El terror de Erick Prince llega a Ecuador


En un escenario sombrío y turbulento, las elecciones presidenciales de Ecuador este domingo se convierten en un campo de batalla donde la ética y la democracia parecen desvincularse por completo. Erik Prince, el infame mercenario estadounidense y jefe de Blackwater, irrumpe con total impunidad en el frágil panorama político ecuatoriano para reforzar la candidatura de Daniel Noboa, en un contexto de desesperación y descontento social. Este movimiento, disfrazado de apoyo político, revela una clara intromisión en asuntos que competen únicamente al pueblo ecuatoriano, exponiendo la fragilidad de su soberanía frente a intereses foráneos.
Los ecos de su llegada resonaron por los pasillos del poder, y en un espectáculo teatral, Prince se presentó como la solución mágica a los problemas de un país sumido en una crisis económica que ha dejado a millones al borde del abismo. Sin embargo, su intervención no es más que un intento de instaurar un estado de terror, un mecanismo de coerción destinado a amedrentar a la población para que vote en contra de la progresista Luisa González, quien se erige como la principal contendiente con una intención de voto que supera el 53,47%. Esto demuestra que las elecciones en Ecuador han dejado de ser un ejercicio democrático para convertirse en un juego de manipulación e intimidación.
La violencia se infiltra en las dinámicas electorales, y en un panorama donde la intimidación se convierte en la norma, ya se vislumbra el futuro siniestro que espera a los equipos de trabajo de Luisa González. Que sean catalogados como terroristas por un régimen desesperado por mantenerse en el poder resulta inquietante. Ante este panorama, el pueblo ecuatoriano debe enfrentar un dilema aterrador: elegir seguir siendo aplastado por un régimen corrupto bajo el control de un mercenario que responde más a intereses corporativos que a la voluntad popular.
No sería extraño que en esta semana que precede al proceso electoral, Erick Prince, con la anuencia de Daniel Noboa, comunique el allanamiento y desmantelamiento de los equipos de Luisa González como fuerza terrorista, con la presentación de la dirigencia de la Revolución Ciudadana y de armas "incautadas" ante los medios de comunicación.
Las declaraciones de Prince, en las que advierte que Ecuador podría “parecerse a Venezuela”, son un ejemplo claro del miedo que se intenta propagar. Al utilizar el socialismo y el narcotráfico como herramienta de presión, Prince se erige como una figura que antepone sus intereses personales a la realidad de un pueblo que lucha por salir de la pobreza y la desesperanza. El mensaje es claro: con Noboa en el poder, el país permanecerá en la órbita de influencia estadounidense, convertido en un peón en el tablero geopolítico.
El contexto socioeconómico no deja lugar a dudas de que el régimen de Noboa enfrenta desafíos monumentales. Con un alto índice de desempleo, apagones continuos y el legado de inseguridad heredado del anterior mandato también derechista, el presidente interino parece estar más preocupado por sostener su posición a través del miedo que por ofrecer soluciones reales a la nación.
En medio de esta crisis, la decisión del movimiento indígena Pachakutik de respaldar a Luisa González, señala un cambio de rumbo significativo. Esta coalición representa a un sector de la sociedad que históricamente ha sido marginado y explotado, y su apoyo podría significar la diferencia entre el triunfo o la derrota electoral. En un país donde la lucha por la tierra y los derechos ha sido silenciada, la voz de los pueblos indígenas resuena como un grito de resistencia contra el autoritarismo y la manipulación.
Mientras tanto, el Ministerio de Defensa ecuatoriano, en un intento por legitimar la actuación del mercenario, afirma que la violencia producto del narcotráfico justifica la intervención externa. Sin embargo, esta narrativa oculta un intento deliberado de desactivar las luchas sociales y desviar la atención hacia enemigos imaginarios, mientras los verdaderos responsables de la crisis permanecen libres y desafían las autoridades.
La presencia de Prince en Ecuador se produjo tras el pago del lobby del régimen de Noboa para reunirse con Trump, encuentro que ocurrió hace pocos días y en el que el político ecuatoriano pidió apoyo militar para combatir la delincuencia y la violencia en su nación, con el fin de evitar el triunfo de Luisa González, para seguir arrodillado a los EEUU, en su condición de ciudadano estadounidense. Daniel Noboa nació el 30 de noviembre de 1987 en Miami, Florida.
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