dos años de esfuerzos, Rusia ha sido capaz de eliminar la principal barrera que le impedía avanzar hacia el norte y amenazar la cómoda posición de la que Ucrania disfrutaba en la parte occidental de la región de Donetsk. Ugledar, una ciudad industrial y minera fundada en tiempos de la Unión Soviética disponía de buenas posibilidades de defensa tanto por su posición, desde una ligera altura que permitía avistar cualquier convoy en su dirección, como por las infraestructuras construidas, no solo para cumplir su labor de producción, sino también como defensa en caso de un escenario bélico.
La ciudad fijaba el esfuerzo de defensa del frente sur ucraniano, que ahora tiembla y lucha por ralentizar el avance ruso hacia el norte. Las rápidas capturas de Yasnaya Polyana, Maksimovka, Bogoyavlenka y Kartinovka consolidan las ganancias rusas de Ugledar y hacen inviable cualquier contraataque y, sobre todo, otorgan a las tropas rusas el control de las colinas dominantes, con lo que se invierte completamente la posición de superioridad con la que Ucrania logró mantener el statu quo desde 2022.
La siguiente barrera para Rusia es una línea prácticamente recta de pequeñas localidades entre Ilinka y Zelenovka que separan el frente sur de la zona de Kurajovo. El comando ruso tendrá que optar por continuar con la estrategia de avance pueblo a pueblo utilizando pequeños grupos de infantería, en este caso en localidades de difícil defensa al encontrarse en posiciones más bajas, o una ofensiva más ambiciosa hacia Konstantinopol, con el objetivo de aislar y obligar a retirarse a las guarniciones ucranianas en esas localidades que actualmente se encuentran en una posición imposible de mantener a largo plazo.
La táctica que Rusia elija para continuar su ofensiva local desde los alrededores de Ugledar hacia el norte mostrará el grado de confianza que existe en las autoridades rusas para realizar una maniobra de mayor alcance que la actual práctica de avance lento y sostenido de lucha por cada localidad de una zona ampliamente poblada (lo que reduce las muertes civiles), una forma de luchar que implica un elevado nivel de desgaste y atrición, pero con un riesgo menor que el intento de operaciones más amplias con posibilidad de quedar rodeado por tropas enemigas.
Sea cual sea la táctica escogida, es evidente que el objetivo es avanzar desde el noreste y el suroeste para aislar la localidad de Kurajovo. La aproximación a la ciudad por varios flancos muestra que Rusia trata de flanquear la ciudad en lugar de un asalto frontal, táctica que implica un elevado nivel de destrucción, exige grandes cantidades de tropas y munición y causa excesivas bajas. La diferencia entre las batallas que se han iniciado recientemente y las que se libraron o comenzaron en años anteriores es evidente: toda lucha causa destrucción, pero son incomparables las imágenes de Selidovo, dañada aunque no destruida, con las de Artyomovsk, Soledar, o incluso Avdeevka.
La pérdida de Selidovo, donde Ucrania ofreció batalla pero no pudo finalmente aguantar el empuje ruso ha facilitado la aproximación a Kurajovo desde el norte, donde Rusia avanza con rapidez -sus tropas ya controlan sus suburbios- afianzando un frente norte-sur que está cerca de conseguir uno de los grandes objetivos de esta campaña: alejar lo suficiente a las tropas ucranianas que, por primera vez en diez años, no tendrían al alcance de su artillería a la aglomeración urbana de Donetsk-Makeevka, la más poblada de Donbass, ni a las ciudades adyacentes que, especialmente en el sur y oeste, han permanecido en la primera línea desde el verano de 2014.
El dominio de las alturas -relativas, ya que se trata de una zona generalmente llana- implica control sobre el territorio y posibilidad de detectar rápidamente cualquier movimiento enemigo. Ese es el valor del avance desde el sur y el noroeste hacia Kurajovo, una de las dos ciudades clave en esta batalla por la parte occidental de la región de Donetsk. Al igual que Krasnoarmeisk y Pokrovsk, Kurajovo es un importante centro logístico para las tropas ucranianas en el frente sur y lo había sido hasta ahora en la lucha por impedir el avance ruso al oeste de Donetsk.
No es casualidad que los bombardeos de la principal ciudad de Donbass hayan descendido notablemente en las últimas semanas tras diez años de ataques indiscriminados de la artillería ucraniana no solo en los alrededores de la ciudad, sino también en el centro que, al contrario que otras ciudades de la primera línea del frente, siempre ha estado poblada. Pero la importancia de Kurajovo radica en que su pérdida hará imposibles esos bombardeos de artillería contra Donetsk, para lo que Ucrania tendría que utilizar drones u otros sistemas de ataque mucho más costosos que los proyectiles de 155 milímetros que tanto ha disparado contra la capital de la RPD.
La ciudad está atravesada por la autopista N-15, que en tiempos de paz unía la ciudad de Zaporozhie con la de Donetsk y que es una de las principales rutas de suministro de las tropas ucranianas. Cortar esa carretera, fuera en Kurajovo o en Konstantinopol, más al este, en caso de que Rusia optara por una operación de mayor alcance, partiría en dos el esfuerzo militar ucraniano en Donetsk. La guerra avanza lentamente y sin provocar el colapso total de las tropas ucranianas, por lo que, salvo mayúscula sorpresa, no es de esperar que vaya a llegarse a ese punto a corto plazo. Sin embargo, el hecho de que sea Ucrania quien corra el riesgo de perder rutas claves de suministro indica el cambio que se ha producido, ya que en las fases iniciales, la logística fue la principal fuente de los problemas de las tropas rusas.
Pese a la evidente importancia de Kurajovo, tanto en términos logísticos como en la consecución de un frente lo suficientemente alejado como para proteger Donetsk de la artillería ucraniana, es en Krasnoarmeisk donde se decidirá el destino de la batalla por el oeste de Donbass, dejando prácticamente abierta la ruta a las fronteras con las regiones de Dnipropetrovsk y Zaporozhie. Eso crearía para Rusia la posibilidad de avanzar desde la retaguardia sobre la parte de esta última región que se encuentra bajo control ucraniano, es decir, la zona desde la que Ucrania lanzó su fallida ofensiva terrestre de 2023 con aspiraciones de capturar Melitopol en dirección a Crimea. Eliminar ese peligro es un objetivo inevitable para Rusia en su intento de proteger la península del mar Negro de las tropas ucranianas, aunque esa posibilidad es inviable para Ucrania a corto o medio plazo.
Kiev se jacta actualmente de haber detenido el avance ruso sobre Pokrovsk (Krasnoarmeisk para Rusia y la RPD), una afirmación relativa teniendo en cuenta que no ha habido ningún intento serio de aproximación a la ciudad, imposible antes de crear las condiciones para flanquear el lugar desde varias direcciones. Incluso las predicciones más optimistas de fuentes prorrusas no esperan un asalto de Krasnoarmeisk en los próximos meses, en los que la base del esfuerzo estará concentrada en la parte sur de esa región y en la preparación de lo que se prevé como el asalto final y definitivo que deje sentenciado el destino de la parte occidental de Donetsk.
La importancia de Pokrovsk para Ucrania hace que su defensa vaya a ser mucho más férrea que en las localidades de su alrededor o de fortines como Avdeevka, que pese a su relevancia en la primera línea de defensa, carecía del valor logístico que sí tiene Krasnoarmeisk. Pero más allá de su posición como centro neurálgico del esfuerzo militar y la logística ucraniana en el frente del este, varios medios recuerdan estos días lo que la pérdida de Pokrovsk supondría para Ucrania en términos económicos e industriales.
"La región del Donbás, antaño una zona de interminable estepa, se industrializó a finales del siglo XIX, cuando formaba parte del imperio ruso y se descubrió que yacía sobre ricos filones de carbón. Estos yacimientos alimentaron sus industrias siderúrgicas. Cuando Ucrania perdió la mitad de Donbás en 2014 a manos de los separatistas apoyados por Rusia, la pérdida de sus minas supuso la pérdida del 80% de sus yacimientos de carbón. Y en 2022, durante el asedio de Mariupol, las dos plantas siderúrgicas de la ciudad fueron destruidas, devastando la industria siderúrgica ucraniana", escribe The Economist realizando un breve repaso a la importante historia de industrialización de Donbass realizada en las últimas décadas del Imperio Ruso y, sobre todo, en tiempos de la Unión Soviética, que creó, por ejemplo, las dos industrias siderúrgicas de Mariupol, incluyendo Azovstal, reconstruida tras la II Guerra Mundial de tal manera que pudiera soportar una guerra, lo que hizo posible que protegiera a los ultranacionalistas del Azov y el resto de la guarnición ucraniana, resguardada allí durante semanas.
La mina de Krasnoarmeisk, mucho más moderna que gran parte de las de la zona, inaugurada en 1990, forma parte del imperio de Rinat Ajmetov, principal oligarca de Donbass antes de la guerra y un hombre que, tras intentar jugar a dos bandas durante un tiempo incluso a pesar de haber abandonado la región con el equipo de fútbol local, se volcó abiertamente con el nacionalismo ucraniano, en ocasiones incluso de la mano del movimiento Azov.
Según The Economist, "Junto con sus plantas asociadas y edificios administrativos, el grupo minero de Pokrovsk emplea a 6.000 personas, de las cuales unas 1.000 prestan actualmente servicio en las fuerzas armadas. Es la mayor mina de carbón de coque de Ucrania. Su carbón, utilizado para fundir mineral de hierro, es vital para la industria siderúrgica que queda en el país. Este año Metinvest esperaba extraer allí 5,3 millones de toneladas de carbón. En 2023, las acerías ucranianas produjeron 6,2 millones de toneladas de acero bruto. En 2021, antes de la pérdida de las dos fábricas de Mariupol, Ucrania había producido 21,4 millones de toneladas. Ese año, Ucrania fue el 14º productor mundial de acero, pero en 2023 había caído al 24º puesto".
Las minas y la capacidad industrial son una parte de esa riqueza ucraniana que el Plan de Victoria de Zelensky pretende compartir con sus socios occidentales. La pérdida de Pokrovsk, o incluso la paralización de las actividades de su mina, ya fuera por falta de suministro eléctrico o de personal, supondría para Kiev un problema militar grave, pero también uno económico posiblemente aún más profundo.
slavyangrad.es