Pablo Pacheco, un hombre entre libros
Pablo Pacheco vivió entre libros y para el libro. Aunque en los últimos años se desempeñó como Vicepresidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), y antes aún al frente del Instituto de Investigaciones de la Cultura Cubana Juan Marinello, siempre será recordado como un hombre que vivió su pasión en la entrega al universo del libro.
Escritores, científicos sociales, investigadores, diseñadores y editores lamentaron la muerte de un hombre —el jueves 3 de julio una tumoración maligna puso fin a su existencia en la capital cubana a los 69 años de edad— que encauzó su labor creativa hacia el fomento de colecciones literarias y proyectos editoriales que marcaron pautas en la vida cultural de nuestro país durante las últimas décadas.
Sus primeros pasos en este campo los dio en 1969 al integrar un equipo del Instituto Cubano del Libro dedicado a la publicación de textos sobre historia. La seriedad y constancia en su trabajo lo llevaron a encabezar la redacción de la editorial Ámbitos en 1970, que intentó abrir el camino para la difusión del libro de arte y poco después, por necesidades del organismo ocupó la subdirección de la editorial Pueblo y Educación.
Pero su crecimiento y consolidación profesionales se hicieron notar cuando, avanzada esa década, dirigió la editorial Arte y Literatura y fundó la Editorial Letras Cubanas. En tales desempeños nunca asumió el trabajo como un objetivo a cumplir sino como un ejercicio de creación y un compromiso con la promoción cultural, como lo demostró luego al presidir el Instituto Cubano del Libro entre 1989 y 1995, etapa caracterizada por graves problemas materiales.
En los últimos años, Pacheco logró revitalizar Ediciones ICAIC, regularizar la publicación de la revista Cine Cubano y fomentar el desarrollo de la Videoteca Contracorriente, impresionante colección que en más de 260 entregas reúne lo más avanzado del pensamiento político, social y estético contemporáneo.
De igual modo destacó su contribución a la preservación del patrimonio fílmico del ICAIC y del Noticiero Latinoamericano, que dirigió el maestro Santiago Álvarez.
Muchos reconocimientos recibió en vida, pero el que le llenó de orgullo fue el de su proclamación como Premio Nacional de Edición en 2005.
En aquella oportunidad, Pacheco comentó: “Cuando me preguntan mi profesión, no dudo ni un instante en responder: editor. Ese es el trabajo que conozco mejor”.
La Jiribilla